/ viernes 13 de octubre de 2023

Todo para nadie

“Prefiero que se pierda todo a dar un centavo”.


Esta frase es de lo más común para un abogado. Casi siempre es de una persona que se siente injustamente tratada y prefiere destruir todo para que no llegue a otras manos: casas, terrenos, empresas familiares, obras de arte: todo con tal de “tener la razón”.


¿Creen que exagero? Sólo hay que escuchar conversaciones -en redes sociales o en el círculo cercano para ver que casi lo consideramos normal. Porque, ¿por qué otros van a disfrutar del trabajo de nuestra vida?, ¿por qué se lo vamos a dar al inútil de nuestro hermano o a la hermana que nunca cuidó a nuestros padres?


Es probable que hayan leído o les hayan compartido sobre un caso ocurrido en Perú: una mujer quien fincó su casa en el terreno regalado por su (ahora) ex suegro optó por destruirla para no dejársela y así poder devolver el terreno como lo recibió: sin nada.


Así parece muy extremo hasta que empezamos a profundizar un poco más: el señor había regalado el terreno a la pareja, es decir, a su hijo y esposa; el hijo decidió por una nueva pareja, dejó el hogar familiar donde vivían su ahora exesposa y sus hijos; el suegro decidió pedir el terreno porque estaba en desacuerdo sobre el actuar de su -ahora- ex nuera.


Es un caso de libro de texto sobre cómo asegurar la destrucción mutua, el clásico “si no es mío, no es de nadie” porque ese terreno, en realidad, es un regalo envenenado:


  • Hubo “letras chiquitas”. Al decirle a nuestros hijos “te regalo el terreno para que tengas un patrimonio y sea más fácil empezar tu vida independiente” no debe conllevar condiciones de ninguna clase. Es un regalo, no una forma de controlar su vida o sus decisiones.

  • Fue excluyente. A diferencia de un libro o una joya que puede ser para una sola persona, hay patrimonios que se vuelven compartidos, como en el caso de un terreno regalado a nuestro hijo por su matrimonio. ¿Para quién es el regalo?, ¿es para el hijo o para que la pareja pueda empezar un patrimonio propio?, ¿es para los nietos, como en el caso de la mujer en Perú? Aquí funcionó como cuando nos daban algo de niños y nos remarcaban “esto es para tí”.

  • Se tomaron decisiones al calor del momento. Una ruptura rara vez sólo afecta a la pareja: se mueve hacia su círculo cercano donde todos toman una postura y dan consejos. En mi experiencia, los consejos familiares suelen carecer de distancia porque el tema es emocional y cada quien defenderá su parte de la historia. Aquí es donde suele escucharse “esto es tuyo, se lo diste a tu sangre no a su familia; ellos no lo trabajaron y no tiene por qué quedarselo”.

  • No se formalizó. Dicen que la mejor de las memorias no es tan fiable como la peor de las tintas y en temas de traspaso de bienes siempre es necesario formalizar, justamente para que lleguemos a acuerdos asesorados por un experto quien -con su ética profesional y experiencia- les permitirá tomar el mejor camino para asegurar tanto el patrimonio como los lazos familiares, aún ante una circunstancia tan dolorosa como un divorcio.


Una visión de largo plazo del patrimonio nos permite explorar soluciones para que las siguientes generaciones lo puedan acrecentar; de otra manera, muere con nosotros; se vuelve un objeto de conflicto, un “regalo envenenado” que es mejor desechar.


Guillermo Monroy es experto en herencias, legados y fideicomisos

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


“Prefiero que se pierda todo a dar un centavo”.


Esta frase es de lo más común para un abogado. Casi siempre es de una persona que se siente injustamente tratada y prefiere destruir todo para que no llegue a otras manos: casas, terrenos, empresas familiares, obras de arte: todo con tal de “tener la razón”.


¿Creen que exagero? Sólo hay que escuchar conversaciones -en redes sociales o en el círculo cercano para ver que casi lo consideramos normal. Porque, ¿por qué otros van a disfrutar del trabajo de nuestra vida?, ¿por qué se lo vamos a dar al inútil de nuestro hermano o a la hermana que nunca cuidó a nuestros padres?


Es probable que hayan leído o les hayan compartido sobre un caso ocurrido en Perú: una mujer quien fincó su casa en el terreno regalado por su (ahora) ex suegro optó por destruirla para no dejársela y así poder devolver el terreno como lo recibió: sin nada.


Así parece muy extremo hasta que empezamos a profundizar un poco más: el señor había regalado el terreno a la pareja, es decir, a su hijo y esposa; el hijo decidió por una nueva pareja, dejó el hogar familiar donde vivían su ahora exesposa y sus hijos; el suegro decidió pedir el terreno porque estaba en desacuerdo sobre el actuar de su -ahora- ex nuera.


Es un caso de libro de texto sobre cómo asegurar la destrucción mutua, el clásico “si no es mío, no es de nadie” porque ese terreno, en realidad, es un regalo envenenado:


  • Hubo “letras chiquitas”. Al decirle a nuestros hijos “te regalo el terreno para que tengas un patrimonio y sea más fácil empezar tu vida independiente” no debe conllevar condiciones de ninguna clase. Es un regalo, no una forma de controlar su vida o sus decisiones.

  • Fue excluyente. A diferencia de un libro o una joya que puede ser para una sola persona, hay patrimonios que se vuelven compartidos, como en el caso de un terreno regalado a nuestro hijo por su matrimonio. ¿Para quién es el regalo?, ¿es para el hijo o para que la pareja pueda empezar un patrimonio propio?, ¿es para los nietos, como en el caso de la mujer en Perú? Aquí funcionó como cuando nos daban algo de niños y nos remarcaban “esto es para tí”.

  • Se tomaron decisiones al calor del momento. Una ruptura rara vez sólo afecta a la pareja: se mueve hacia su círculo cercano donde todos toman una postura y dan consejos. En mi experiencia, los consejos familiares suelen carecer de distancia porque el tema es emocional y cada quien defenderá su parte de la historia. Aquí es donde suele escucharse “esto es tuyo, se lo diste a tu sangre no a su familia; ellos no lo trabajaron y no tiene por qué quedarselo”.

  • No se formalizó. Dicen que la mejor de las memorias no es tan fiable como la peor de las tintas y en temas de traspaso de bienes siempre es necesario formalizar, justamente para que lleguemos a acuerdos asesorados por un experto quien -con su ética profesional y experiencia- les permitirá tomar el mejor camino para asegurar tanto el patrimonio como los lazos familiares, aún ante una circunstancia tan dolorosa como un divorcio.


Una visión de largo plazo del patrimonio nos permite explorar soluciones para que las siguientes generaciones lo puedan acrecentar; de otra manera, muere con nosotros; se vuelve un objeto de conflicto, un “regalo envenenado” que es mejor desechar.


Guillermo Monroy es experto en herencias, legados y fideicomisos

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com