/ martes 30 de abril de 2024

A reflexionar | Pueblo educado construye, no destruye

“El vencedor anticipado es aquel que calcula todo, el perdedor anticipado es el que calculó poco. Quien mucho calcula, vence, quien poco, perece.” Sun Tzu


El hombre desde sus orígenes enfrentó a la naturaleza, a pesar que de ella obtenía los satisfactores de sus necesidades. Miles de años pasaron para que los hombres aprendieran a conocer el mundo en el que sobrevivían y, además aprendió que no existía otro. Simultáneamente, conoció lo que su esfuerzo fue creando, es decir, transformando la naturaleza en su provecho. Pero la supervivencia posibilitó el crecimiento de los grupos humanos, que fundaron aldeas para que los grupos se especializaran en las diversas tareas, así, de la caza, la pesca y la recolección (apropiación directa), domesticó animales, cultivó la tierra y perfeccionó los utensilios de trabajo. Las aldeas se convirtieron en ciudades y apareció la civilización (del latín: civilis,ciudad). Se infiere que incluye a sus habitantes y toda la actividad socioeconómica. La educación fue la herramienta que integró la praxis transformadora, que permitió la evolución de las sociedades humanas. Por ello, enseñar es siempre enseñar al que no sabe y quien no indaga, constata, y deplora la ignorancia ajena, no puede ser maestro, por mucho que sepa. Los grupos con mayor índice de supervivencia siempre han debido ser los más capaces de educar y preparar bien a sus miembros jóvenes. Sin embargo con demagogia, día a día, se aliena a millones de miembros de la sociedad mexicana. Retirar o exterminar las instituciones educativas, desde el principio de la actual administración, se advirtió el afán de destruir, no sólo las obras de infraestructura, sino los vínculos entre los miembros de nuestra comunidad, representados fielmente en el color rojo de nuestra enseña patria. La naturaleza sufrió y sufre la destrucción infame por la sencilla razón de un capricho del presidente. La península de Yucatán posee una flora y una fauna que durante millones de años hizo surgir y evolucionar un suelo sin ríos ni montañas, pero con ríos subterráneos. La construcción de un ferrocarril, destruyó millones de árboles, y rebanó el ecosistema, afectando a la flora y la fauna. Jóvenes mexicanos educados en las escuelas construidas por los gobiernos de la revolución, habrán de frenar la destrucción de la patria, niños, jóvenes y ancianos, su preparación académica y sus experiencias, llevarán a reconstruir a esta patria que tanta destrucción recibirá de la actual gestión dictatorial. Miles de compatriotas tienen expectativas optimistas para ellos y, desde luego, para sus hijos. Reflexionemos: es más fácil destruir que construir. México tiene los elementos para convertirse en una potencia respetable, sin andar interviniendo en los asuntos internos de otros países.


“El vencedor anticipado es aquel que calcula todo, el perdedor anticipado es el que calculó poco. Quien mucho calcula, vence, quien poco, perece.” Sun Tzu


El hombre desde sus orígenes enfrentó a la naturaleza, a pesar que de ella obtenía los satisfactores de sus necesidades. Miles de años pasaron para que los hombres aprendieran a conocer el mundo en el que sobrevivían y, además aprendió que no existía otro. Simultáneamente, conoció lo que su esfuerzo fue creando, es decir, transformando la naturaleza en su provecho. Pero la supervivencia posibilitó el crecimiento de los grupos humanos, que fundaron aldeas para que los grupos se especializaran en las diversas tareas, así, de la caza, la pesca y la recolección (apropiación directa), domesticó animales, cultivó la tierra y perfeccionó los utensilios de trabajo. Las aldeas se convirtieron en ciudades y apareció la civilización (del latín: civilis,ciudad). Se infiere que incluye a sus habitantes y toda la actividad socioeconómica. La educación fue la herramienta que integró la praxis transformadora, que permitió la evolución de las sociedades humanas. Por ello, enseñar es siempre enseñar al que no sabe y quien no indaga, constata, y deplora la ignorancia ajena, no puede ser maestro, por mucho que sepa. Los grupos con mayor índice de supervivencia siempre han debido ser los más capaces de educar y preparar bien a sus miembros jóvenes. Sin embargo con demagogia, día a día, se aliena a millones de miembros de la sociedad mexicana. Retirar o exterminar las instituciones educativas, desde el principio de la actual administración, se advirtió el afán de destruir, no sólo las obras de infraestructura, sino los vínculos entre los miembros de nuestra comunidad, representados fielmente en el color rojo de nuestra enseña patria. La naturaleza sufrió y sufre la destrucción infame por la sencilla razón de un capricho del presidente. La península de Yucatán posee una flora y una fauna que durante millones de años hizo surgir y evolucionar un suelo sin ríos ni montañas, pero con ríos subterráneos. La construcción de un ferrocarril, destruyó millones de árboles, y rebanó el ecosistema, afectando a la flora y la fauna. Jóvenes mexicanos educados en las escuelas construidas por los gobiernos de la revolución, habrán de frenar la destrucción de la patria, niños, jóvenes y ancianos, su preparación académica y sus experiencias, llevarán a reconstruir a esta patria que tanta destrucción recibirá de la actual gestión dictatorial. Miles de compatriotas tienen expectativas optimistas para ellos y, desde luego, para sus hijos. Reflexionemos: es más fácil destruir que construir. México tiene los elementos para convertirse en una potencia respetable, sin andar interviniendo en los asuntos internos de otros países.