/ jueves 18 de abril de 2019

Des… orden urbano, corrupción de todos

Pasan los años, y la imagen, estructura y funcionalidad de las poblaciones se ven fuertemente afectadas por personas y organismos que supuestamente deberían ser ejemplo de las nuevas generaciones.

En cualquier zona de la ciudad podemos encontrar ejemplos de “corrupción” en el ordenamiento urbano. El fin de semana pasé por la calle Washington cerca de la calle Mirador, en subida y me encontré con la “sorpresa” de una construcción que sobrepasa los límites permitidos, se aprecian unas columnas en “V” y la losa sobrepasando lo permitido, también recordé que este proyecto había pasado por el comité del Implan, y allí se habían realizado las observaciones correspondientes. Mas mi asombro fue que dicha construcción ya casi está terminada. Como ésta, existen cientos de construcciones donde “algo pasa” que finalmente se les da el permiso, y se construye. Aquí la dependencia encargada de regular no llevó a cabo su trabajo, el constructor “algo hizo” que, aun sabiendo que estaba equivocado, lo construyó, y el dueño de esta construcción “algo hizo” que logró que tanto el constructor como la dependencia dejaran realizar esta obra. Este formará parte de los monumentos a la corrupción en nuestra ciudad.

De igual manera podemos observar casos como el de un hotel que fue construido en la superficie de estacionamiento de un centro comercial, sobre uno de los periféricos. Cuando se construyó el centro comercial, se especificó un determinado número de cajones de estacionamiento. Sin embargo, bajo el “pretexto” del mismo número de cajones, se construyó un hotel, dejando fuera las especificaciones que, en conjunto deberían tener. Y fácilmente pueden observar cómo se satura fuertemente en temporadas y épocas de mayor flujo. Aquí, la dependencia que autorizó el permiso no consideró los requerimientos totales, “algo pasó” para que se otorgara el permiso, el constructor “algo hizo” para construir, sabiendo que estaba equivocado, y el dueño del hotel “algo hizo” para que esto sucediera.

Así como estos ejemplos, podemos encontrar decenas de permisos que, aun con las observaciones por parte de dependencias como el Implan, se llevan a cabo y afectan fuertemente la funcionalidad de la ciudad. Podemos observar decenas de plazas nuevas que no cumplen con los requerimientos de cajones de estacionamiento y de flujo vehicular. O construcciones que “se comen” parte de las áreas destinadas al municipio por especificación. O decenas de colonias cerradas por los vecinos, supuestamente por seguridad, y que “por sus pistolas” y sin los permisos correspondientes impiden el flujo de personas y vehículos a través de las calles que son de la ciudad. O decenas de fraccionamientos que son construidos sin permisos correspondientes, sin cumplir los requerimientos y entorpeciendo el crecimiento armónico de la ciudad. Aquí también, los dueños “hicieron algo” para que esto pasara, los constructores “hicieron algo” para poder llevarlo a cabo sabiendo que estaba fuera de especificaciones, la dependencia encargada de regular “dejó pasar, por algo” estos incidentes sin mayor problema.

Gran parte del desorden urbano que tenemos es porque los actores dueños, constructores, desarrolladores, y dependencias gubernamentales están coludidos en una gran corrupción que, a través de los años, la ciudad se va acostumbrando a que esas cosas sucedan y tristemente todos somos parte de esa gran red de corrupción que permite este desorden.

Ojalá los dueños de los predios e inmuebles tuvieran “un poco” de conciencia urbana y más aún, un poco de ética, para lograr que las cosas se hicieran como lo establecen los planes, leyes y reglamentos urbanos.

Ojalá los constructores rechazaran construir obras que saben de antemano que están fuera de especificaciones y que no caigan en actos de “corrupción” sólo para poder ganar o quedar bien con el dueño.

Y más aún, ojalá que las dependencias encargadas de estas regulaciones estuvieran formadas por gente honesta que rechazara caer en la tentación de la corrupción económica o de tráfico de influencias.

