/ sábado 13 de octubre de 2018

Poder absoluto

“El peligro para la democracia no está principalmente en el materialismo, sino en un falso y mal entendido idealismo”


Para la persona trabajadora y de buena fe, es igualmente malo que sea un un jefe, o que sea un líder, o el gobierno quien tenga exceso de poder porque de él abusará siempre.


Unas cuantas personas fuera de la ley, pero “legalmente” con la ley en la mano por su capacidad de modificar y cambiar todas las leyes por su poder absoluto, pisotearán todas las actuales leyes y reglas públicamente. El ladrón en el poder se convierte en dueño de prácticamente todo.


Hace cuatro mil año un escriba egipcio detalló: “El ladrón (gobernante) es dueño de todo; el oro está escaso, al artesano le falta trabajo; uno es el que siembra, otro el que cosecha y otro más el que se lo queda y lo controla todo. El mundo está exhausto. Hoy hay más mandatarios que nunca”.


Así, nos damos cuenta que el mundo, cuando se lo entregamos a un individuo (como lo acabamos de hacer), o a un grupo, sigue siendo lo mismo y sigue habiendo lo mismo: parásitos, burocracia, crimen, avaricia, desalojo, desocupación. Ayer y hoy y siempre. La gente de hoy es solamente distinta.


Phineas Taylor Barnum (empresario, político y artista circense estadounidense, recordado por sus célebres engaños en el mundo del entretenimiento) descubrió que a la gente le gusta ser engañada y se hizo millonario con tal idea.


Lo que la mayoría de los políticos nos presentan como su santidad, su honestidad, su honradez, su pureza, su interés por el pueblo, y su lucha anticorrupción, no es otra cosa que su insaciable ambición de lucro, de poder y de mando. De simplemente contar con autoridad, ahora con el poder absoluto, éste será convertido en un autoritario y prepotente.


Un profeta en la política, como todo buen populista, mientras está en campaña, será visto como el salvador de todos los males, perfecto, amoroso muy honesto y hasta divino, pero en la realidad una vez gobernando será causa de los dolores de cabeza de la nación. Mientras más inculto el ciudadano y más incapaz de bastarse a sí mismo, más valioso y merecedor se convierte para el tirano.


Nadie más intolerante que el mandatario ignorante y equivocado que cree estar obrando con “justicia republicana” y peor aún, cuando le han otorgado autoridad ilimitada y siempre se encuentra rodeado de una atmósfera de servilismo.


Por mucho que digan saber los nuevos líderes, no pueden saberlo todo, a menos que usen la prepotencia. No puede beneficiarnos ninguna filosofía ni mucho menos un nuevo modelo económico que contradiga nuestra propia experiencia y la del mundo.




“El peligro para la democracia no está principalmente en el materialismo, sino en un falso y mal entendido idealismo”


Para la persona trabajadora y de buena fe, es igualmente malo que sea un un jefe, o que sea un líder, o el gobierno quien tenga exceso de poder porque de él abusará siempre.


Unas cuantas personas fuera de la ley, pero “legalmente” con la ley en la mano por su capacidad de modificar y cambiar todas las leyes por su poder absoluto, pisotearán todas las actuales leyes y reglas públicamente. El ladrón en el poder se convierte en dueño de prácticamente todo.


Hace cuatro mil año un escriba egipcio detalló: “El ladrón (gobernante) es dueño de todo; el oro está escaso, al artesano le falta trabajo; uno es el que siembra, otro el que cosecha y otro más el que se lo queda y lo controla todo. El mundo está exhausto. Hoy hay más mandatarios que nunca”.


Así, nos damos cuenta que el mundo, cuando se lo entregamos a un individuo (como lo acabamos de hacer), o a un grupo, sigue siendo lo mismo y sigue habiendo lo mismo: parásitos, burocracia, crimen, avaricia, desalojo, desocupación. Ayer y hoy y siempre. La gente de hoy es solamente distinta.


Phineas Taylor Barnum (empresario, político y artista circense estadounidense, recordado por sus célebres engaños en el mundo del entretenimiento) descubrió que a la gente le gusta ser engañada y se hizo millonario con tal idea.


Lo que la mayoría de los políticos nos presentan como su santidad, su honestidad, su honradez, su pureza, su interés por el pueblo, y su lucha anticorrupción, no es otra cosa que su insaciable ambición de lucro, de poder y de mando. De simplemente contar con autoridad, ahora con el poder absoluto, éste será convertido en un autoritario y prepotente.


Un profeta en la política, como todo buen populista, mientras está en campaña, será visto como el salvador de todos los males, perfecto, amoroso muy honesto y hasta divino, pero en la realidad una vez gobernando será causa de los dolores de cabeza de la nación. Mientras más inculto el ciudadano y más incapaz de bastarse a sí mismo, más valioso y merecedor se convierte para el tirano.


Nadie más intolerante que el mandatario ignorante y equivocado que cree estar obrando con “justicia republicana” y peor aún, cuando le han otorgado autoridad ilimitada y siempre se encuentra rodeado de una atmósfera de servilismo.


Por mucho que digan saber los nuevos líderes, no pueden saberlo todo, a menos que usen la prepotencia. No puede beneficiarnos ninguna filosofía ni mucho menos un nuevo modelo económico que contradiga nuestra propia experiencia y la del mundo.