/ viernes 29 de mayo de 2020

Mayor regulación, no prohibición

Para toda energía limpia, piden los neoliberales… ¡no regulen esos males; pidan su “moche” y se limpian!

Siempre he considerado y afirmado que la autonomía y libertad de un país sólo puede asegurarse teniendo el control de su ejército, de su banca, de sus vías de comunicación y de la absoluta disposición de sus energéticos; de no ser así, se tratará de un país de libertad y autonomía simulada, sujeto a los intereses internacionales.

La facción neoliberal y la facción conservadora –PAN, con todos sus capitalistas- se rasgaron las vestiduras al enterarse de que la producción de energía limpia –eólica, solar y otras- serían mayormente reguladas por el Gobierno del país, ya que gozaban de “carta blanca”, para su desarrollo libre de impuestos, y muchas de ellas vendían al propio Gobierno sus energías, o defraudaban a los propietarios de los terrenos donde se establecían para medrar. Así nos llenamos de empresas extranjeras que vivían el sueño capitalista, amasar fortunas sin pagar derechos ni beneficiar a la población local ni al Gobierno; como en los tiempos políticos más retrógrados. Estallaron en increpaciones y descontento; y la prensa en renta difundió sus querellas… “Andrés Manuel López Obrador intenta prohibir la producción de energías limpias en un acto imposicionista”, otros más adujeron: “intenta llevarnos al comunismo, debemos detener esto”. Expresión bastante idiota y sin sentido, máxime que somos de facto una colonia comercial de los Estados Unidos desde hace doscientos años o más y nuestra economía está tan cohesionada con la de ellos que prácticamente no pudiéramos darnos el extremo lujo de llegar al “comunismo”; cuando mucho al sistema mixto que tuvimos hasta López Portillo, de capitalismo con vocación socialista y que hoy retomó AMLO –primero los pobres- después de la defenestración brutal que sufrió el país con Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, todos ellos oprobios de la nación; entreguistas y traidores a los principios republicanos y a la dignidad nacional. AMLO les exige mayor regulación de sus operaciones económicas y fiscales y sanciona los cochupos con las autoridades responsables de los energéticos; y de ninguna forma prohíbe o inhibe las operaciones productivas; claro que para las mentalidades conservadoras del capitalismo, si no hay ganancia exorbitante empresarial y corrupción de funcionarios, no es una cinética normal; no hay sabor a la “transa nacional”, como que el asunto no tiene sabor a folklor mexicano, o sea, les parece una pesadilla kafkiana.

Y a propósito de pesadilla, dos de mis diez lectores me preguntaron por qué ya no escribo semanalmente, y aprovecho para explicar a mis otros ocho lectores que debido a los cambios que ha experimentado el rotativo que hace el favor de publicarme, la directiva dividió a los colaboradores –pues el espacio escasea- la mitad continúan participando semanalmente y la otra mitad nos toca sólo quincenalmente –desconozco el criterio de selección- súmenle a eso que todos los candidatos de todos los partidos con aspiraciones a contender en las próximas elecciones a cualquier cargo, se han metido a ser “comunicadores de temporal”, más los editorialistas nacionales que también comparecen, nos obligan a hacer fila a los viejitos que tenemos más de treinta años colaborando.

He ahí mi muy confundida y limitada explicación; y ni modo…”Cartucheras al cañón, quepan o no quepan”.


Para toda energía limpia, piden los neoliberales… ¡no regulen esos males; pidan su “moche” y se limpian!

Siempre he considerado y afirmado que la autonomía y libertad de un país sólo puede asegurarse teniendo el control de su ejército, de su banca, de sus vías de comunicación y de la absoluta disposición de sus energéticos; de no ser así, se tratará de un país de libertad y autonomía simulada, sujeto a los intereses internacionales.

La facción neoliberal y la facción conservadora –PAN, con todos sus capitalistas- se rasgaron las vestiduras al enterarse de que la producción de energía limpia –eólica, solar y otras- serían mayormente reguladas por el Gobierno del país, ya que gozaban de “carta blanca”, para su desarrollo libre de impuestos, y muchas de ellas vendían al propio Gobierno sus energías, o defraudaban a los propietarios de los terrenos donde se establecían para medrar. Así nos llenamos de empresas extranjeras que vivían el sueño capitalista, amasar fortunas sin pagar derechos ni beneficiar a la población local ni al Gobierno; como en los tiempos políticos más retrógrados. Estallaron en increpaciones y descontento; y la prensa en renta difundió sus querellas… “Andrés Manuel López Obrador intenta prohibir la producción de energías limpias en un acto imposicionista”, otros más adujeron: “intenta llevarnos al comunismo, debemos detener esto”. Expresión bastante idiota y sin sentido, máxime que somos de facto una colonia comercial de los Estados Unidos desde hace doscientos años o más y nuestra economía está tan cohesionada con la de ellos que prácticamente no pudiéramos darnos el extremo lujo de llegar al “comunismo”; cuando mucho al sistema mixto que tuvimos hasta López Portillo, de capitalismo con vocación socialista y que hoy retomó AMLO –primero los pobres- después de la defenestración brutal que sufrió el país con Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, todos ellos oprobios de la nación; entreguistas y traidores a los principios republicanos y a la dignidad nacional. AMLO les exige mayor regulación de sus operaciones económicas y fiscales y sanciona los cochupos con las autoridades responsables de los energéticos; y de ninguna forma prohíbe o inhibe las operaciones productivas; claro que para las mentalidades conservadoras del capitalismo, si no hay ganancia exorbitante empresarial y corrupción de funcionarios, no es una cinética normal; no hay sabor a la “transa nacional”, como que el asunto no tiene sabor a folklor mexicano, o sea, les parece una pesadilla kafkiana.

Y a propósito de pesadilla, dos de mis diez lectores me preguntaron por qué ya no escribo semanalmente, y aprovecho para explicar a mis otros ocho lectores que debido a los cambios que ha experimentado el rotativo que hace el favor de publicarme, la directiva dividió a los colaboradores –pues el espacio escasea- la mitad continúan participando semanalmente y la otra mitad nos toca sólo quincenalmente –desconozco el criterio de selección- súmenle a eso que todos los candidatos de todos los partidos con aspiraciones a contender en las próximas elecciones a cualquier cargo, se han metido a ser “comunicadores de temporal”, más los editorialistas nacionales que también comparecen, nos obligan a hacer fila a los viejitos que tenemos más de treinta años colaborando.

He ahí mi muy confundida y limitada explicación; y ni modo…”Cartucheras al cañón, quepan o no quepan”.