/ martes 9 de julio de 2019

Comencemos por el respeto

Aunque actualmente hay más reconocimiento y respeto social a las normas y los Derechos Humanos que en el pasado, aún acaecen recurrentes inobservancias y transgresiones a ellos, mucho en parte por su desconocimiento en la sociedad... y por indiferencia. Aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) estipula en sus primeros artículos que: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, lo cierto es que el escenario que observamos es de segregación y persistente desigualdad hacia mujeres, minorías y grupos vulnerables en ámbitos sociales y privados.

La violencia persiste y señal de eso, es el aumento noticias de asesinatos de mujeres, de discriminación hacia personas con preferencia sexual distinta a la heterosexual, inmigrantes y muchos más. Al respecto, recientemente se solicitó activar la alerta de género por la situación de violencia contra las mujeres en nuestro estado, mismo que es reconocido mundialmente por el tema de los feminicidios y por la sentencia del campo algodonero que se derivó a raíz de ello. No hay país al que haya viajado donde no salga a relucir dicho tema. Aunque se ha actuado en consecuencia y se ha trabajado mucho para erradicar la violencia, tristemente el fenómeno continúa. Dado que es un tema “incómodo” para el gobierno, pareciera que se ha tratado de invisibilizar la situación aludiendo a que aquí no es necesaria, pero la realidad social es otra. También acaeció la marcha del orgullo LGBTTTI y aun cuando el respeto y apoyo a este grupo se incrementa, todavía resurgen comentarios y notas basadas en odio y discriminación, bastantes fundamentadas en dogmas y creencias. Hablar de migrantes que hace que emanen comentarios xenófobos y de exclusión por miedo a lo distinto. Se debiera hablar respeto, no de tolerancia, lo cual implica esfuerzo de entender y aceptar a los demás. No basta con enumerar las causas de un problema para que éste se resuelva; se debe tener una idea clara, un proyecto de lo que se quiere hacer para contrarrestar los efectos negativos de la violencia, para reconstruir el tejido social. La DUDH está diseñada en forma de pórtico y los primeros artículos son el basamento para que los demás puedan observarse. Si no comenzamos por respetarnos los unos a los otros como iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna, difícilmente podremos construir en nuestra sociedad aquello que nos acerquen a un estado de paz y armonía libre de violencia. Hace falta redoblar esfuerzos y comenzar a educar en Derechos Hhumanos desde el hogar, que es de donde emana la educación.

Yanez_flor @hotmail.com www.floryanez.com


Aunque actualmente hay más reconocimiento y respeto social a las normas y los Derechos Humanos que en el pasado, aún acaecen recurrentes inobservancias y transgresiones a ellos, mucho en parte por su desconocimiento en la sociedad... y por indiferencia. Aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) estipula en sus primeros artículos que: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, lo cierto es que el escenario que observamos es de segregación y persistente desigualdad hacia mujeres, minorías y grupos vulnerables en ámbitos sociales y privados.

La violencia persiste y señal de eso, es el aumento noticias de asesinatos de mujeres, de discriminación hacia personas con preferencia sexual distinta a la heterosexual, inmigrantes y muchos más. Al respecto, recientemente se solicitó activar la alerta de género por la situación de violencia contra las mujeres en nuestro estado, mismo que es reconocido mundialmente por el tema de los feminicidios y por la sentencia del campo algodonero que se derivó a raíz de ello. No hay país al que haya viajado donde no salga a relucir dicho tema. Aunque se ha actuado en consecuencia y se ha trabajado mucho para erradicar la violencia, tristemente el fenómeno continúa. Dado que es un tema “incómodo” para el gobierno, pareciera que se ha tratado de invisibilizar la situación aludiendo a que aquí no es necesaria, pero la realidad social es otra. También acaeció la marcha del orgullo LGBTTTI y aun cuando el respeto y apoyo a este grupo se incrementa, todavía resurgen comentarios y notas basadas en odio y discriminación, bastantes fundamentadas en dogmas y creencias. Hablar de migrantes que hace que emanen comentarios xenófobos y de exclusión por miedo a lo distinto. Se debiera hablar respeto, no de tolerancia, lo cual implica esfuerzo de entender y aceptar a los demás. No basta con enumerar las causas de un problema para que éste se resuelva; se debe tener una idea clara, un proyecto de lo que se quiere hacer para contrarrestar los efectos negativos de la violencia, para reconstruir el tejido social. La DUDH está diseñada en forma de pórtico y los primeros artículos son el basamento para que los demás puedan observarse. Si no comenzamos por respetarnos los unos a los otros como iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna, difícilmente podremos construir en nuestra sociedad aquello que nos acerquen a un estado de paz y armonía libre de violencia. Hace falta redoblar esfuerzos y comenzar a educar en Derechos Hhumanos desde el hogar, que es de donde emana la educación.

Yanez_flor @hotmail.com www.floryanez.com