/ martes 26 de abril de 2022

Hacia una cultura de paz | Si el Estado no hace su “chamba”…

No existen palabras para describir el sentimiento que nos ahoga como sociedad, ante la conmoción de la violencia que inunda a nuestro país. Escriben políticos en Twitter desde sus escritorios: “El Estado debe garantizar seguridad a la sociedad y castigar a los delincuentes”, “es reprobable la justificación de las fiscalías para ocultar su incapacidad” ¿Cómo esperar que estas palabras detengan la violencia, corrijan la incompetencia de las autoridades y prevalezca la justicia? Más aún, ¿cómo garantizar que no muera una o uno más? Imposible; mientras tanto, la sociedad continúa suplicando al unísono que pare la injusticia, la impunidad y la indiferencia del Estado, ante la inseguridad que nos lacera cotidianamente.

La violencia que produce odio y muerte no sólo está en la mente de las personas (asesinos), sino en las mismas estructuras políticas que perpetúan la injusticia social; tener paz requiere transformar de raíz a las institucionales a fin de que promuevan bienestar, igualdad, seguridad y reconozca la identidad de todos. Lamentablemente estamos muy lejos de ello.

Nuestro más grande anhelo es vivir en paz. Nos encontramos en un punto de inflexión donde como sociedad, debemos reflexionar que mientras el gobierno no garantice seguridad y haga su trabajo, debemos comenzar a cuidarnos nosotros mismos.

Las personas experimentamos distintas realidades de acuerdo con nuestras experiencias, contexto y condiciones. Concebimos una idea de lo que es la paz; trabajamos por ella, pero ignoramos que lo hacemos; cuidamos así nuestro entorno y a nuestra comunidad. Por ejemplo, esta semana han surgido acciones e ideas que promueven distintas personas, para que mujeres lleguen a su casa sanas y salvas y evitar así que muera alguien, como el lamentable caso de Debanhi. Si el estado no puede hacer su “chamba”, la sociedad debemos unirnos y con pequeñas obras contrarresta el problema. Esta es la paz que surge desde la sociedad cuando el gobierno “no da una”. En lugar de llamarle paz, nombrémosle “acciones para mejorar el entorno”, que pueden ser sentidas desde diversos ámbitos y construida por una multiplicidad de personas como activistas, religiosos, filántropos, voluntarios de organizaciones no gubernamentales e investigadores para la paz.

Hablar de violencia y paz es muy complejo. Señalar a los responsables de la violencia y exigir justicia es importante, pero también lo es es centrarnos en aquellas acciones que desde lo individual podemos hacer para ayudar a alguien más, por ejemplo, prender la luz exterior de nuestra casa en la noche para que quien pase se sienta segura. Si el Estado no cumple su “chamba”, entrémosle nosotros y transformemos nuestra realidad en una más hermosa, creando paz. \u0009


No existen palabras para describir el sentimiento que nos ahoga como sociedad, ante la conmoción de la violencia que inunda a nuestro país. Escriben políticos en Twitter desde sus escritorios: “El Estado debe garantizar seguridad a la sociedad y castigar a los delincuentes”, “es reprobable la justificación de las fiscalías para ocultar su incapacidad” ¿Cómo esperar que estas palabras detengan la violencia, corrijan la incompetencia de las autoridades y prevalezca la justicia? Más aún, ¿cómo garantizar que no muera una o uno más? Imposible; mientras tanto, la sociedad continúa suplicando al unísono que pare la injusticia, la impunidad y la indiferencia del Estado, ante la inseguridad que nos lacera cotidianamente.

La violencia que produce odio y muerte no sólo está en la mente de las personas (asesinos), sino en las mismas estructuras políticas que perpetúan la injusticia social; tener paz requiere transformar de raíz a las institucionales a fin de que promuevan bienestar, igualdad, seguridad y reconozca la identidad de todos. Lamentablemente estamos muy lejos de ello.

Nuestro más grande anhelo es vivir en paz. Nos encontramos en un punto de inflexión donde como sociedad, debemos reflexionar que mientras el gobierno no garantice seguridad y haga su trabajo, debemos comenzar a cuidarnos nosotros mismos.

Las personas experimentamos distintas realidades de acuerdo con nuestras experiencias, contexto y condiciones. Concebimos una idea de lo que es la paz; trabajamos por ella, pero ignoramos que lo hacemos; cuidamos así nuestro entorno y a nuestra comunidad. Por ejemplo, esta semana han surgido acciones e ideas que promueven distintas personas, para que mujeres lleguen a su casa sanas y salvas y evitar así que muera alguien, como el lamentable caso de Debanhi. Si el estado no puede hacer su “chamba”, la sociedad debemos unirnos y con pequeñas obras contrarresta el problema. Esta es la paz que surge desde la sociedad cuando el gobierno “no da una”. En lugar de llamarle paz, nombrémosle “acciones para mejorar el entorno”, que pueden ser sentidas desde diversos ámbitos y construida por una multiplicidad de personas como activistas, religiosos, filántropos, voluntarios de organizaciones no gubernamentales e investigadores para la paz.

Hablar de violencia y paz es muy complejo. Señalar a los responsables de la violencia y exigir justicia es importante, pero también lo es es centrarnos en aquellas acciones que desde lo individual podemos hacer para ayudar a alguien más, por ejemplo, prender la luz exterior de nuestra casa en la noche para que quien pase se sienta segura. Si el Estado no cumple su “chamba”, entrémosle nosotros y transformemos nuestra realidad en una más hermosa, creando paz. \u0009