/ martes 22 de septiembre de 2020

La vulnerabilidad

Según la RAE, vulnerabilidad es la cualidad de que alguien pueda ser herido o recibir una lesión, física o moralmente. Es decir, susceptible de ser lastimado. Una persona vulnerable es alguien que pudiera no tener la capacidad de sobreponerse a algún impacto y, por tanto, se encuentra en riesgo. Todas las personas somos vulnerables, ya que por el solo hecho de existir enfrentamos situaciones de peligro de diversa índole (como ocurre en estos días de Covid-19). Significa vivir con riesgo, con la posibilidad de que las cosas no salgan bien y de que no podamos hacerles frente. Las cosas no siempre resultan como esperamos, de ahí que las personas la asocien como algo negativo.

Escuchaba en internet -como es lo habitual en estos días de pandemia-, que las personas con alto sentido de dignidad y coraje encontraban la voluntad para enfrentarse a la agonía, al dolor y al peligro; a diferencia de aquéllos que no sentían valía por sí mismos. Aquéllos que tienen el coraje de ser imperfectos y mostrarse tal y como son, creen que la vulnerabilidad es algo necesario que los hace hermosos. Pero ¿qué nos hace sentirnos vulnerables? Para algunas personas es sentirse rechazadas, tener iniciativa en cuestión amorosa o ser despedido; para otras se le añade la condición social de cómo hacerle frente a la pobreza, al desempleo, al acceso a la salud y la sana alimentación. Estas situaciones producen miedo, por tanto, la vulnerabilidad se magnifica.

Cada quien tiene una capacidad distinta de afrontar las pérdidas y el sufrimiento. Ello depende en gran medida de la condición social, económica, física y cultural en que se encuentre una persona. La pobreza se asocia a la vulnerabilidad, sin embargo, éstas no son iguales. Aquéllos que son pobres no necesariamente son los más vulnerables, y no toda la gente vulnerable es necesariamente pobre. Pero existen situaciones que la exacerban para ciertos grupos, como aquéllos en situación de pobreza, mujeres, adultos mayores y aquéllos que dependen del cuidado de otros, como los niños. La pobreza es vivir con carencias y necesidades, y la vulnerabilidad puede traducirse con vivir en continuo riesgo de no poderle hacer frente a aquello que conduce a una vida llena de incertidumbre y estrés. En este sentido, hablar de vulnerabilidad es más amplio que hablar de pobreza. Y ¿qué es lo que hacemos con la vulnerabilidad? ¿Cómo le hacemos frente día a día? La sensación de no estar en control y no poder salir de una situación nos paraliza. Claro que la vulnerabilidad de muchos es una línea delgada entre la supervivencia y la pobreza extrema, relacionada con conflictos, fragilidad de las instituciones. Aquí líneas de acción para mitigarla son necesarias, desde el gobierno.

Vivir con vulnerabilidad y tener la percepción de serlo da un significado distinto al riesgo, a la incertidumbre y al estrés. La vulnerabilidad de uno no es igual a la del otro, tiene que ver con nuestra propia cosmovisión. Siempre seremos vulnerables, por tanto, descubrir qué es la base de nuestra fortaleza para vencernos a nosotros mismos nos ayudará a fortalecer nuestra capacidad de afrontar peligros; a ser genuinos y mostrarnos como somos, imperfectos, por tanto, atrevernos a vivir.



Según la RAE, vulnerabilidad es la cualidad de que alguien pueda ser herido o recibir una lesión, física o moralmente. Es decir, susceptible de ser lastimado. Una persona vulnerable es alguien que pudiera no tener la capacidad de sobreponerse a algún impacto y, por tanto, se encuentra en riesgo. Todas las personas somos vulnerables, ya que por el solo hecho de existir enfrentamos situaciones de peligro de diversa índole (como ocurre en estos días de Covid-19). Significa vivir con riesgo, con la posibilidad de que las cosas no salgan bien y de que no podamos hacerles frente. Las cosas no siempre resultan como esperamos, de ahí que las personas la asocien como algo negativo.

Escuchaba en internet -como es lo habitual en estos días de pandemia-, que las personas con alto sentido de dignidad y coraje encontraban la voluntad para enfrentarse a la agonía, al dolor y al peligro; a diferencia de aquéllos que no sentían valía por sí mismos. Aquéllos que tienen el coraje de ser imperfectos y mostrarse tal y como son, creen que la vulnerabilidad es algo necesario que los hace hermosos. Pero ¿qué nos hace sentirnos vulnerables? Para algunas personas es sentirse rechazadas, tener iniciativa en cuestión amorosa o ser despedido; para otras se le añade la condición social de cómo hacerle frente a la pobreza, al desempleo, al acceso a la salud y la sana alimentación. Estas situaciones producen miedo, por tanto, la vulnerabilidad se magnifica.

Cada quien tiene una capacidad distinta de afrontar las pérdidas y el sufrimiento. Ello depende en gran medida de la condición social, económica, física y cultural en que se encuentre una persona. La pobreza se asocia a la vulnerabilidad, sin embargo, éstas no son iguales. Aquéllos que son pobres no necesariamente son los más vulnerables, y no toda la gente vulnerable es necesariamente pobre. Pero existen situaciones que la exacerban para ciertos grupos, como aquéllos en situación de pobreza, mujeres, adultos mayores y aquéllos que dependen del cuidado de otros, como los niños. La pobreza es vivir con carencias y necesidades, y la vulnerabilidad puede traducirse con vivir en continuo riesgo de no poderle hacer frente a aquello que conduce a una vida llena de incertidumbre y estrés. En este sentido, hablar de vulnerabilidad es más amplio que hablar de pobreza. Y ¿qué es lo que hacemos con la vulnerabilidad? ¿Cómo le hacemos frente día a día? La sensación de no estar en control y no poder salir de una situación nos paraliza. Claro que la vulnerabilidad de muchos es una línea delgada entre la supervivencia y la pobreza extrema, relacionada con conflictos, fragilidad de las instituciones. Aquí líneas de acción para mitigarla son necesarias, desde el gobierno.

Vivir con vulnerabilidad y tener la percepción de serlo da un significado distinto al riesgo, a la incertidumbre y al estrés. La vulnerabilidad de uno no es igual a la del otro, tiene que ver con nuestra propia cosmovisión. Siempre seremos vulnerables, por tanto, descubrir qué es la base de nuestra fortaleza para vencernos a nosotros mismos nos ayudará a fortalecer nuestra capacidad de afrontar peligros; a ser genuinos y mostrarnos como somos, imperfectos, por tanto, atrevernos a vivir.