/ viernes 18 de enero de 2019

La caja de Pandora los muertos podrán ser los primeros en reclamar

A un mes y medio de haber tomado posesión como presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador no ha podido consolidar el despegue de su gobierno porque lamentablemente son muchos los atrasos encubiertos y los hoyos de corrupción que no se pueden clarificar en unos cuantos días, los 45 días que lleva ejerciendo el poder no son suficientes ni para conocer realmente las condiciones reales en que se encuentra el país.

Pero no deja de preocupar que insista el presidente en encabezar ruedas de prensa que no se traducen en beneficio directo y en cambio si no hay resoluciones prontas a las demandas urgentes, como el caso de la gasolina, no tardarán mucho en quedar desiertas, salvo con la presencia de los miembros del gabinete, que con ojeras y perfiles claros de desvelados, tienen que asistir cuando son llamados a la alfombra roja.

Por cierto que ya son varios los yerros que se pueden considerar trascendentales y que dejan huella en la sociedad, como el desabasto de la gasolina en varios estados, que se les salió completamente de control y que sí calan profundo en la sociedad y hasta pueden ir quitando popularidad al presidente, porque aunque es verdad que él no pudo personalmente ver todos los detalles para iniciar una fuerte ofensiva contra los huachicoleros, los desaciertos irremediablemente sí van a su cuenta personal.

El presupuesto federal irremediablemente también cobrará su factura porque se dejarán de hacer obras en los estados en aras de fortalecer lo que llaman el asistencialismo, que no son otros más que programas a través de los que se destinarán cuantiosos recursos, a por ejemplo personas mayores de 68 años, pensiones a discapacitados, becas a jóvenes, etcétera, etcétera, para lo que se tuvieron que hacer recortes presupuestales no solamente a la cancelación de la obra, sino a presupuestos a instituciones a las que les va a hacer mucha falta, como al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde los muertos serán los primeros en reclamar.

El otro complejo problema que tiene en puerta el presidente es la Guardia Nacional, asunto en el que todos respiraron con tranquilidad cuando se filtró la nota de que siempre iban a ser civiles los que comandaran el emporio policiaco que pretende López Obrador, pero el gozo se fue al pozo casi inmediatamente cuando se aclaró que los civiles se iban a encargar del aspecto administrativo, pero la operación, la dirigencia y el mando, sigue siendo de los militares.

Por cierto que en resumidas cuentas nada tendría que ver que toda la Guardia Nacional fuera con militares, si el embrollo es precisamente la mezcolanza entre civiles y militares para salvaguardar la seguridad del país, con la corrupción de los primeros y el celo de los segundos. Pero mientras son peras o son manzanas, también aquí los muertos serán los primeros en reclamar, cuando el crimen organizado se puede encontrar frotándose las manos por lo endeble de las decisiones y de las mismas organizaciones policiacas del ramo.

Claro que se podrá presumir que es fácil criticar desde una computadora o desde un micrófono, aunque estas críticas pretendan ser lo más positivas.

¿Qué no sería mejor que el presidente analizara y diera las órdenes pertinentes desde su oficina y sus secretarios lo mismo y ya nada más presentar ante la opinión pública resultados, ya estudiados, analizados y con prevención de resultados, en lugar de estar todos los funcionarios como pajarillos asustados alrededor del presidente en las ruedas de prensa? Y que el vocero se ponga a trabajar, cuando menos a hacer los boletines informativos.

Podrá ser el momento oportuno de dar un golpe de timón que nadie cuestionaría.