/ sábado 28 de abril de 2018

Debate, imagen y propuestas

A pesar de detalles menores, ha sido el mejor debate del que tengamos memoria. Un formato nuevo, más dinámico, que permitió, precisamente eso, el debate, más interacción con mayor libertad para el manejo de los tiempos, cada quien lo administró lo mejor que pudo.

Más que el conocimiento físico de los candidatos, lo que se logró es ubicar exactamente a cada quien en su justa dimensión y capacidades, pareciera ser que si por AMLO fuera, no se hubiera presentado, como ya lo hizo en una ocasión, pero no lo quedó de otra, el domingo en la noche se notaba que no se preparó (estaba pegando estampitas), desdeñó y menospreció el evento, se veía fuera de contexto, para empezar no entendía el manejo del cronómetro, se quedó hablando solo en casi todas las ocasiones, y porsu puesto que era el centro del debate, iba al frente de las encuestas, en cualquier competencia, todos van por la cabeza y no por la cola.

Nos sorprendió su cinismo y desfachatez, quiere pasar por un ser impoluto, casi casi iluminado, el sinvergüenza tiene más de 15 años sin un trabajo conocido, ha disfrutado de la mieles del sistema, más de tres mil millones de pesos le han sido asignados a su partido Morena en estos últimos años, dinero repartido entre sus hijos y hermanos principalmente, claro, nada más para aquellos que se doblegan a su poder.

Ricardo Anaya ganó el debate, porque fue el que mejor se preparó, desde su impecable presentación hasta el conocimiento del mecanismo acordado y el manejo de los tiempos, hasta la asombrosa recopilación de información y datos cruciales para esta vital oportunidad, así como su extraordinaria facilidad para debatir, que como un verdadero crack del futbol, a bote pronto, recogía cualquier alusión y la convertía en ventana de oportunidad, enfrentando a los adversarios con preguntas concretas que fueron evadidas.

A pesar de haber hecho una mejor preparación, Meade no convence, está lejos de conectar con el electorado, le falta carisma y presencia, la suya es prestada… no le pertenece, pues.

Hoy nos quedan solamente dos elecciones, una propuesta que no ha dado resultados, fracasada y que ha desdibujado a países enteros; o una propuesta de avanzada, con ideas bien fundadas, con propuestas innovadoras, hoy Ricardo Anaya logró centrar la atención de propios y extraños, en que sí se puede vencer la inercia de las encuestas, es Anaya la única alternativa real que puede hacerle frente al que representa la regresión y el autoritarismo.

El 26 de septiembre 1960, con el primer debate televisado de la historia, en el país más poderoso del mundo, las campañas políticas dejarían de ser lo mismo y cambiarían para siempre, el vicepresidente republicano se enfrentaba a un joven senador demócrata conocido solamente en Massachusetts, los tiempos de la TV en vivo son extremadamente precisos (como es una Presidencia de la República), tienes que entender los códigos y sobre todo el lenguaje de la televisión, el vicepresidente que gozaba de una delantera que parecía inalcanzable, no se preparó a conciencia, ni en su discurso ni en su presentación, vistió un traje gris que con la TV en blanco y negro, como era en esa época, parecía color blanco, no permitió que lo maquillaran y gracias a una operación en una de sus rodillas, el vicepresidente era lento al caminar y sudaba a borbotones, fue evasivo al contestar y se veía fuera de contexto, por otro lado, el joven senador vestía un traje negro impecable, lucia un bronceado de playa y por supuesto que fue maquillado para el evento, además habló extraordinariamente bien, contestando cada tema que fue increpado por los diestros periodistas, me refiero al vicepresidente Nixon y al senador John F. Kennedy, ¿suena familiar, no?

A pesar de detalles menores, ha sido el mejor debate del que tengamos memoria. Un formato nuevo, más dinámico, que permitió, precisamente eso, el debate, más interacción con mayor libertad para el manejo de los tiempos, cada quien lo administró lo mejor que pudo.

Más que el conocimiento físico de los candidatos, lo que se logró es ubicar exactamente a cada quien en su justa dimensión y capacidades, pareciera ser que si por AMLO fuera, no se hubiera presentado, como ya lo hizo en una ocasión, pero no lo quedó de otra, el domingo en la noche se notaba que no se preparó (estaba pegando estampitas), desdeñó y menospreció el evento, se veía fuera de contexto, para empezar no entendía el manejo del cronómetro, se quedó hablando solo en casi todas las ocasiones, y porsu puesto que era el centro del debate, iba al frente de las encuestas, en cualquier competencia, todos van por la cabeza y no por la cola.

Nos sorprendió su cinismo y desfachatez, quiere pasar por un ser impoluto, casi casi iluminado, el sinvergüenza tiene más de 15 años sin un trabajo conocido, ha disfrutado de la mieles del sistema, más de tres mil millones de pesos le han sido asignados a su partido Morena en estos últimos años, dinero repartido entre sus hijos y hermanos principalmente, claro, nada más para aquellos que se doblegan a su poder.

Ricardo Anaya ganó el debate, porque fue el que mejor se preparó, desde su impecable presentación hasta el conocimiento del mecanismo acordado y el manejo de los tiempos, hasta la asombrosa recopilación de información y datos cruciales para esta vital oportunidad, así como su extraordinaria facilidad para debatir, que como un verdadero crack del futbol, a bote pronto, recogía cualquier alusión y la convertía en ventana de oportunidad, enfrentando a los adversarios con preguntas concretas que fueron evadidas.

A pesar de haber hecho una mejor preparación, Meade no convence, está lejos de conectar con el electorado, le falta carisma y presencia, la suya es prestada… no le pertenece, pues.

Hoy nos quedan solamente dos elecciones, una propuesta que no ha dado resultados, fracasada y que ha desdibujado a países enteros; o una propuesta de avanzada, con ideas bien fundadas, con propuestas innovadoras, hoy Ricardo Anaya logró centrar la atención de propios y extraños, en que sí se puede vencer la inercia de las encuestas, es Anaya la única alternativa real que puede hacerle frente al que representa la regresión y el autoritarismo.

El 26 de septiembre 1960, con el primer debate televisado de la historia, en el país más poderoso del mundo, las campañas políticas dejarían de ser lo mismo y cambiarían para siempre, el vicepresidente republicano se enfrentaba a un joven senador demócrata conocido solamente en Massachusetts, los tiempos de la TV en vivo son extremadamente precisos (como es una Presidencia de la República), tienes que entender los códigos y sobre todo el lenguaje de la televisión, el vicepresidente que gozaba de una delantera que parecía inalcanzable, no se preparó a conciencia, ni en su discurso ni en su presentación, vistió un traje gris que con la TV en blanco y negro, como era en esa época, parecía color blanco, no permitió que lo maquillaran y gracias a una operación en una de sus rodillas, el vicepresidente era lento al caminar y sudaba a borbotones, fue evasivo al contestar y se veía fuera de contexto, por otro lado, el joven senador vestía un traje negro impecable, lucia un bronceado de playa y por supuesto que fue maquillado para el evento, además habló extraordinariamente bien, contestando cada tema que fue increpado por los diestros periodistas, me refiero al vicepresidente Nixon y al senador John F. Kennedy, ¿suena familiar, no?