/ viernes 24 de noviembre de 2023

Antes que se nos olvide | Un verdadero Buen Fin 

Durante el sexenio de Felipe Calderón se realizó la primera edición del Buen Fin, una iniciativa para generar mayor derrama económica durante el mes de noviembre. Creándose así, un Black Friday a la mexicana, con ofertas atractivas y de paso los comercios se liberan de mercancía con baja rotación. El concepto o estrategia funcionó muy bien desde el inicio, y ya es una tradición en el país, sin embargo, desde hace unos años, el ambiente se ha tornado algo hostil, pues muchas de las personas que visitan las tiendas, van con mala actitud, o sea en “modo estrés”, “modo soberbio, o “modo altanero”. Algunos, con ceño fruncido o cara de pocos amigos, quizás van exclusivamente a buscar el error en la etiqueta, para luego atacar al gerente, exigiendo se les respete el precio y terminar pagando 15 “pesotes” por una pantalla. Como es sabido, en varias de las ediciones pasadas, por colocar un punto o una coma donde no debe ser, algunas personas han adquirido principalmente pantallas a un precio ínfimo. Recuerdo que hace como dos años aquí en Chihuahua, varias clientes se atrincheraron en una tienda de autoservicio, permaneciendo ahí hasta la madrugada que consiguieron les respetaran el precio en unas televisiones mal etiquetadas.

El Buen Fin es una gran oportunidad de conseguir artículos a precios bajos, y es muy positivo, sin embargo, algunas personas llegan estresadas, pues sienten que les van a ganar las ofertas, y si hay que pelear con uñas y dientes por el artículo “especial”, lo hacen, pero después cuando pasa la efervescencia, varios se arrepienten de andar haciendo papelitos, pues el “anhelado producto” no valía la pena, y para rematar, luego hasta andan batallando para pagarlo, pues saturaron la tarjeta de crédito.

Una vez leí, “Sólo los ignorantes y los idiotas pueden decir, ¡Esto es mío!” , y es cierto, muchos se empeñan en creer que los bienes materiales les pertenecerán eternamente, por supuesto, todos sabemos que no es así, pero el materialismo se impone y algunos valoran más el automóvil, joyas o casa, que la vida misma. Obviamente el dinero es fundamental en la vida, pero no hay que sobrevalorar lo que se adquiere con él, al fin y al cabo, son sólo charcos de felicidad.

Claro, cada uno hace con su dinero lo que desee, pero no hay que dejarse llevar por el consumismo histérico, el cual nos puede hacer creer que un Buen Fin, depende de comprar decenas de artículos, no, un verdadero Buen Fin, es convivir con la familia, mantener una actitud positiva, relajarse mental y espiritualmente.


Durante el sexenio de Felipe Calderón se realizó la primera edición del Buen Fin, una iniciativa para generar mayor derrama económica durante el mes de noviembre. Creándose así, un Black Friday a la mexicana, con ofertas atractivas y de paso los comercios se liberan de mercancía con baja rotación. El concepto o estrategia funcionó muy bien desde el inicio, y ya es una tradición en el país, sin embargo, desde hace unos años, el ambiente se ha tornado algo hostil, pues muchas de las personas que visitan las tiendas, van con mala actitud, o sea en “modo estrés”, “modo soberbio, o “modo altanero”. Algunos, con ceño fruncido o cara de pocos amigos, quizás van exclusivamente a buscar el error en la etiqueta, para luego atacar al gerente, exigiendo se les respete el precio y terminar pagando 15 “pesotes” por una pantalla. Como es sabido, en varias de las ediciones pasadas, por colocar un punto o una coma donde no debe ser, algunas personas han adquirido principalmente pantallas a un precio ínfimo. Recuerdo que hace como dos años aquí en Chihuahua, varias clientes se atrincheraron en una tienda de autoservicio, permaneciendo ahí hasta la madrugada que consiguieron les respetaran el precio en unas televisiones mal etiquetadas.

El Buen Fin es una gran oportunidad de conseguir artículos a precios bajos, y es muy positivo, sin embargo, algunas personas llegan estresadas, pues sienten que les van a ganar las ofertas, y si hay que pelear con uñas y dientes por el artículo “especial”, lo hacen, pero después cuando pasa la efervescencia, varios se arrepienten de andar haciendo papelitos, pues el “anhelado producto” no valía la pena, y para rematar, luego hasta andan batallando para pagarlo, pues saturaron la tarjeta de crédito.

Una vez leí, “Sólo los ignorantes y los idiotas pueden decir, ¡Esto es mío!” , y es cierto, muchos se empeñan en creer que los bienes materiales les pertenecerán eternamente, por supuesto, todos sabemos que no es así, pero el materialismo se impone y algunos valoran más el automóvil, joyas o casa, que la vida misma. Obviamente el dinero es fundamental en la vida, pero no hay que sobrevalorar lo que se adquiere con él, al fin y al cabo, son sólo charcos de felicidad.

Claro, cada uno hace con su dinero lo que desee, pero no hay que dejarse llevar por el consumismo histérico, el cual nos puede hacer creer que un Buen Fin, depende de comprar decenas de artículos, no, un verdadero Buen Fin, es convivir con la familia, mantener una actitud positiva, relajarse mental y espiritualmente.