/ lunes 25 de marzo de 2024

Mediocres y tristes 

Ya vamos a cumplir el primer mes de campañas políticas para los puestos federales, y las cosas no se sienten como antes. No existe la emoción, la intriga, los debates, la energía, la derrama económica, entre otras características que generaban las campañas de este tamaño.

Desde mi percepción, esto es negativo para el desarrollo democrático, porque las personas se politizan menos y dejan la decisión en manos de un menor número de personas interesadas en informarse y participar. No podría dilucidar si esto es causa o consecuencia de la decepción existente hacia la democracia. Observamos cómo cada año, en el Latinobarómetro, la población especialmente la más joven, muestra su desencanto por las democracias de sus respectivos países. Sea lo que sea, es necesario romper ese círculo vicioso y mejorar la calidad de la competencia.

No hay algo concreto a lo que podamos atribuir el desencanto, porque podríamos comenzar por juzgar a los actuales partidos políticos, que han perdido sus ideologías al formar alianzas sin un sentido de causa. Los mecanismos internos que llevan a candidatas y candidatos que no deberían presentarse a las elecciones o las viejas estrategias políticas de golpeteo, acarreo, etc., también contribuyen. Los medios de comunicación tienen una gran parte de la culpa, pues hoy en día es casi imposible encontrar un periodista que mantenga la neutralidad e informe correctamente a la población.

Este conjunto de factores ha resultado en campañas mediocres y tristes, al grado que la discusión ha girado en torno a trivialidades como si Xochitl pegó o no un chicle en la silla, o si Claudia le habló mal a uno de sus seguidores.

Vemos que los candidatos mejor posicionados rechazan los debates y se apegan únicamente a los obligatorios, con tal de no arriesgar sus puntos de ventaja, aunque esto termine debilitando el proceso democrático en general. El exceso de asesores en los cuartos de guerra crea personajes ficticios alrededor de la figura del candidato, y cuando llegan al gobierno, descubrimos a la persona real, que muchas veces decepciona. Las campañas siguen ofreciendo pan, circo y utopías.

Todo esto solo puede corregirse de abajo hacia arriba. Me refiero a que la exigencia debe venir desde la gente, y esto solo se logra con el voto. Siempre he expresado mi rechazo al famoso “voto útil”, porque eso es sumamente mediocre. Votar por el menos peor no corrige el rumbo de nada. Premiamos a los partidos que no lo merecen y les quitamos oportunidad a aquellos que están creciendo. Con esta lógica, el mensaje del que hablo no se transmite realmente.

Si no corregimos pronto las formas democráticas, en pocos años tendremos una generación mayoritaria de personas que rechacen la democracia, y eso solo será el caldo de cultivo para la irrupción de nuevas formas de gobierno que no serían nada positivas. Así que, o nos ponemos las pilas, o nos cargará el payaso.

El día de la votación, haz lo correcto. Si algún partido o candidatura no te convence al 100%, no lo votes. Prioriza siempre un país y un estado con contrapesos en sus poderes, pero no caigas en narrativas que solo deteriorarán a mediano plazo el desarrollo democrático de México.

Ya vamos a cumplir el primer mes de campañas políticas para los puestos federales, y las cosas no se sienten como antes. No existe la emoción, la intriga, los debates, la energía, la derrama económica, entre otras características que generaban las campañas de este tamaño.

Desde mi percepción, esto es negativo para el desarrollo democrático, porque las personas se politizan menos y dejan la decisión en manos de un menor número de personas interesadas en informarse y participar. No podría dilucidar si esto es causa o consecuencia de la decepción existente hacia la democracia. Observamos cómo cada año, en el Latinobarómetro, la población especialmente la más joven, muestra su desencanto por las democracias de sus respectivos países. Sea lo que sea, es necesario romper ese círculo vicioso y mejorar la calidad de la competencia.

No hay algo concreto a lo que podamos atribuir el desencanto, porque podríamos comenzar por juzgar a los actuales partidos políticos, que han perdido sus ideologías al formar alianzas sin un sentido de causa. Los mecanismos internos que llevan a candidatas y candidatos que no deberían presentarse a las elecciones o las viejas estrategias políticas de golpeteo, acarreo, etc., también contribuyen. Los medios de comunicación tienen una gran parte de la culpa, pues hoy en día es casi imposible encontrar un periodista que mantenga la neutralidad e informe correctamente a la población.

Este conjunto de factores ha resultado en campañas mediocres y tristes, al grado que la discusión ha girado en torno a trivialidades como si Xochitl pegó o no un chicle en la silla, o si Claudia le habló mal a uno de sus seguidores.

Vemos que los candidatos mejor posicionados rechazan los debates y se apegan únicamente a los obligatorios, con tal de no arriesgar sus puntos de ventaja, aunque esto termine debilitando el proceso democrático en general. El exceso de asesores en los cuartos de guerra crea personajes ficticios alrededor de la figura del candidato, y cuando llegan al gobierno, descubrimos a la persona real, que muchas veces decepciona. Las campañas siguen ofreciendo pan, circo y utopías.

Todo esto solo puede corregirse de abajo hacia arriba. Me refiero a que la exigencia debe venir desde la gente, y esto solo se logra con el voto. Siempre he expresado mi rechazo al famoso “voto útil”, porque eso es sumamente mediocre. Votar por el menos peor no corrige el rumbo de nada. Premiamos a los partidos que no lo merecen y les quitamos oportunidad a aquellos que están creciendo. Con esta lógica, el mensaje del que hablo no se transmite realmente.

Si no corregimos pronto las formas democráticas, en pocos años tendremos una generación mayoritaria de personas que rechacen la democracia, y eso solo será el caldo de cultivo para la irrupción de nuevas formas de gobierno que no serían nada positivas. Así que, o nos ponemos las pilas, o nos cargará el payaso.

El día de la votación, haz lo correcto. Si algún partido o candidatura no te convence al 100%, no lo votes. Prioriza siempre un país y un estado con contrapesos en sus poderes, pero no caigas en narrativas que solo deteriorarán a mediano plazo el desarrollo democrático de México.