/ viernes 25 de marzo de 2022

Ciudadanía  y revocación de mandato 

Por María Soledad Limas Frescas

El cambio auténtico para el desarrollo del país no vendrá de ningún poder del Estado, ni de liderazgos sociales o religiosos, sino de la fuerza y de la voluntad de la persona que está frente a nosotros en el espejo.

No cabe duda que la esperanza de los mexicanos es muy grande; desde siempre, el pueblo está esperando al gran líder o gobernante que tome las riendas del gobierno y lo dirija automáticamente al desarrollo. La experiencia ha demostrado que así no se dan los grandes cambios; lo perfectible se logra en la medida en que se involucre la ciudadanía, para cambiar primero en lo particular, luego cambiar el entorno, y por añadidura vendrá el cambio en general.

Por ejemplo, la abolición de la esclavitud en el Reino Unido no provino de rey o de gobernante alguno, la empezaron una docena de personas que fueron despertando conciencia entre los ingleses para luchar por la libertad de los esclavos, y así se exigió el reconocimiento de la libertad como derecho fundamental de todo ser humano, este escenario sirvió de inspiración a civiles de otras naciones que lograron la libertad en sus países, haciendo hincapié que fue difícil abolir la esclavitud, porque sucedió a fuerza del derramamiento de sangre.

\u0009Los cambios positivos surgen de la participación de ciudadanos libres y comprometidos con su entorno, que saben exigir sus derechos pero también cumplir las obligaciones. Cuando los ciudadanos sólo exigen derechos y no cumplen sus obligaciones se da un desequilibrio que obstaculiza el desarrollo. Lo anterior es aplicable a los electores que acuden a las urnas cada tres o seis años para elegir a sus representantes, dejándose llevar muchas veces por candidatos que los asombran con “espejitos“ como el personaje del gitano Melquiades en “Cien años de soledad”, de García Márquez, que llegaba a Macondo cada año, ofreciendo espejitos y otros inventos y descubrimientos asombrosos que embaucaban a los espectadores. Cuando los electores eligen con su voto a los gobernantes y le entregan un cheque en blanco, sin exigirle cuentas ni buenos resultados, que no se sorprendan con los abusos del poder, que ellos mismos otorgaron sin límite alguno. El derecho de los ciudadanos de votar y ser votados trae siempre aparejada la obligación de vigilar el ejercicio del poder y exigir buenos resultados.

En un escenario de gobiernos incapaces e incompetentes procedería la figura constitucional de revocación del mandato, siempre y cuando fueran los ciudadanos quienes tomaran la iniciativa y cumplieran con el protocolo que establecen las leyes para revocar el mandato a malos gobernantes, que no es el caso de lo que sucede en México, porque es el presidente y su movimiento quienes están promoviendo más que la revocación del mandato, la ratificación en el poder, a un gobierno que no ha dado resultados para el desarrollo del país.

Integrante de la AECHIH.


Por María Soledad Limas Frescas

El cambio auténtico para el desarrollo del país no vendrá de ningún poder del Estado, ni de liderazgos sociales o religiosos, sino de la fuerza y de la voluntad de la persona que está frente a nosotros en el espejo.

No cabe duda que la esperanza de los mexicanos es muy grande; desde siempre, el pueblo está esperando al gran líder o gobernante que tome las riendas del gobierno y lo dirija automáticamente al desarrollo. La experiencia ha demostrado que así no se dan los grandes cambios; lo perfectible se logra en la medida en que se involucre la ciudadanía, para cambiar primero en lo particular, luego cambiar el entorno, y por añadidura vendrá el cambio en general.

Por ejemplo, la abolición de la esclavitud en el Reino Unido no provino de rey o de gobernante alguno, la empezaron una docena de personas que fueron despertando conciencia entre los ingleses para luchar por la libertad de los esclavos, y así se exigió el reconocimiento de la libertad como derecho fundamental de todo ser humano, este escenario sirvió de inspiración a civiles de otras naciones que lograron la libertad en sus países, haciendo hincapié que fue difícil abolir la esclavitud, porque sucedió a fuerza del derramamiento de sangre.

\u0009Los cambios positivos surgen de la participación de ciudadanos libres y comprometidos con su entorno, que saben exigir sus derechos pero también cumplir las obligaciones. Cuando los ciudadanos sólo exigen derechos y no cumplen sus obligaciones se da un desequilibrio que obstaculiza el desarrollo. Lo anterior es aplicable a los electores que acuden a las urnas cada tres o seis años para elegir a sus representantes, dejándose llevar muchas veces por candidatos que los asombran con “espejitos“ como el personaje del gitano Melquiades en “Cien años de soledad”, de García Márquez, que llegaba a Macondo cada año, ofreciendo espejitos y otros inventos y descubrimientos asombrosos que embaucaban a los espectadores. Cuando los electores eligen con su voto a los gobernantes y le entregan un cheque en blanco, sin exigirle cuentas ni buenos resultados, que no se sorprendan con los abusos del poder, que ellos mismos otorgaron sin límite alguno. El derecho de los ciudadanos de votar y ser votados trae siempre aparejada la obligación de vigilar el ejercicio del poder y exigir buenos resultados.

En un escenario de gobiernos incapaces e incompetentes procedería la figura constitucional de revocación del mandato, siempre y cuando fueran los ciudadanos quienes tomaran la iniciativa y cumplieran con el protocolo que establecen las leyes para revocar el mandato a malos gobernantes, que no es el caso de lo que sucede en México, porque es el presidente y su movimiento quienes están promoviendo más que la revocación del mandato, la ratificación en el poder, a un gobierno que no ha dado resultados para el desarrollo del país.

Integrante de la AECHIH.