Qué diferente se vería nuestra hermosa ciudad si tuviéramos dueños, constructores y funcionarios públicos, honestos. Pero lo más triste es que usted que está leyendo y yo, no hagamos nada para impedir que esto siga sucediendo.

email: antonio.rios@tec.mx


Pasan los años, y la imagen, estructura y funcionalidad de las poblaciones se ven fuertemente afectadas por personas y organismos que supuestamente deberían ser ejemplo de las nuevas generaciones.

En cualquier zona de la ciudad podemos encontrar ejemplos de “corrupción” en el ordenamiento urbano. El fin de semana pasé por la calle Washington cerca de la calle Mirador, en subida y me encontré con la “sorpresa” de una construcción que sobrepasa los límites permitidos, se aprecian unas columnas en “V” y la losa sobrepasando lo permitido, también recordé que este proyecto había pasado por el comité del Implan, y allí se habían realizado las observaciones correspondientes. Mas mi asombro fue que dicha construcción ya casi está terminada. Como ésta, existen cientos de construcciones donde “algo pasa” que finalmente se les da el permiso, y se construye. Aquí la dependencia encargada de regular no llevó a cabo su trabajo, el constructor “algo hizo” que, aun sabiendo que estaba equivocado, lo construyó, y el dueño de esta construcción “algo hizo” que logró que tanto el constructor como la dependencia dejaran realizar esta obra. Este formará parte de los monumentos a la corrupción en nuestra ciudad.

De igual manera podemos observar casos como el de un hotel que fue construido en la superficie de estacionamiento de un centro comercial, sobre uno de los periféricos. Cuando se construyó el centro comercial, se especificó un determinado número de cajones de estacionamiento. Sin embargo, bajo el “pretexto” del mismo número de cajones, se construyó un hotel, dejando fuera las especificaciones que, en conjunto deberían tener. Y fácilmente pueden observar cómo se satura fuertemente en temporadas y épocas de mayor flujo. Aquí, la dependencia que autorizó el permiso no consideró los requerimientos totales, “algo pasó” para que se otorgara el permiso, el constructor “algo hizo” para construir, sabiendo que estaba equivocado, y el dueño del hotel “algo hizo” para que esto sucediera.

Así como estos ejemplos, podemos encontrar decenas de permisos que, aun con las observaciones por parte de dependencias como el Implan, se llevan a cabo y afectan fuertemente la funcionalidad de la ciudad. Podemos observar decenas de plazas nuevas que no cumplen con los requerimientos de cajones de estacionamiento y de flujo vehicular. O construcciones que “se comen” parte de las áreas destinadas al municipio por especificación. O decenas de colonias cerradas por los vecinos, supuestamente por seguridad, y que “por sus pistolas” y sin los permisos correspondientes impiden el flujo de personas y vehículos a través de las calles que son de la ciudad. O decenas de fraccionamientos que son construidos sin permisos correspondientes, sin cumplir los requerimientos y entorpeciendo el crecimiento armónico de la ciudad. Aquí también, los dueños “hicieron algo” para que esto pasara, los constructores “hicieron algo” para poder llevarlo a cabo sabiendo que estaba fuera de especificaciones, la dependencia encargada de regular “dejó pasar, por algo” estos incidentes sin mayor problema.

Gran parte del desorden urbano que tenemos es porque los actores dueños, constructores, desarrolladores, y dependencias gubernamentales están coludidos en una gran corrupción que, a través de los años, la ciudad se va acostumbrando a que esas cosas sucedan y tristemente todos somos parte de esa gran red de corrupción que permite este desorden.

Ojalá los dueños de los predios e inmuebles tuvieran “un poco” de conciencia urbana y más aún, un poco de ética, para lograr que las cosas se hicieran como lo establecen los planes, leyes y reglamentos urbanos.

Ojalá los constructores rechazaran construir obras que saben de antemano que están fuera de especificaciones y que no caigan en actos de “corrupción” sólo para poder ganar o quedar bien con el dueño.

Y más aún, ojalá que las dependencias encargadas de estas regulaciones estuvieran formadas por gente honesta que rechazara caer en la tentación de la corrupción económica o de tráfico de influencias.

Qué diferente se vería nuestra hermosa ciudad si tuviéramos dueños, constructores y funcionarios públicos, honestos. Pero lo más triste es que usted que está leyendo y yo, no hagamos nada para impedir que esto siga sucediendo.

email: antonio.rios@tec.mx