/ lunes 26 de febrero de 2024

Radicalización de último minuto

Es normal que al final de cualquier administración los liderazgos entren en un estado de desesperación, tratando de buscar el siguiente puesto o completar su plan de trabajo. Esto hace que comiencen a trabajar a marchas forzadas y esa desesperación los haga perder la paciencia y se radicalicen. Eso le está pasando a nuestro presidente.

Más que una estrategia política, es una desesperación por no haber logrado al 100% sus metas. Es normal, ninguna administración puede decir que se lograron todos los objetivos, porque o bien surgen nuevos o te das cuenta de que, en realidad, las expectativas son imposibles de lograr.

En política, todo se tiene que negociar en el buen sentido. Las visiones se tienen que contrastar y llegar a acuerdos que logren consensos para avanzar de la mejor manera hacia un objetivo. Eso hace que no todo lo que se desea se logre, y esto es positivo en una democracia donde toda la ciudadanía está representada.

En las últimas mañaneras, donde se han presentado confrontaciones con periodistas, se ha visto a un presidente más desesperado o incluso más radical. Esto ha desembocado en graves errores que había logrado evitar durante el sexenio y que ahora, ante la desesperación, le han superado.

El error de exhibir el número telefónico personal de una periodista ha sido mal visto por toda la ciudadanía. No hay persona, incluso militantes de Morena, que apoye este error. No está bien por parte de un Presidente de la República. Fue un error de su equipo, obviamente, pero el Presidente no tuvo la humildad de aceptar el fallo y, al contrario, continuó con la confrontación.

Es de conocimiento público que la próxima elección ya está ganada por Morena. Las encuestas dicen que la amplia mayoría de las personas prefieren continuar con este gobierno. No hay necesidad de caer en estas jugarretas que lo único que logran es tirar a la basura las cosas positivas que se han logrado en esta administración. Porque las hay muchas, como también hay fallos, igual que en anteriores gobiernos. Pero la imagen de un presidente sencillo y empático se puede perder con estos arranques de soberbia y prepotencia.

No, esto para nadie es positivo y se tiene que señalar. Así como también debemos cuidar que nuestros gobernantes no se radicalicen y cometan fallos de última hora ante el final de su poder. Debemos vigilar mucho a nuestros políticos y nuestros gobiernos ante el famoso “año de Hidalgo” y la pérdida del poder.

La polarización que hoy está sembrada en los corazones de los mexicanos puede germinar en una radicalización y, por ende, en una contienda política agresiva que lo único que ocasionaría sería un mayor deterioro de nuestra democracia. Eso no es positivo para nadie.

Espero que los mismos militantes de Morena tengan el valor de señalar este error. Una democracia madura permite señalar faltas entre los mismos pares en un partido. A Morena le falta esta cualidad. No se puede defender lo indefendible. Y así como se aplaude lo positivo, se debe corregir lo negativo.


Es normal que al final de cualquier administración los liderazgos entren en un estado de desesperación, tratando de buscar el siguiente puesto o completar su plan de trabajo. Esto hace que comiencen a trabajar a marchas forzadas y esa desesperación los haga perder la paciencia y se radicalicen. Eso le está pasando a nuestro presidente.

Más que una estrategia política, es una desesperación por no haber logrado al 100% sus metas. Es normal, ninguna administración puede decir que se lograron todos los objetivos, porque o bien surgen nuevos o te das cuenta de que, en realidad, las expectativas son imposibles de lograr.

En política, todo se tiene que negociar en el buen sentido. Las visiones se tienen que contrastar y llegar a acuerdos que logren consensos para avanzar de la mejor manera hacia un objetivo. Eso hace que no todo lo que se desea se logre, y esto es positivo en una democracia donde toda la ciudadanía está representada.

En las últimas mañaneras, donde se han presentado confrontaciones con periodistas, se ha visto a un presidente más desesperado o incluso más radical. Esto ha desembocado en graves errores que había logrado evitar durante el sexenio y que ahora, ante la desesperación, le han superado.

El error de exhibir el número telefónico personal de una periodista ha sido mal visto por toda la ciudadanía. No hay persona, incluso militantes de Morena, que apoye este error. No está bien por parte de un Presidente de la República. Fue un error de su equipo, obviamente, pero el Presidente no tuvo la humildad de aceptar el fallo y, al contrario, continuó con la confrontación.

Es de conocimiento público que la próxima elección ya está ganada por Morena. Las encuestas dicen que la amplia mayoría de las personas prefieren continuar con este gobierno. No hay necesidad de caer en estas jugarretas que lo único que logran es tirar a la basura las cosas positivas que se han logrado en esta administración. Porque las hay muchas, como también hay fallos, igual que en anteriores gobiernos. Pero la imagen de un presidente sencillo y empático se puede perder con estos arranques de soberbia y prepotencia.

No, esto para nadie es positivo y se tiene que señalar. Así como también debemos cuidar que nuestros gobernantes no se radicalicen y cometan fallos de última hora ante el final de su poder. Debemos vigilar mucho a nuestros políticos y nuestros gobiernos ante el famoso “año de Hidalgo” y la pérdida del poder.

La polarización que hoy está sembrada en los corazones de los mexicanos puede germinar en una radicalización y, por ende, en una contienda política agresiva que lo único que ocasionaría sería un mayor deterioro de nuestra democracia. Eso no es positivo para nadie.

Espero que los mismos militantes de Morena tengan el valor de señalar este error. Una democracia madura permite señalar faltas entre los mismos pares en un partido. A Morena le falta esta cualidad. No se puede defender lo indefendible. Y así como se aplaude lo positivo, se debe corregir lo negativo.