/ lunes 6 de mayo de 2024

Del tamaño del nado, son los compromisos

Estamos en la recta final de las campañas y parece que nada pasó. Las cosas permanecieron constantes y se generó mucha menos algarabía de lo que estábamos acostumbrados. Se ve menos contaminación visual, la gente trae menos calcomanías en sus coches, etc. Sin embargo, las personas están más politizadas que antes pero menos emocionadas de participar en la elección. ¿Un efecto extraño, no crees?

Las campañas cambiaron y las personas ahora tienen más acceso a la información que antes. Hace 10 años, un candidato se preocupaba por qué poner en el panfleto que te iban a entregar. Veían que fueran pocas propuestas pero claras y que eso motivara a las personas. Hoy pocas personas saben qué están proponiendo sus candidatos, pero se saben todos los chismes, falsos o ciertos, que giran en torno a esa persona. ¿Pero por qué? Hoy en día es más importante la información que se genera por medio de los satélites de la campaña que de la propia campaña central. Ya no importa tanto la entrevista de radio o televisión, sino el contenido para redes que se puede sacar de ella. Es mejor subirse a los “trends” de redes que ir a un debate.

Hoy fiscalizar una campaña es, literalmente, imposible. No existe alguna forma legal con la que el INE pueda realmente hacer un seguimiento del dinero que se utiliza para hacer que una candidatura gane. No hay forma de controlar el dinero que le paga un personaje “X” a un influencer para lanzar algún mensaje proselitista. Por lo general, ese personaje “X” tiene algún pacto con el candidato que, al ganar, de alguna u otra forma lo retribuirá. Así ha funcionado siempre y así seguirá funcionando hasta que nos dejemos de hacer tontos y se reforme nuestra ley electoral y el sistema de partidos en México. ¡Tema que urge!

Es por todo lo anterior que la ciudadanía tiene que comenzar a desarrollar un ojo más crítico para detectar nados sincronizados. Me refiero a este término como la “coincidencia” de que muchos medios de información, páginas en redes, encuestas extrañas, influencers, políticos, etcétera; comienzan a hablar del mismo tema, al mismo tiempo y con las mismas opiniones. Este tipo de estrategias de manipulación son nuevas, menos contaminantes, pero mucho más caras que las formas de las campañas electorales anteriores. Por esto es imperante que cambiemos nuestras leyes para contemplar este tipo de nuevas estrategias y, sobre todo, desarrollemos ese ojo crítico para que no caigamos en manipulaciones y podamos castigar con nuestro rechazo a quien lo haga.

Debemos siempre tener claro que el tamaño de las campañas es el tamaño de los compromisos que existen. Todo cuesta y nadie regala dinero. Cada peso que veas gastado en una campaña, es un peso que será retribuido, quizá al doble, desde el dinero de todos cuando gane esa persona. Por eso es importante contemplar en una nueva ley, que todas las personas puedan aportar libremente a una candidatura para poder tener un registro y detectar conflictos de interés en el futuro.

Por lo pronto solo tenemos nuestro voto para aplaudir o castigar los nados sincronizados que detectemos.

Lic. en Creación y Desarrollo de empresas, empresario

Estamos en la recta final de las campañas y parece que nada pasó. Las cosas permanecieron constantes y se generó mucha menos algarabía de lo que estábamos acostumbrados. Se ve menos contaminación visual, la gente trae menos calcomanías en sus coches, etc. Sin embargo, las personas están más politizadas que antes pero menos emocionadas de participar en la elección. ¿Un efecto extraño, no crees?

Las campañas cambiaron y las personas ahora tienen más acceso a la información que antes. Hace 10 años, un candidato se preocupaba por qué poner en el panfleto que te iban a entregar. Veían que fueran pocas propuestas pero claras y que eso motivara a las personas. Hoy pocas personas saben qué están proponiendo sus candidatos, pero se saben todos los chismes, falsos o ciertos, que giran en torno a esa persona. ¿Pero por qué? Hoy en día es más importante la información que se genera por medio de los satélites de la campaña que de la propia campaña central. Ya no importa tanto la entrevista de radio o televisión, sino el contenido para redes que se puede sacar de ella. Es mejor subirse a los “trends” de redes que ir a un debate.

Hoy fiscalizar una campaña es, literalmente, imposible. No existe alguna forma legal con la que el INE pueda realmente hacer un seguimiento del dinero que se utiliza para hacer que una candidatura gane. No hay forma de controlar el dinero que le paga un personaje “X” a un influencer para lanzar algún mensaje proselitista. Por lo general, ese personaje “X” tiene algún pacto con el candidato que, al ganar, de alguna u otra forma lo retribuirá. Así ha funcionado siempre y así seguirá funcionando hasta que nos dejemos de hacer tontos y se reforme nuestra ley electoral y el sistema de partidos en México. ¡Tema que urge!

Es por todo lo anterior que la ciudadanía tiene que comenzar a desarrollar un ojo más crítico para detectar nados sincronizados. Me refiero a este término como la “coincidencia” de que muchos medios de información, páginas en redes, encuestas extrañas, influencers, políticos, etcétera; comienzan a hablar del mismo tema, al mismo tiempo y con las mismas opiniones. Este tipo de estrategias de manipulación son nuevas, menos contaminantes, pero mucho más caras que las formas de las campañas electorales anteriores. Por esto es imperante que cambiemos nuestras leyes para contemplar este tipo de nuevas estrategias y, sobre todo, desarrollemos ese ojo crítico para que no caigamos en manipulaciones y podamos castigar con nuestro rechazo a quien lo haga.

Debemos siempre tener claro que el tamaño de las campañas es el tamaño de los compromisos que existen. Todo cuesta y nadie regala dinero. Cada peso que veas gastado en una campaña, es un peso que será retribuido, quizá al doble, desde el dinero de todos cuando gane esa persona. Por eso es importante contemplar en una nueva ley, que todas las personas puedan aportar libremente a una candidatura para poder tener un registro y detectar conflictos de interés en el futuro.

Por lo pronto solo tenemos nuestro voto para aplaudir o castigar los nados sincronizados que detectemos.

Lic. en Creación y Desarrollo de empresas, empresario