/ jueves 3 de noviembre de 2022

El adiós de un líder: Don Eloy Vallina

Por: Guillermo Monroy

Tuve la oportunidad de conocer a don Eloy S. Vallina Lagüera, un auténtico emprendedor con un marcado interés por la creación de negocios que fueron muy exitosos, así como su preocupación por aportar a la comunidad, apoyando a distintas instituciones como el Tecnológico de Monterrey y el Centro Cultural Chihuahua.

Las pláticas que sostuvimos estuvieron marcadas por su personalidad emprendedora: ese entusiasmo de resolver dificultades, encontrar oportunidades, generar cambios que iban más allá de sí mismo, pues no podemos pasar por alto la impronta que ha dejado en la ciudad y en diversos lugares de Chihuahua.

De hecho, la familia Vallina es un ejemplo del compromiso que va más allá de los éxitos empresariales y que va desde los edificios emblemáticos, aunque también en las causas que han apoyado, como cultura y educación.

Aquí es donde podemos ver la importancia que debemos dar a los legados, pues va más allá de la sola transferencia de bienes patrimoniales: es una huella, un regalo, el producto del trabajo y aún más poderoso: una forma de conexión tan profunda que no termina con la entrega del patrimonio, sino que impulsa a dar lo mejor de nosotros para la siguiente generación, incluso más allá de nuestra familia.

Los legados empiezan con una de las preguntas más poderosas a través del tiempo y que ha dado pie a las dinastías: “¿cómo quiero ser recordado?”.

Y posterior a esa pregunta, debemos considerar algunas más: “¿cuáles son los bienes con los que cuento (más allá de lo obvio)?”, “¿cuál es mi ambición en este momento de mi vida?”, “¿qué expectativas tengo?”.

Cuando hablamos de legados, la primera imagen son los bienes patrimoniales, y en un segundo término, el recuerdo de la trayectoria y lo cierto, es que son mucho más ricos, intangibles y emotivos.

En alguna ocasión, en una charla que tuve con otro notable empresario, le pregunté qué le gustaría dejar como legado y su respuesta fue el deseo de que sus colaboradores lo recordaran como la persona que les ayudó a desarrollarse en su vida personal.

Aquí es importante la distinción: para este empresario sus herederos eran sus hijos y los beneficiarios de su legado eran quienes laboraron en su negocio.

El legado de don Eloy S. Vallina Lagüera será sin duda de largo alcance: aportó distintas riquezas a la comunidad, no sólo como empresario, también como una persona con una pasión por la innovación, la exploración de nuevos negocios, la historia y el medio ambiente.

Descanse en paz.


Por: Guillermo Monroy

Tuve la oportunidad de conocer a don Eloy S. Vallina Lagüera, un auténtico emprendedor con un marcado interés por la creación de negocios que fueron muy exitosos, así como su preocupación por aportar a la comunidad, apoyando a distintas instituciones como el Tecnológico de Monterrey y el Centro Cultural Chihuahua.

Las pláticas que sostuvimos estuvieron marcadas por su personalidad emprendedora: ese entusiasmo de resolver dificultades, encontrar oportunidades, generar cambios que iban más allá de sí mismo, pues no podemos pasar por alto la impronta que ha dejado en la ciudad y en diversos lugares de Chihuahua.

De hecho, la familia Vallina es un ejemplo del compromiso que va más allá de los éxitos empresariales y que va desde los edificios emblemáticos, aunque también en las causas que han apoyado, como cultura y educación.

Aquí es donde podemos ver la importancia que debemos dar a los legados, pues va más allá de la sola transferencia de bienes patrimoniales: es una huella, un regalo, el producto del trabajo y aún más poderoso: una forma de conexión tan profunda que no termina con la entrega del patrimonio, sino que impulsa a dar lo mejor de nosotros para la siguiente generación, incluso más allá de nuestra familia.

Los legados empiezan con una de las preguntas más poderosas a través del tiempo y que ha dado pie a las dinastías: “¿cómo quiero ser recordado?”.

Y posterior a esa pregunta, debemos considerar algunas más: “¿cuáles son los bienes con los que cuento (más allá de lo obvio)?”, “¿cuál es mi ambición en este momento de mi vida?”, “¿qué expectativas tengo?”.

Cuando hablamos de legados, la primera imagen son los bienes patrimoniales, y en un segundo término, el recuerdo de la trayectoria y lo cierto, es que son mucho más ricos, intangibles y emotivos.

En alguna ocasión, en una charla que tuve con otro notable empresario, le pregunté qué le gustaría dejar como legado y su respuesta fue el deseo de que sus colaboradores lo recordaran como la persona que les ayudó a desarrollarse en su vida personal.

Aquí es importante la distinción: para este empresario sus herederos eran sus hijos y los beneficiarios de su legado eran quienes laboraron en su negocio.

El legado de don Eloy S. Vallina Lagüera será sin duda de largo alcance: aportó distintas riquezas a la comunidad, no sólo como empresario, también como una persona con una pasión por la innovación, la exploración de nuevos negocios, la historia y el medio ambiente.

Descanse en paz.