/ viernes 1 de julio de 2022

Estar preparados

Mario Góngora H.


Puede esperar lo mejor aquel que está preparado para lo peor

En realidad, los malos tiempos únicamente pueden hacer mella en aquellos que no están preparados o los que dejan de esforzarse o de luchar.

Si son muchos los que encuentran sufrimiento en estos tiempos, más son aquellos que pueden bastarse a sí mismos. Aquellos capaces de vencer el cansancio y las malas rachas, son siempre capaces de vencer la adversidad.

Si pensamos que la felicidad se obtiene sólo en el triunfo, seguramente pasaremos muchas horas y muchos días siendo infelices. Ganar y sobre todo perder son cosas tan naturales como la noche y el día. Todos esperamos el buen tiempo, pero más nos vale estar preparados para la tormenta. Puede esperar lo mejor aquel que está preparado para lo peor.

Algunos no estarán de acuerdo respecto a esta afirmación respecto a la naturaleza humana, pero para no sufrir decepciones, hagámonos a la idea de que los tiempos siempre serán adversos y que con frecuencia encontraremos gente mal intencionada.

Aceptar la vida como viene es en parte aceptar que a la adversidad le debemos lo mejor de nosotros mismos. Es lo que le da valor a nuestra vida. Lo que despierta en nosotros las mejores virtudes. En las crisis es cuando mejor nos conocemos a nosotros mismos, ¡ya no digamos a los amigos....!

La pobreza por sí misma no es capaz de mantenernos derrotados y bajos en entusiasmo. Tampoco los años, la edad, tienen nada que ver con nuestros éxitos o nuestros fracasos. Los apuros y los aprietos son meras formas de probarnos a nosotros mismos. A mayores quejas, mayores sufrimientos. Sufrir penalidades y andarlas pregonando es multiplicarlas. Existe más grandeza en compartir nuestros placeres y alegrías que en pregonar nuestros propios sufrimientos.

En realidad debemos evitar el estarnos quejando siempre, pues esto nos desacredita como personas. A nadie le gusta escuchar nuestras telenovelas. Jamás debemos esperar compasión de nadie.

A la larga, el mundo nos trata como en secreto lo espera nuestro corazón. Y si nos empeñamos en agrandar nuestra mala suerte, será el mundo el que concluya y desee que la mala suerte acabe de una buena vez con nosotros.

Estemos preparados para los malos tiempos. Son siempre benéficos, pues despiertan nuestra creatividad y cultivan nuestra mente. Nos hacen ver hacia el futuro y evaluar nuestro pasado. Permiten la acción en el presente. Veamos con optimismo la adversidad, pues ha llegado para hacernos mejores.


Mario Góngora H.


Puede esperar lo mejor aquel que está preparado para lo peor

En realidad, los malos tiempos únicamente pueden hacer mella en aquellos que no están preparados o los que dejan de esforzarse o de luchar.

Si son muchos los que encuentran sufrimiento en estos tiempos, más son aquellos que pueden bastarse a sí mismos. Aquellos capaces de vencer el cansancio y las malas rachas, son siempre capaces de vencer la adversidad.

Si pensamos que la felicidad se obtiene sólo en el triunfo, seguramente pasaremos muchas horas y muchos días siendo infelices. Ganar y sobre todo perder son cosas tan naturales como la noche y el día. Todos esperamos el buen tiempo, pero más nos vale estar preparados para la tormenta. Puede esperar lo mejor aquel que está preparado para lo peor.

Algunos no estarán de acuerdo respecto a esta afirmación respecto a la naturaleza humana, pero para no sufrir decepciones, hagámonos a la idea de que los tiempos siempre serán adversos y que con frecuencia encontraremos gente mal intencionada.

Aceptar la vida como viene es en parte aceptar que a la adversidad le debemos lo mejor de nosotros mismos. Es lo que le da valor a nuestra vida. Lo que despierta en nosotros las mejores virtudes. En las crisis es cuando mejor nos conocemos a nosotros mismos, ¡ya no digamos a los amigos....!

La pobreza por sí misma no es capaz de mantenernos derrotados y bajos en entusiasmo. Tampoco los años, la edad, tienen nada que ver con nuestros éxitos o nuestros fracasos. Los apuros y los aprietos son meras formas de probarnos a nosotros mismos. A mayores quejas, mayores sufrimientos. Sufrir penalidades y andarlas pregonando es multiplicarlas. Existe más grandeza en compartir nuestros placeres y alegrías que en pregonar nuestros propios sufrimientos.

En realidad debemos evitar el estarnos quejando siempre, pues esto nos desacredita como personas. A nadie le gusta escuchar nuestras telenovelas. Jamás debemos esperar compasión de nadie.

A la larga, el mundo nos trata como en secreto lo espera nuestro corazón. Y si nos empeñamos en agrandar nuestra mala suerte, será el mundo el que concluya y desee que la mala suerte acabe de una buena vez con nosotros.

Estemos preparados para los malos tiempos. Son siempre benéficos, pues despiertan nuestra creatividad y cultivan nuestra mente. Nos hacen ver hacia el futuro y evaluar nuestro pasado. Permiten la acción en el presente. Veamos con optimismo la adversidad, pues ha llegado para hacernos mejores.