/ viernes 27 de octubre de 2023

Antes que se nos olvide | 163 años de impunidad

México está considerado como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Los asesinatos de comunicadores en nuestro país datan de 1860 y han ido incrementando a través del tiempo, pues cada vez hay más cobardes, que armados hasta los dientes, matan a quien se defiende con tinta y papel.

En el libro Periodistas Asesinados, del sonorense Carlos Moncada Ochoa, relata diversos crímenes ocurridos desde 1860 hasta 1990, la mayoría de esas historias contienen un ingrediente esencial, la impunidad, como el asesinato de Ángel Pulido, director del rotativo mexiquense El Implacable. Un 20 de junio de 1923, el periodista, coincidió en el vestíbulo de la Cámara de Diputados con el coronel Filiberto Gómez Díaz, luego de discutir acaloradamente con Pulido, Gómez sacó una pistola para amedrentarlo, forcejearon y un instante después, el periodista recibió dos balazos. El coronel se presentó a declarar, amparado por su fuero, pues era diputado, además estaba respaldado por su hermano Abundio Gómez, en ese tiempo gobernador del Estado de México. Nunca pisó la cárcel durante el corto proceso legal, posteriormente fue declarado inocente. Seis años después de ese crimen, Filiberto se convirtió en gobernador del Estado de México, para continuar con la tradición familiar.

Los asesinatos de periodistas han incrementado en cada década. En los ochenta, por mencionar algunos, Jorge Ortiz Lagunas, Aarón Flores Heredia, Javier Juárez Vázquez y el chihuahuense Ignacio Rodríguez Terrazas, quien falleció durante la guerra de El Salvador, tristemente fue el primer periodista extranjero asesinado en ese conflicto. Pero las muertes que causaron más impacto en los ochenta fueron las de Manuel Buendía y Carlos Loret de Mola, abuelo del reconocido conductor del mismo nombre. En este caso, la versión oficial señaló que murió en un accidente automovilístico, pero presuntamente fue un crimen. Loret de Mola se dirigía a Ixtapa- Zihuatanejo, antes del percance, había sido detenido en un retén militar, confiscándole una pistola que traía, discutió con los soldados y continuó su viaje sin esperar el recibo por el decomiso, 45 kilómetros más adelante su auto cayó en un precipicio. Su hijo Rafael Loret de Mola, sostiene la hipótesis del homicidio, principalmente porque su cuerpo fue inhumado sin avisar a ningún familiar.

En 2017, el periodismo mexicano se tiñó de rojo, de 55 comunicadores asesinados en todo el mundo, 11 fueron en México, entre ellos, la chihuahuense Miroslava Breach y el sinaloense Javier Valdez, ambos especialistas en temas de narcotráfico. En el 2020, mataron a 50 periodistas a nivel mundial, nuevamente México ocupó el penoso primer lugar, esa vez, con ocho comunicadores asesinados.

Según Reporteros sin Fronteras, en el transcurso de este año, han matado a 36 periodistas a nivel mundial y otra vez México encabeza la lista con cinco, superando a países como Ucrania que está en guerra o lugares que tienen fama de peligrosos, como Irak, Afganistán y Bangladesh.

Es obligación de las autoridades proteger al gremio periodístico, es injusto y cruel, que quienes hacen su trabajo de manera profesional, pierdan la vida a manos de cobardes. Así mismo, es su deber dar seguimiento a todos los crímenes, realizando una investigación auténtica, fidedigna, para dar con los culpables, es inadmisible, que, a 163 años del primer caso documentado de un periodista mexicano asesinado, la impunidad continúe en la mayoría de los casos.


México está considerado como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Los asesinatos de comunicadores en nuestro país datan de 1860 y han ido incrementando a través del tiempo, pues cada vez hay más cobardes, que armados hasta los dientes, matan a quien se defiende con tinta y papel.

En el libro Periodistas Asesinados, del sonorense Carlos Moncada Ochoa, relata diversos crímenes ocurridos desde 1860 hasta 1990, la mayoría de esas historias contienen un ingrediente esencial, la impunidad, como el asesinato de Ángel Pulido, director del rotativo mexiquense El Implacable. Un 20 de junio de 1923, el periodista, coincidió en el vestíbulo de la Cámara de Diputados con el coronel Filiberto Gómez Díaz, luego de discutir acaloradamente con Pulido, Gómez sacó una pistola para amedrentarlo, forcejearon y un instante después, el periodista recibió dos balazos. El coronel se presentó a declarar, amparado por su fuero, pues era diputado, además estaba respaldado por su hermano Abundio Gómez, en ese tiempo gobernador del Estado de México. Nunca pisó la cárcel durante el corto proceso legal, posteriormente fue declarado inocente. Seis años después de ese crimen, Filiberto se convirtió en gobernador del Estado de México, para continuar con la tradición familiar.

Los asesinatos de periodistas han incrementado en cada década. En los ochenta, por mencionar algunos, Jorge Ortiz Lagunas, Aarón Flores Heredia, Javier Juárez Vázquez y el chihuahuense Ignacio Rodríguez Terrazas, quien falleció durante la guerra de El Salvador, tristemente fue el primer periodista extranjero asesinado en ese conflicto. Pero las muertes que causaron más impacto en los ochenta fueron las de Manuel Buendía y Carlos Loret de Mola, abuelo del reconocido conductor del mismo nombre. En este caso, la versión oficial señaló que murió en un accidente automovilístico, pero presuntamente fue un crimen. Loret de Mola se dirigía a Ixtapa- Zihuatanejo, antes del percance, había sido detenido en un retén militar, confiscándole una pistola que traía, discutió con los soldados y continuó su viaje sin esperar el recibo por el decomiso, 45 kilómetros más adelante su auto cayó en un precipicio. Su hijo Rafael Loret de Mola, sostiene la hipótesis del homicidio, principalmente porque su cuerpo fue inhumado sin avisar a ningún familiar.

En 2017, el periodismo mexicano se tiñó de rojo, de 55 comunicadores asesinados en todo el mundo, 11 fueron en México, entre ellos, la chihuahuense Miroslava Breach y el sinaloense Javier Valdez, ambos especialistas en temas de narcotráfico. En el 2020, mataron a 50 periodistas a nivel mundial, nuevamente México ocupó el penoso primer lugar, esa vez, con ocho comunicadores asesinados.

Según Reporteros sin Fronteras, en el transcurso de este año, han matado a 36 periodistas a nivel mundial y otra vez México encabeza la lista con cinco, superando a países como Ucrania que está en guerra o lugares que tienen fama de peligrosos, como Irak, Afganistán y Bangladesh.

Es obligación de las autoridades proteger al gremio periodístico, es injusto y cruel, que quienes hacen su trabajo de manera profesional, pierdan la vida a manos de cobardes. Así mismo, es su deber dar seguimiento a todos los crímenes, realizando una investigación auténtica, fidedigna, para dar con los culpables, es inadmisible, que, a 163 años del primer caso documentado de un periodista mexicano asesinado, la impunidad continúe en la mayoría de los casos.