/ jueves 17 de noviembre de 2022

Cinco errores que impiden una sucesión hereditaria exitosa

Por: Guillermo Monroy


La mejor forma de sabotear la gestión de un legado de largo plazo es minimizar los riesgos, y no, no hablamos de los grandes cambios en el mundo, la incertidumbre de los ciclos económicos o el auge (y caída) de nuevas tecnologías, sino los que están latentes en nuestra propia familia y que, ante la pérdida de un ser querido, se manifiestan con toda su fuerza hasta descarrilar un proceso que debía ser ordenado.

¿Cuáles son las formas más efectivas de sabotear una sucesión hereditaria?

Por obvio que parezca, la mejor forma de poner en riesgo el patrimonio y a la propia familia es la resistencia a la realidad cuando ésta nos resulta dolorosa o frustra nuestros deseos más anhelados, por eso optamos por romantizar las relaciones familiares, esperando que todos los potenciales herederos “se lleven bien” aunque tengamos años de animadversiones y conflictos sin resolver entre nuestros seres queridos.

En el caso de las empresas familiares, esta romantización tiene dos caras: forzar la incursión de la familia en el negocio, lo que incluso puede poner en riesgo a la propia empresa si el heredero no cuenta con el respaldo, el interés o la preparación; en este caso, es clave llevar un proceso con total objetividad y comunicación constante para evaluar los roles que pueden tener los potenciales herederos, que no necesariamente son las direcciones generales, sino aquellos puestos donde puedan aportar su talento y visión de manera óptima para el círculo profesional-familiar.

La otra cara es la exclusión de potenciales herederos. Aquí es muy importante recordar que en México no hay “herederos forzosos”, a diferencia de otros países, donde los hijos o nietos se consideran beneficiarios indiscutibles; sin embargo, lo más común es que los padres sí hereden a los hijos y que hagan discriminación entre ellos, ya sea por género, edad o éxito económico, entre otros factores.

La decisión de excluir puede obedecer a las mejores intenciones: heredar sólo al primogénito porque se presupone cuidará de la familia -lo cual es un riesgo si no se dejan claramente establecidas las obligaciones-, excluir a las mujeres porque tienen a su familia o beneficiar a los hijos menores porque “están en desventaja”, lo que abre la puerta a que los herederos -junto con sus abogados- dediquen tiempo y esfuerzo a echar abajo la organización hereditaria dispuesta.

Ahora consideremos cuando hay varios cónyuges y/o hijos de distintas relaciones, donde los herederos -que no necesariamente se llevan bien entre ellos- pueden verse obligados a realizar operaciones financieras o empresariales conjuntas debido a la distribución de bienes, agravándose si los albaceas carecen de instrucciones precisas o faltaron reglas específicas en instrumentos como los fideicomisos.

Aun en familias mucho más nucleares, también hay conflictos garantizados, en especial, con fórmulas de equidad mal entendida, y el mejor ejemplo es: “Dejo a mis hijos, en total igualdad de condiciones, la herencia, siendo mi hijo mayor el albacea”, porque aunque pareciera que todos son exactamente beneficiados, en realidad, es una fórmula totalmente arbitraria que incentiva el conflicto, que siempre conllevará afectaciones emocionales y financieras a la familia.

Insistir en la romantización de que todos nuestros seres queridos según nuestra fantasía nos lleva al último error y más grave: no contar con asesoría especializada, y aquí hay miles de razones: porque asumimos que nadie conoce a nuestra familia como nosotros, asumir que un asesor externo sería intrusivo e innecesario, minimizar los conflictos presentes, asumir el control de situaciones y -la más difícil de todas- enfrentar nuestras propias emociones que negamos reconocer ya sea de afinidades o desapegos.

El testamento es apenas uno de los componentes para generar legados, los cuales bien pueden descansar en el patrimonio, pero su consolidación en el largo plazo, depende de la fuerza de las familias.



Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


Por: Guillermo Monroy


La mejor forma de sabotear la gestión de un legado de largo plazo es minimizar los riesgos, y no, no hablamos de los grandes cambios en el mundo, la incertidumbre de los ciclos económicos o el auge (y caída) de nuevas tecnologías, sino los que están latentes en nuestra propia familia y que, ante la pérdida de un ser querido, se manifiestan con toda su fuerza hasta descarrilar un proceso que debía ser ordenado.

¿Cuáles son las formas más efectivas de sabotear una sucesión hereditaria?

Por obvio que parezca, la mejor forma de poner en riesgo el patrimonio y a la propia familia es la resistencia a la realidad cuando ésta nos resulta dolorosa o frustra nuestros deseos más anhelados, por eso optamos por romantizar las relaciones familiares, esperando que todos los potenciales herederos “se lleven bien” aunque tengamos años de animadversiones y conflictos sin resolver entre nuestros seres queridos.

En el caso de las empresas familiares, esta romantización tiene dos caras: forzar la incursión de la familia en el negocio, lo que incluso puede poner en riesgo a la propia empresa si el heredero no cuenta con el respaldo, el interés o la preparación; en este caso, es clave llevar un proceso con total objetividad y comunicación constante para evaluar los roles que pueden tener los potenciales herederos, que no necesariamente son las direcciones generales, sino aquellos puestos donde puedan aportar su talento y visión de manera óptima para el círculo profesional-familiar.

La otra cara es la exclusión de potenciales herederos. Aquí es muy importante recordar que en México no hay “herederos forzosos”, a diferencia de otros países, donde los hijos o nietos se consideran beneficiarios indiscutibles; sin embargo, lo más común es que los padres sí hereden a los hijos y que hagan discriminación entre ellos, ya sea por género, edad o éxito económico, entre otros factores.

La decisión de excluir puede obedecer a las mejores intenciones: heredar sólo al primogénito porque se presupone cuidará de la familia -lo cual es un riesgo si no se dejan claramente establecidas las obligaciones-, excluir a las mujeres porque tienen a su familia o beneficiar a los hijos menores porque “están en desventaja”, lo que abre la puerta a que los herederos -junto con sus abogados- dediquen tiempo y esfuerzo a echar abajo la organización hereditaria dispuesta.

Ahora consideremos cuando hay varios cónyuges y/o hijos de distintas relaciones, donde los herederos -que no necesariamente se llevan bien entre ellos- pueden verse obligados a realizar operaciones financieras o empresariales conjuntas debido a la distribución de bienes, agravándose si los albaceas carecen de instrucciones precisas o faltaron reglas específicas en instrumentos como los fideicomisos.

Aun en familias mucho más nucleares, también hay conflictos garantizados, en especial, con fórmulas de equidad mal entendida, y el mejor ejemplo es: “Dejo a mis hijos, en total igualdad de condiciones, la herencia, siendo mi hijo mayor el albacea”, porque aunque pareciera que todos son exactamente beneficiados, en realidad, es una fórmula totalmente arbitraria que incentiva el conflicto, que siempre conllevará afectaciones emocionales y financieras a la familia.

Insistir en la romantización de que todos nuestros seres queridos según nuestra fantasía nos lleva al último error y más grave: no contar con asesoría especializada, y aquí hay miles de razones: porque asumimos que nadie conoce a nuestra familia como nosotros, asumir que un asesor externo sería intrusivo e innecesario, minimizar los conflictos presentes, asumir el control de situaciones y -la más difícil de todas- enfrentar nuestras propias emociones que negamos reconocer ya sea de afinidades o desapegos.

El testamento es apenas uno de los componentes para generar legados, los cuales bien pueden descansar en el patrimonio, pero su consolidación en el largo plazo, depende de la fuerza de las familias.



Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com