/ viernes 21 de octubre de 2022

¿Debo preguntar por los costos de heredar? 

Por: Guillermo Monroy

“Sí hay un testamento pero de todas formas tengo que pagar varias cosas”, “¿y no es mejor heredar en vida?”, “es que me va a salir más caro con el testamento; mejor dar en vida”. No son comentarios al azar: son preocupaciones válidas y frecuentes de quienes heredaron o pueden ser herederos.

Sin importar el objeto, propiedad o derecho que queremos heredar, lo primero es recordar que en México, a diferencia de países como España, no hay “herederos forzosos”, es decir: ningún pariente directo ascendente o descendente como hijos, nietos o cualquier otro familiar tiene derecho, en sí mismo, a nuestro patrimonio.

Esto significa que cualquier herencia -en México- es un regalo: un reconocimiento del afecto que se traduce en el cuidado de los hijos -sean menores o mayores de edad-, el deseo de transferir el fruto del trabajo como puede ser dinero, propiedades u obras de arte; la búsqueda de profundizar un legado en la comunidad a través de fortalecer un negocio familiar, una fundación, colección de arte, entre otros objetivos.

Por eso es importante comunicar la decisión previamente a realizar el testamento: Es mejor identificar si el potencial heredero tiene interés en la propiedad, cuenta con los recursos para poder solventar los compromisos adquisitivos que pudieran estar asociados -e igualmente importante- si esta decisión es aceptada como el regalo que es.

Si bien en México no hay impuesto a las herencias, a diferencia de España, Francia, Dinamarca, Alemania o Suiza donde sí hay un gravamen sobre sucesiones y donaciones, sí se deben llevar a cabo ciertos trámites, por ejemplo, por el traslado de dominio de una propiedad se contempla un impuesto local y el pago de escrituración -tal y como ocurre en la adquisición de cualquier propiedad- el cual oscila entre el 4 a 6% del valor comercial del inmueble.

Un caso especialmente delicado es si hay hijos menores de edad, quienes pueden quedar en el desamparo si faltan sus cuidadores primarios. Es mejor anticipar y hablar con claridad con quienes puedan ejercer este rol: si cuentan con los recursos emocionales y financieros, a largo plazo, para poder ejercer esta responsabilidad, si fuera necesario.

Lo más importante es entender que heredar es un acto de amor y cuidado. Un regalo que nos gustaría fuera recibido con agradecimiento; pero no podemos descartar que pueda haber reticencias por la ruta legal y administrativa a seguir, o con enojo por considerarlo injusto o insuficiente.

Lo ideal es tener asesoría para poder realizar una planeación que realmente refleje la visión y objetivos de los testadores, evaluar las distintas dimensiones legales, impositivas, administrativas y familiares, así como abrir espacios de comunicación asertiva para escuchar las dudas de los potenciales herederos.

La planeación permite una mejor toma de decisiones, dando a nuestro regalo una justa dimensión: un acto de reconocimiento, amor y cuidado, aun cuando ya no estemos.

Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


Por: Guillermo Monroy

“Sí hay un testamento pero de todas formas tengo que pagar varias cosas”, “¿y no es mejor heredar en vida?”, “es que me va a salir más caro con el testamento; mejor dar en vida”. No son comentarios al azar: son preocupaciones válidas y frecuentes de quienes heredaron o pueden ser herederos.

Sin importar el objeto, propiedad o derecho que queremos heredar, lo primero es recordar que en México, a diferencia de países como España, no hay “herederos forzosos”, es decir: ningún pariente directo ascendente o descendente como hijos, nietos o cualquier otro familiar tiene derecho, en sí mismo, a nuestro patrimonio.

Esto significa que cualquier herencia -en México- es un regalo: un reconocimiento del afecto que se traduce en el cuidado de los hijos -sean menores o mayores de edad-, el deseo de transferir el fruto del trabajo como puede ser dinero, propiedades u obras de arte; la búsqueda de profundizar un legado en la comunidad a través de fortalecer un negocio familiar, una fundación, colección de arte, entre otros objetivos.

Por eso es importante comunicar la decisión previamente a realizar el testamento: Es mejor identificar si el potencial heredero tiene interés en la propiedad, cuenta con los recursos para poder solventar los compromisos adquisitivos que pudieran estar asociados -e igualmente importante- si esta decisión es aceptada como el regalo que es.

Si bien en México no hay impuesto a las herencias, a diferencia de España, Francia, Dinamarca, Alemania o Suiza donde sí hay un gravamen sobre sucesiones y donaciones, sí se deben llevar a cabo ciertos trámites, por ejemplo, por el traslado de dominio de una propiedad se contempla un impuesto local y el pago de escrituración -tal y como ocurre en la adquisición de cualquier propiedad- el cual oscila entre el 4 a 6% del valor comercial del inmueble.

Un caso especialmente delicado es si hay hijos menores de edad, quienes pueden quedar en el desamparo si faltan sus cuidadores primarios. Es mejor anticipar y hablar con claridad con quienes puedan ejercer este rol: si cuentan con los recursos emocionales y financieros, a largo plazo, para poder ejercer esta responsabilidad, si fuera necesario.

Lo más importante es entender que heredar es un acto de amor y cuidado. Un regalo que nos gustaría fuera recibido con agradecimiento; pero no podemos descartar que pueda haber reticencias por la ruta legal y administrativa a seguir, o con enojo por considerarlo injusto o insuficiente.

Lo ideal es tener asesoría para poder realizar una planeación que realmente refleje la visión y objetivos de los testadores, evaluar las distintas dimensiones legales, impositivas, administrativas y familiares, así como abrir espacios de comunicación asertiva para escuchar las dudas de los potenciales herederos.

La planeación permite una mejor toma de decisiones, dando a nuestro regalo una justa dimensión: un acto de reconocimiento, amor y cuidado, aun cuando ya no estemos.

Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com