/ sábado 21 de septiembre de 2019

Cuerpo y espíritu

“El mejor remedio para el cuerpo es serenar el espíritu”


Necesitamos dos cosas: un cuerpo sano y dentro de éste, un buen espíritu. La vulnerabilidad física casi siempre es indicación de alguna irregularidad en nuestro pensamiento o a nivel espiritual.


Muere más gente por apurarse por todo, que por trabajar en exceso. En muchísimos casos, la enfermedad es más bien psicológica que fisiológica, y los médicos, cuando lo intentan, en muchos casos tienen más éxito por sugestión (efecto placebo) que con medicamentos. Muchos pacientes sanan por decirles unas cuantas palabras amables e infundirles optimismo, que por todas las recetas del mundo.


Es más barato cuidarse que medicinarse.


Hay personas que nunca llegan a envejecer y mueren jóvenes, y podemos afirmar que el que se excede en analizar su vida, no le queda tiempo para vivirla. Los años, con los pensamientos adecuados, nos deben traer sabiduría y una mayor salud, no decrepitud. Lo que importa no es cuántos años tenemos sino qué clase de viejos somos, pues la diferencia entre la juventud y la vejez no son los años, sino nuestra actitud mental hacia la vida con sus alegrías, con sus penas, sus cuidados, y sus responsabilidades. ¿Qué nos dice nuestro espíritu?


He descubierto que para vivir bien y mejor, la curiosidad y el interés en la vida, son elementos esenciales. Dejar decaer la curiosidad es acercarnos al final. La edad resulta siendo un atributo del alma. Y normalmente el tiempo lo contamos por los cambios que se operan en nosotros mismos, no por los años,


Cuando declaramos que nos queda poco tiempo de vida, estamos programando nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para que el fin llegue pronto. La vejez no es cuestión de años, sino del número de lamentos, no es de tener canas por fuera, sino por dentro.


Actualmente, muchos médicos en Escocia recetan caminatas en el campo y más contacto con la naturaleza como un efectivo “medicamento”.


Algo importante es afirmar que la falta de dominio sobre nosotros mismos es una de las principales causas de enfermedad. Pensamientos, emociones y sentimientos nos demuestran que están en un curso constante de acción y reacción mutua, mientras dura la vida.


La conexión mente, espíritu y cuerpo cada vez queda más demostrada por la ciencia actual.



“El mejor remedio para el cuerpo es serenar el espíritu”


Necesitamos dos cosas: un cuerpo sano y dentro de éste, un buen espíritu. La vulnerabilidad física casi siempre es indicación de alguna irregularidad en nuestro pensamiento o a nivel espiritual.


Muere más gente por apurarse por todo, que por trabajar en exceso. En muchísimos casos, la enfermedad es más bien psicológica que fisiológica, y los médicos, cuando lo intentan, en muchos casos tienen más éxito por sugestión (efecto placebo) que con medicamentos. Muchos pacientes sanan por decirles unas cuantas palabras amables e infundirles optimismo, que por todas las recetas del mundo.


Es más barato cuidarse que medicinarse.


Hay personas que nunca llegan a envejecer y mueren jóvenes, y podemos afirmar que el que se excede en analizar su vida, no le queda tiempo para vivirla. Los años, con los pensamientos adecuados, nos deben traer sabiduría y una mayor salud, no decrepitud. Lo que importa no es cuántos años tenemos sino qué clase de viejos somos, pues la diferencia entre la juventud y la vejez no son los años, sino nuestra actitud mental hacia la vida con sus alegrías, con sus penas, sus cuidados, y sus responsabilidades. ¿Qué nos dice nuestro espíritu?


He descubierto que para vivir bien y mejor, la curiosidad y el interés en la vida, son elementos esenciales. Dejar decaer la curiosidad es acercarnos al final. La edad resulta siendo un atributo del alma. Y normalmente el tiempo lo contamos por los cambios que se operan en nosotros mismos, no por los años,


Cuando declaramos que nos queda poco tiempo de vida, estamos programando nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu para que el fin llegue pronto. La vejez no es cuestión de años, sino del número de lamentos, no es de tener canas por fuera, sino por dentro.


Actualmente, muchos médicos en Escocia recetan caminatas en el campo y más contacto con la naturaleza como un efectivo “medicamento”.


Algo importante es afirmar que la falta de dominio sobre nosotros mismos es una de las principales causas de enfermedad. Pensamientos, emociones y sentimientos nos demuestran que están en un curso constante de acción y reacción mutua, mientras dura la vida.


La conexión mente, espíritu y cuerpo cada vez queda más demostrada por la ciencia actual.