/ martes 2 de abril de 2024

Hechos y criterios | Promesas, promesas…

El prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila, es el dicho popular que alude a quienes gustan de hacer promesas y al buscar cumplirlas se muestran con dificultades para cumplirlas.

Una promesa es obligarse a hacer, decir o dar algo. Dada esta definición, exige su cumplimiento. Sin embargo, lo sabemos, muchas promesas se quedan en el aire y se diluyen con el tiempo o no se obliga a que quien las hizo las lleve a cabo.

En las campañas y precampañas políticas no faltan las promesas. Imbuidos por el afán de ganar votos muchos candidatos a distintos puestos realizan promesas, lo cual puede ser bueno siempre y cuando tales promesas tengan una base firme y exista el ánimo y la convicción -no sólo el deseo- de darles cumplimiento. Muchas promesas, como en el matrimonio, se desechan o se olvidan.

El caso es que dentro de las promesas electorales, hay algunas que de plano se vislumbran difíciles de ejecutar en un futuro mediato o inmediato, o simplemente se ven como irrealizables. Sin embargo hechas con algún lema o con palabras bonitas seducen a muchos de los posibles electores.

Hemos visto como algunos candidatos –y más veremos cuando entren en campaña los locales- manifiestan realizar tales o cuales cosas, cuando en realidad éstas no están dentro de la competencia de los puestos a los que aspiran. Hay algunos que se acercan a sus distritos, a las colonias, a los poblados, a la gente necesitada y escuchan sus requerimientos, y entonces sueltan la promesa de que, en caso de ganar, resolverán tal o cual situación o problema. Unos lo hacen con buena intención y cuentan con diversos recursos de los que echar mano para cumplir lo prometido, pero hay otros que saben que eso no les corresponde, y pueden hacer sólo una labor de gestoría; a pesar de ello lo prometen para obtener votos.

Dos ejemplos tomados al azar: el primero en materia de salud afirma que todos quienes carecen de medios tendrán cobertura generalizada y serán atendidos en instituciones públicas o privadas. En esto último se dio una rectificación necesaria. La pregunta salta de inmediato: ¿tal promesa se sopesó adecuadamente en cuanto a sus recursos y extensión? ¿Hay un plan con fundamento firme para cumplirla? En el actual gobierno también se prometieron las perlas de la Virgen, y ahí seguimos.

El segundo sobre la disminución de edad de las personas para recibir apoyo o pensión. Aunque puede ser factible, requiere no sólo de la intervención de tal o cual candidato o partido, sino del consenso del Congreso y del aspecto económico que tal hecho acarrearía (lo sucedido en Francia da la pauta). La promesa ahí está, pero ¿se cumplirá en el corto plazo?

Daniela Romo les diría a algunos: Prometes y prometes y nada. ¿Lo ven?

El prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila, es el dicho popular que alude a quienes gustan de hacer promesas y al buscar cumplirlas se muestran con dificultades para cumplirlas.

Una promesa es obligarse a hacer, decir o dar algo. Dada esta definición, exige su cumplimiento. Sin embargo, lo sabemos, muchas promesas se quedan en el aire y se diluyen con el tiempo o no se obliga a que quien las hizo las lleve a cabo.

En las campañas y precampañas políticas no faltan las promesas. Imbuidos por el afán de ganar votos muchos candidatos a distintos puestos realizan promesas, lo cual puede ser bueno siempre y cuando tales promesas tengan una base firme y exista el ánimo y la convicción -no sólo el deseo- de darles cumplimiento. Muchas promesas, como en el matrimonio, se desechan o se olvidan.

El caso es que dentro de las promesas electorales, hay algunas que de plano se vislumbran difíciles de ejecutar en un futuro mediato o inmediato, o simplemente se ven como irrealizables. Sin embargo hechas con algún lema o con palabras bonitas seducen a muchos de los posibles electores.

Hemos visto como algunos candidatos –y más veremos cuando entren en campaña los locales- manifiestan realizar tales o cuales cosas, cuando en realidad éstas no están dentro de la competencia de los puestos a los que aspiran. Hay algunos que se acercan a sus distritos, a las colonias, a los poblados, a la gente necesitada y escuchan sus requerimientos, y entonces sueltan la promesa de que, en caso de ganar, resolverán tal o cual situación o problema. Unos lo hacen con buena intención y cuentan con diversos recursos de los que echar mano para cumplir lo prometido, pero hay otros que saben que eso no les corresponde, y pueden hacer sólo una labor de gestoría; a pesar de ello lo prometen para obtener votos.

Dos ejemplos tomados al azar: el primero en materia de salud afirma que todos quienes carecen de medios tendrán cobertura generalizada y serán atendidos en instituciones públicas o privadas. En esto último se dio una rectificación necesaria. La pregunta salta de inmediato: ¿tal promesa se sopesó adecuadamente en cuanto a sus recursos y extensión? ¿Hay un plan con fundamento firme para cumplirla? En el actual gobierno también se prometieron las perlas de la Virgen, y ahí seguimos.

El segundo sobre la disminución de edad de las personas para recibir apoyo o pensión. Aunque puede ser factible, requiere no sólo de la intervención de tal o cual candidato o partido, sino del consenso del Congreso y del aspecto económico que tal hecho acarrearía (lo sucedido en Francia da la pauta). La promesa ahí está, pero ¿se cumplirá en el corto plazo?

Daniela Romo les diría a algunos: Prometes y prometes y nada. ¿Lo ven?