/ viernes 19 de enero de 2024

Lo que creemos

Si nos aferramos a creer solamente lo que nos agrade o nos conviene lo pagaremos caro. Es conveniente, al menos de vez en cuando, ver y escuchar lo que no queremos ni ver ni escuchar. Y creer, sólo por nuestra seguridad y tranquilidad, al menos por un momento, lo que no queremos creer. Abrir la mente, (y en caso de los políticos, cerrar sus bolsillos) para quitarle algo a la verdad de unos para agregársela a la de otros.


Es muy claro que en la actualidad, los que dicen poseer la absoluta verdad en el mundo político, en este caso el mefistofélico Obrador, lo hacen meramente por interés económico o de obtener poder. Inclusive, algunos pretenden olvidar lo que el mismo sistema que tanto defienden, les ha provocado a sus familias. Todo sea por el dinero.


Pero en el aspecto puramente intelectual, ni nuestras verdades son verdades completas o absolutas, ni las fallas de otros carecen completamente de base. Siempre existen intereses diversos en nuestras acciones y comportamientos, aunque unos sean para bien y otros para mal.


El pensar que nadie tiene la razón sino ellos, los cínicos, es lo que ha venido creando un caos en todo el país. Su razón normalmente es la razón del egoísmo, de la codicia y la avaricia. No importa que cada vez existan más pobres, más muertos, más feminicidios. Y los más malvados seguirán echándole la culpa a Calderón.


La intranquilidad en el mundo, ha sido siempre la de tener un verdadero gobierno con todo lo opuesto a los actuales, una religión verdadera y también sublimes ideales. Es el aceptar credos políticos erróneos (que los conocemos por sus resultados), lo que nos hace más daño que equivocarnos en una fórmula matemática.


En el país, y principalmente en nuestro estado, nos hemos dado cuenta que lo que más necesitamos para nuestro bienestar no son revoluciones ni reformas, ni dádivas de un pollo cada sexenio “para acabar con el hambre”, sino simplemente dejar de mentir, dejar de robar y acabar con todo tipo de falsedades, abusos y pifias.


La verdad comprobada es el único evangelio con el que se ha salvado a la gente. En ella están basadas todas las libertades, lo mismo en la política, como en el aspecto social y personal.


La ciudadanía debe contar con sentido común, y no dejarse llevar por las posibilidades de más dinero por apoyar a tal o cual candidato, pues nuestra responsabilidad es intensificar las virtudes que nos hagan bien. Se trata de darnos cuenta de los sistemas apolillados que perdieron su utilidad política para gobernar para todos y que ya perdieron su utilidad de rendir resultados positivos como la izquierda; que han gobernado sólo para su utilidad personal. Nunca habrá mejoramiento en nuestro país si no podemos eliminar todo aquello que ya ha perdido su utilidad para todos los ciudadanos.


El progreso de la nación y de nuestro estado se encuentra en hibernación precisamente por

los desperdicios del presente y del pasado de los que nos han venido gobernando.


Si nos aferramos a creer solamente lo que nos agrade o nos conviene lo pagaremos caro. Es conveniente, al menos de vez en cuando, ver y escuchar lo que no queremos ni ver ni escuchar. Y creer, sólo por nuestra seguridad y tranquilidad, al menos por un momento, lo que no queremos creer. Abrir la mente, (y en caso de los políticos, cerrar sus bolsillos) para quitarle algo a la verdad de unos para agregársela a la de otros.


Es muy claro que en la actualidad, los que dicen poseer la absoluta verdad en el mundo político, en este caso el mefistofélico Obrador, lo hacen meramente por interés económico o de obtener poder. Inclusive, algunos pretenden olvidar lo que el mismo sistema que tanto defienden, les ha provocado a sus familias. Todo sea por el dinero.


Pero en el aspecto puramente intelectual, ni nuestras verdades son verdades completas o absolutas, ni las fallas de otros carecen completamente de base. Siempre existen intereses diversos en nuestras acciones y comportamientos, aunque unos sean para bien y otros para mal.


El pensar que nadie tiene la razón sino ellos, los cínicos, es lo que ha venido creando un caos en todo el país. Su razón normalmente es la razón del egoísmo, de la codicia y la avaricia. No importa que cada vez existan más pobres, más muertos, más feminicidios. Y los más malvados seguirán echándole la culpa a Calderón.


La intranquilidad en el mundo, ha sido siempre la de tener un verdadero gobierno con todo lo opuesto a los actuales, una religión verdadera y también sublimes ideales. Es el aceptar credos políticos erróneos (que los conocemos por sus resultados), lo que nos hace más daño que equivocarnos en una fórmula matemática.


En el país, y principalmente en nuestro estado, nos hemos dado cuenta que lo que más necesitamos para nuestro bienestar no son revoluciones ni reformas, ni dádivas de un pollo cada sexenio “para acabar con el hambre”, sino simplemente dejar de mentir, dejar de robar y acabar con todo tipo de falsedades, abusos y pifias.


La verdad comprobada es el único evangelio con el que se ha salvado a la gente. En ella están basadas todas las libertades, lo mismo en la política, como en el aspecto social y personal.


La ciudadanía debe contar con sentido común, y no dejarse llevar por las posibilidades de más dinero por apoyar a tal o cual candidato, pues nuestra responsabilidad es intensificar las virtudes que nos hagan bien. Se trata de darnos cuenta de los sistemas apolillados que perdieron su utilidad política para gobernar para todos y que ya perdieron su utilidad de rendir resultados positivos como la izquierda; que han gobernado sólo para su utilidad personal. Nunca habrá mejoramiento en nuestro país si no podemos eliminar todo aquello que ya ha perdido su utilidad para todos los ciudadanos.


El progreso de la nación y de nuestro estado se encuentra en hibernación precisamente por

los desperdicios del presente y del pasado de los que nos han venido gobernando.