/ jueves 26 de julio de 2018

El PRI subsiste (Segunda parte)

La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. A. Lavoisier, 1785.

Como lo decíamos la semana pasada, quien ha decidido los últimos tres ganadores de la contienda presidencial es el dueño del sistema: el PRI-gobierno.

En esta última disputa por la Presidencia de la República, la información de “radio pasillo” y algunas conclusiones personales nos hacen tener una visión de cómo se desarrollaron los hechos en estos últimos meses de la contienda.

El desencuentro definitivo entre el PAN institucional y el PRI-gobierno se da cuando intempestivamente en agosto de 2017, con la mayoría formada por el PRI-Verde y Nueva Alianza, el presidente Peña Nieto propone a Raúl Cervantes Andrade para designarlo como nuevo fiscal general de la nación, fuera de los acuerdos agendados y sin mediar consenso previo con la oposición, batalla que paralizó el congreso y que después de un largo y desgastante proceso, por fin, se dejaba fuera de agenda dicho punto.

El “Fiscal Carnal”, como fue bautizada esta maniobra del Ejecutivo, tratando de hacer el pase automático de procurador a fiscal general de la nación, para dejar resguardada la retaguardia de un decadente y convulsionado PRI, ante el embate de la coalición que se perfilaba se formaría entre el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano y la inminente salida del PRI del Gobierno de la República, las encuestas lo presagiaban, el PRI nunca alcanzó un segundo puesto, apenas y lograba un lejano tercer lugar.

Después de esta desgastante acción y algunas más, igual de ríspidas, la relación corporativa entre el PAN y el PRI-gobierno jamás volvió a ser la misma, prácticamente con los puentes y la comunicación rota, da inicio el proceso electoral en diciembre 2017, con el arranque de las precampañas y una vez definidos los tres grandes bloques electorales y sus respectivos candidatos, quedaba claro, quien fuera la segunda fuerza, por supuesto si no era el PRI, recibiría una dosis interminable de ataques de todo tipo, había que apoderarse de esta estratégica posición para poder aspirar a ganar la presidencia.

Haciendo uso de todos los medios a su favor, como la Procuraduría General de la República o cualquier otra institución que se prestara para ello, además de contar con el apoyo indiscriminado de algunos medios nacionales, da comienzo la más sucia de las guerras electorales contra un candidato y su coalición.

La negativa de Ricardo Anaya para mercadear un posible convenio de absolución para todo el alicaído grupo gobernante y por otro lado, la insistente propuesta de amnistía de AMLO inclinó la balanza para que el PRI-gobierno abriera las puertas de la negociación con el candidato morenista y de esta manera se aseguraban la protección total para ellos y todo su grupo; aquí se cerró el acuerdo de impunidad.

Esta es una de las muchas variables que tuvieron que ver en este desenlace electoral, el PRI no se destruye, a pesar de que pudiera cambiar de nombre, desaparecer o lo que sea, el PRI sigue vivo, más vivo que nunca, con otro nombre, con otros colores pero con los mismos principios y filosofía, a unos días ya tenemos muchos ejemplos que lo demuestran, el más indignante de todos, el saqueo al fideicomiso para ayuda a los damnificados del terremoto del 19 de septiembre, igual que antes, ni Morena ni AMLO cumplen, lo señala Pablo Hiriart en su artículo del lunes 23 de julio, termina recordándole a López Obrador: “Y que cumpla; no robar, no mentir… primero los pobres… las escaleras se barren de arriba hacia abajo…”. El PRI no se crea ni se destruye… sólo se transforma.


La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. A. Lavoisier, 1785.

Como lo decíamos la semana pasada, quien ha decidido los últimos tres ganadores de la contienda presidencial es el dueño del sistema: el PRI-gobierno.

En esta última disputa por la Presidencia de la República, la información de “radio pasillo” y algunas conclusiones personales nos hacen tener una visión de cómo se desarrollaron los hechos en estos últimos meses de la contienda.

El desencuentro definitivo entre el PAN institucional y el PRI-gobierno se da cuando intempestivamente en agosto de 2017, con la mayoría formada por el PRI-Verde y Nueva Alianza, el presidente Peña Nieto propone a Raúl Cervantes Andrade para designarlo como nuevo fiscal general de la nación, fuera de los acuerdos agendados y sin mediar consenso previo con la oposición, batalla que paralizó el congreso y que después de un largo y desgastante proceso, por fin, se dejaba fuera de agenda dicho punto.

El “Fiscal Carnal”, como fue bautizada esta maniobra del Ejecutivo, tratando de hacer el pase automático de procurador a fiscal general de la nación, para dejar resguardada la retaguardia de un decadente y convulsionado PRI, ante el embate de la coalición que se perfilaba se formaría entre el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano y la inminente salida del PRI del Gobierno de la República, las encuestas lo presagiaban, el PRI nunca alcanzó un segundo puesto, apenas y lograba un lejano tercer lugar.

Después de esta desgastante acción y algunas más, igual de ríspidas, la relación corporativa entre el PAN y el PRI-gobierno jamás volvió a ser la misma, prácticamente con los puentes y la comunicación rota, da inicio el proceso electoral en diciembre 2017, con el arranque de las precampañas y una vez definidos los tres grandes bloques electorales y sus respectivos candidatos, quedaba claro, quien fuera la segunda fuerza, por supuesto si no era el PRI, recibiría una dosis interminable de ataques de todo tipo, había que apoderarse de esta estratégica posición para poder aspirar a ganar la presidencia.

Haciendo uso de todos los medios a su favor, como la Procuraduría General de la República o cualquier otra institución que se prestara para ello, además de contar con el apoyo indiscriminado de algunos medios nacionales, da comienzo la más sucia de las guerras electorales contra un candidato y su coalición.

La negativa de Ricardo Anaya para mercadear un posible convenio de absolución para todo el alicaído grupo gobernante y por otro lado, la insistente propuesta de amnistía de AMLO inclinó la balanza para que el PRI-gobierno abriera las puertas de la negociación con el candidato morenista y de esta manera se aseguraban la protección total para ellos y todo su grupo; aquí se cerró el acuerdo de impunidad.

Esta es una de las muchas variables que tuvieron que ver en este desenlace electoral, el PRI no se destruye, a pesar de que pudiera cambiar de nombre, desaparecer o lo que sea, el PRI sigue vivo, más vivo que nunca, con otro nombre, con otros colores pero con los mismos principios y filosofía, a unos días ya tenemos muchos ejemplos que lo demuestran, el más indignante de todos, el saqueo al fideicomiso para ayuda a los damnificados del terremoto del 19 de septiembre, igual que antes, ni Morena ni AMLO cumplen, lo señala Pablo Hiriart en su artículo del lunes 23 de julio, termina recordándole a López Obrador: “Y que cumpla; no robar, no mentir… primero los pobres… las escaleras se barren de arriba hacia abajo…”. El PRI no se crea ni se destruye… sólo se transforma.