/ lunes 13 de julio de 2020

¿Violencia política o construcción del bien común?

En días recientes, los espacios de discusión pública han sido escenario de fuertes discusiones políticas. Esto es sin duda, una señal de que hemos avanzado en el camino a la sociedad libre y democrática que aspiramos tener, en la que se permite la diferencia de opinión y la pluralidad de ideas.

Después de muchos años de lucha, hoy México es un país en el que es posible contender a un cargo público por la vía democrática. Ahora más que nunca, quienes ocupamos los espacios gubernamentales sabemos que la competencia propicia una cuidadosa observancia por parte de la ciudadanía, por lo que cada movimiento realizado desde el gobierno será calificado y recordado al momento de las votaciones.

Esto es muy positivo para los ciudadanos, pues los gobernantes deben procurar de manera permanente elevar cada vez más la calidad de su trabajo en favor de aquéllos a quienes representan. Sin embargo, por otra parte, la competencia política deja de ser benéfica cuando se transforma en violencia; es decir, cuando el golpeteo entre unos y otros lleva a los políticos y gobernantes a la confrontación y a la división.

En el gobierno municipal de Chihuahua hemos hablado en diversas ocasiones del gran costo que representa para todos la omisión en política pública. Desde que llegamos en 2016, comenzamos un exhaustivo trabajo en favor de las zonas en las que se había dejado de invertir en servicios e infraestructura, provocando una enorme brecha entre distintas zonas de la ciudad.

Hace falta tan sólo voltear a ver a nuestra hermana Ciudad Juárez, y observar el grave problema de carencia de agua que ahora enfrentan, o el enorme rezago en infraestructura que padecen para darnos cuenta del gran “costo de no hacer” y sus terribles consecuencias.

Por ello, quienes ocupamos un cargo público, y todo aquél que aspire a una posición de gobierno, debe dirigir su competencia política por una vía sana y constructiva, de diálogo, que nos lleve a todos a sacar lo mejor que tenemos para los ciudadanos, y nunca a ponernos el pie unos a otros, frenando grandes proyectos para el bien común, u obstruyendo la eficiencia de la obra y los servicios públicos.

Debemos superar la idea de una política divisoria y violenta, en la que sus actores se dedican más al golpeteo que al trabajo por el bien de los ciudadanos. Los discursos de “adversarios” no solucionan los problemas más cercanos y más reales de la ciudadanía. No llevan agua, pavimento o infraestructura a las colonias, por el contrario, distraen y paralizan a aquéllos que deben trabajar en ello.

Los buenos gobiernos no se distinguen sólo por saber señalar los errores del pasado, o del oponente, sino por dar buenos resultados. Se caracterizan porque impulsan políticas públicas e infraestructura para las colonias marginadas, como lo hemos hecho en la capital; o porque manejan los recursos públicos con responsabilidad y transparencia, como se ha hecho en el municipio de Chihuahua, donde hemos logrado una destacada calificación en materia de transparencia, a través de la evaluación de Cimtra, y las calificaciones crediticias más altas en el país.



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En días recientes, los espacios de discusión pública han sido escenario de fuertes discusiones políticas. Esto es sin duda, una señal de que hemos avanzado en el camino a la sociedad libre y democrática que aspiramos tener, en la que se permite la diferencia de opinión y la pluralidad de ideas.

Después de muchos años de lucha, hoy México es un país en el que es posible contender a un cargo público por la vía democrática. Ahora más que nunca, quienes ocupamos los espacios gubernamentales sabemos que la competencia propicia una cuidadosa observancia por parte de la ciudadanía, por lo que cada movimiento realizado desde el gobierno será calificado y recordado al momento de las votaciones.

Esto es muy positivo para los ciudadanos, pues los gobernantes deben procurar de manera permanente elevar cada vez más la calidad de su trabajo en favor de aquéllos a quienes representan. Sin embargo, por otra parte, la competencia política deja de ser benéfica cuando se transforma en violencia; es decir, cuando el golpeteo entre unos y otros lleva a los políticos y gobernantes a la confrontación y a la división.

En el gobierno municipal de Chihuahua hemos hablado en diversas ocasiones del gran costo que representa para todos la omisión en política pública. Desde que llegamos en 2016, comenzamos un exhaustivo trabajo en favor de las zonas en las que se había dejado de invertir en servicios e infraestructura, provocando una enorme brecha entre distintas zonas de la ciudad.

Hace falta tan sólo voltear a ver a nuestra hermana Ciudad Juárez, y observar el grave problema de carencia de agua que ahora enfrentan, o el enorme rezago en infraestructura que padecen para darnos cuenta del gran “costo de no hacer” y sus terribles consecuencias.

Por ello, quienes ocupamos un cargo público, y todo aquél que aspire a una posición de gobierno, debe dirigir su competencia política por una vía sana y constructiva, de diálogo, que nos lleve a todos a sacar lo mejor que tenemos para los ciudadanos, y nunca a ponernos el pie unos a otros, frenando grandes proyectos para el bien común, u obstruyendo la eficiencia de la obra y los servicios públicos.

Debemos superar la idea de una política divisoria y violenta, en la que sus actores se dedican más al golpeteo que al trabajo por el bien de los ciudadanos. Los discursos de “adversarios” no solucionan los problemas más cercanos y más reales de la ciudadanía. No llevan agua, pavimento o infraestructura a las colonias, por el contrario, distraen y paralizan a aquéllos que deben trabajar en ello.

Los buenos gobiernos no se distinguen sólo por saber señalar los errores del pasado, o del oponente, sino por dar buenos resultados. Se caracterizan porque impulsan políticas públicas e infraestructura para las colonias marginadas, como lo hemos hecho en la capital; o porque manejan los recursos públicos con responsabilidad y transparencia, como se ha hecho en el municipio de Chihuahua, donde hemos logrado una destacada calificación en materia de transparencia, a través de la evaluación de Cimtra, y las calificaciones crediticias más altas en el país.



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