/ miércoles 12 de abril de 2023

La familia y su importancia en los negocios 

La familia es la unidad social por excelencia y –en muchos casos- cuna del impulso emprendedor, por lo que se vuelve un motor también de crecimiento y riqueza más allá de las paredes de un hogar.

¿Qué debemos considerar cuando hay un negocio familiar? Lo primero y más importante, recordar que hablamos de dos patrimonios: el personal, que corresponde a cada uno de los integrantes, del que puede disponer libremente y el compartido, que es el generado por el esfuerzo conjunto y requiere de reglas específicas para poder disponer de él.

Las empresas familiares enfrentan tres grandes momentos de potencial crisis: cuando hay una expectativa incumplida por parte de alguno de los miembros de la familia, quien -por ejemplo- decide no formar parte del negocio o -por el contrario- busca tener una posición de mayor influencia aunque no cuente con los recursos o el respaldo necesario.

El segundo gran momento de potencial crisis es cuando hay cambios en la estructura familiar que pueden afectar la estructura del negocio, y el ejemplo clásico es por divorcios que pueden impactar el patrimonio compartido de la empresa, ya sea para una liquidación societaria o por cambios en la estructura accionaria.

Un tercer gran momento de potencial crisis es definir la institucionalización así como la sucesión, ya que implica un nuevo orden derivado de la entrada de nuevos jugadores al negocio, una nueva dirección o diversificación que puede poner en riesgo la vocación inicial del negocio familiar o desarrollar diversos protocolos que requieren de acuerdos familiares en un ambiente sin unanimidad o de alta volatilidad.

Por eso lo primero, en los negocios familiares, es tener claridad sobre los límites y alcances de los patrimonios personales y los compartidos, cómo pueden ser afectados por decisiones de inversión, de adquisición de deuda o de inclusión a nuevos miembros de la familia.

Adicionalmente y en mi experiencia, los negocios familiares tienen una visión adicional, que incluye no sólo al primer círculo de hijos, sino también puede agregar otros lazos consanguíneos, como la familia más extendida, como pueden ser primos o sobrinos, así como los nietos.

Para que las familias -y los negocios que emprendan- puedan seguir adelante, es clave contar con protocolos que no sólo incluyan la visión del fundador, sino de todos los miembros involucrados, tanto por lazos consanguíneos como por interés empresarial, ya que tomar decisiones unilaterales fomentan la opacidad, problemas en la toma de decisión y dificultad en las sucesiones.

También es importante que al momento de buscar asesoría, se busque con un auténtico sentido de trascendencia, ya que -lamentablemente- es en la tercera generación cuando los negocios familiares tienden a sucumbir, por la falta de valores claros así como una visión que vaya más allá del presente inmediato.


Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


La familia es la unidad social por excelencia y –en muchos casos- cuna del impulso emprendedor, por lo que se vuelve un motor también de crecimiento y riqueza más allá de las paredes de un hogar.

¿Qué debemos considerar cuando hay un negocio familiar? Lo primero y más importante, recordar que hablamos de dos patrimonios: el personal, que corresponde a cada uno de los integrantes, del que puede disponer libremente y el compartido, que es el generado por el esfuerzo conjunto y requiere de reglas específicas para poder disponer de él.

Las empresas familiares enfrentan tres grandes momentos de potencial crisis: cuando hay una expectativa incumplida por parte de alguno de los miembros de la familia, quien -por ejemplo- decide no formar parte del negocio o -por el contrario- busca tener una posición de mayor influencia aunque no cuente con los recursos o el respaldo necesario.

El segundo gran momento de potencial crisis es cuando hay cambios en la estructura familiar que pueden afectar la estructura del negocio, y el ejemplo clásico es por divorcios que pueden impactar el patrimonio compartido de la empresa, ya sea para una liquidación societaria o por cambios en la estructura accionaria.

Un tercer gran momento de potencial crisis es definir la institucionalización así como la sucesión, ya que implica un nuevo orden derivado de la entrada de nuevos jugadores al negocio, una nueva dirección o diversificación que puede poner en riesgo la vocación inicial del negocio familiar o desarrollar diversos protocolos que requieren de acuerdos familiares en un ambiente sin unanimidad o de alta volatilidad.

Por eso lo primero, en los negocios familiares, es tener claridad sobre los límites y alcances de los patrimonios personales y los compartidos, cómo pueden ser afectados por decisiones de inversión, de adquisición de deuda o de inclusión a nuevos miembros de la familia.

Adicionalmente y en mi experiencia, los negocios familiares tienen una visión adicional, que incluye no sólo al primer círculo de hijos, sino también puede agregar otros lazos consanguíneos, como la familia más extendida, como pueden ser primos o sobrinos, así como los nietos.

Para que las familias -y los negocios que emprendan- puedan seguir adelante, es clave contar con protocolos que no sólo incluyan la visión del fundador, sino de todos los miembros involucrados, tanto por lazos consanguíneos como por interés empresarial, ya que tomar decisiones unilaterales fomentan la opacidad, problemas en la toma de decisión y dificultad en las sucesiones.

También es importante que al momento de buscar asesoría, se busque con un auténtico sentido de trascendencia, ya que -lamentablemente- es en la tercera generación cuando los negocios familiares tienden a sucumbir, por la falta de valores claros así como una visión que vaya más allá del presente inmediato.


Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com