/ jueves 22 de febrero de 2024

Hacia una cultura de paz | La religión como estrategia política

Yanez_flor@hotmail.com


Recientemente Xóchitl, candidata de la oposición a la Presidencia de la República, tuvo una audiencia privada con el Papa Francisco en El Vaticano. Comentó que su visita le había ayudado a reafirmar su fe por dios y la religión católica. Horas después Claudia, también candidata a la presidencia por el oficialismo -aunque atea-, mantuvo un encuentro con el mismo personaje, a quien dice admirar como un “pensador contemporáneo profundamente humanista”. Pareciera que Claudia al enterarse de tal encuentro, mandó a su equipo a concertar un evento similar para no quedarse atrás en la movida, porque no importan tanto las creencias personales de cada una, sino el poder que tiene la imagen del pontífice sobre los mexicanos y usar la religión como estrategia para acercarse al “pueblo”. Independientemente de lo anterior ambas salieron bendecidas, con una gran sonrisa y, sobre todo, paseadas.

La religión desde la Colonia ha tenido una gran influencia sobre el comportamiento, pensamiento, valores y forma de convivir de las personas en México, por lo que es común ver peregrinaciones, celebraciones y representaciones en todo el país a vírgenes y santos como muestras de fe y devoción. Anteriormente (y todavía), la religión tenía una función de control y cohesión entre las personas, incluso, de crear relaciones políticas para manipular. Los rituales religiosos paulatinamente se convirtieron en prácticas culturales incluso, institucionales y se instauraron como modo de vida. Hasta hace poco se podía ver a Claudia con faldas largas con estampados de la imagen de la virgen de Guadalupe, como si fuera don Miguel Hidalgo ondeando su baluarte de la misma Virgen Moren llamando al pueblo a la Independencia. AMLO es un personaje que también utiliza figuras e imágenes religiosas y pasajes de la biblia para mantener sus discursos políticos. Durante la pandemia sacó el famoso “detente”, (un amuleto del Corazón de Jesús) para frenar al virus mortal.

Pero, aunque la religión católica es la que predomina en el país, en los últimos años ha pedido bastantes creyentes. O se cambiaron de Dios o dejaron de creer en la institución milenaria de la Iglesia. Estadísticas muestran que, en 2022, el 39% de la población dijo que no tenía nada de confianza en la iglesia y de acuerdo con el INEGI, en el 2000 había 90.4% de católicos y en 2020, había disminuido a 75%. El catolicismo se desparrama y esperemos que esa táctica de acercamiento a la gente a través de la religión desaparezca, porque, es más falsa que la “hipotenusa”.

Aunque la fe católica disminuye, es de prestar atención al papel que está adoptando la Iglesia como mediadora y negociadora con el crimen organizado para obtener la paz. El Estado niega este problema de seguridad aunado, es incapaz para hacerle frente, aún con el ejército. Alguien tiene que hacer algo. El combate contra la inseguridad es más profundo que acabar con la violencia directa. No me sorprendería que empresas privadas diseñaran estrategias y gradualmente, le quiten poder al gobierno y se convirtieran en los guardianes de la nación. Por más símbolos religiosos que se utilicen para simpatizar con la gente y obtener votos, que además es inconstitucional, el hartazgo y miedo ante la violencia llevará a la gente a tomar otras medidas. Nomás falta que narcos medien con otros narcos para no hacer tanto daño.


Yanez_flor@hotmail.com


Recientemente Xóchitl, candidata de la oposición a la Presidencia de la República, tuvo una audiencia privada con el Papa Francisco en El Vaticano. Comentó que su visita le había ayudado a reafirmar su fe por dios y la religión católica. Horas después Claudia, también candidata a la presidencia por el oficialismo -aunque atea-, mantuvo un encuentro con el mismo personaje, a quien dice admirar como un “pensador contemporáneo profundamente humanista”. Pareciera que Claudia al enterarse de tal encuentro, mandó a su equipo a concertar un evento similar para no quedarse atrás en la movida, porque no importan tanto las creencias personales de cada una, sino el poder que tiene la imagen del pontífice sobre los mexicanos y usar la religión como estrategia para acercarse al “pueblo”. Independientemente de lo anterior ambas salieron bendecidas, con una gran sonrisa y, sobre todo, paseadas.

La religión desde la Colonia ha tenido una gran influencia sobre el comportamiento, pensamiento, valores y forma de convivir de las personas en México, por lo que es común ver peregrinaciones, celebraciones y representaciones en todo el país a vírgenes y santos como muestras de fe y devoción. Anteriormente (y todavía), la religión tenía una función de control y cohesión entre las personas, incluso, de crear relaciones políticas para manipular. Los rituales religiosos paulatinamente se convirtieron en prácticas culturales incluso, institucionales y se instauraron como modo de vida. Hasta hace poco se podía ver a Claudia con faldas largas con estampados de la imagen de la virgen de Guadalupe, como si fuera don Miguel Hidalgo ondeando su baluarte de la misma Virgen Moren llamando al pueblo a la Independencia. AMLO es un personaje que también utiliza figuras e imágenes religiosas y pasajes de la biblia para mantener sus discursos políticos. Durante la pandemia sacó el famoso “detente”, (un amuleto del Corazón de Jesús) para frenar al virus mortal.

Pero, aunque la religión católica es la que predomina en el país, en los últimos años ha pedido bastantes creyentes. O se cambiaron de Dios o dejaron de creer en la institución milenaria de la Iglesia. Estadísticas muestran que, en 2022, el 39% de la población dijo que no tenía nada de confianza en la iglesia y de acuerdo con el INEGI, en el 2000 había 90.4% de católicos y en 2020, había disminuido a 75%. El catolicismo se desparrama y esperemos que esa táctica de acercamiento a la gente a través de la religión desaparezca, porque, es más falsa que la “hipotenusa”.

Aunque la fe católica disminuye, es de prestar atención al papel que está adoptando la Iglesia como mediadora y negociadora con el crimen organizado para obtener la paz. El Estado niega este problema de seguridad aunado, es incapaz para hacerle frente, aún con el ejército. Alguien tiene que hacer algo. El combate contra la inseguridad es más profundo que acabar con la violencia directa. No me sorprendería que empresas privadas diseñaran estrategias y gradualmente, le quiten poder al gobierno y se convirtieran en los guardianes de la nación. Por más símbolos religiosos que se utilicen para simpatizar con la gente y obtener votos, que además es inconstitucional, el hartazgo y miedo ante la violencia llevará a la gente a tomar otras medidas. Nomás falta que narcos medien con otros narcos para no hacer tanto daño.