/ viernes 21 de septiembre de 2018

"El boxeador de la vida por experiencia propia"

Muy buenos días, mis lectores, que se encuentren contentos son mis mejores deseos. Voy, en esta ocasión a hacer un compás de espera entre mi artículo anterior y el que, si Dios quiere, escribiré la próxima semana. La razón es que realicé una llamada el miércoles a Chihuahua, y de ella nace la inspiración para escribir el presente y muy merecido homenaje póstumo, a quien se lo hice en su momento en vida. Les cuento:

Salí a caminar mis 3.6 millas, decidiendo mientras lo hacía llamarle a mi consejero espiritual, el ingeniero Rafael Higuera. En esa llamada me comunicó que había fallecido el ex rector de la Universidad de Chihuahua C.P. Antonio Horcasitas Barrio unos días antes.

Sí, había fallecido aquel que había creído en mí en una de mis etapas más duras como estudiante. Había fallecido el que en alguna ocasión me dio "Carte Blanche" por medio de la universidad, y así poder comprar útiles, equipo, libros, uniformes, además de una beca mensual.

Cómo poder olvidar y no rendirle homenaje a quien en aquella noche cuando gané mi primer campeonato nacional de boxeo defendiendo los colores universitarios le pedía diciéndole: "Mire, nací en la pobreza y estoy estudiando en la Facultad de Zootecnia, y necesito su ayuda". El rector entonces, Antonio Horcasitas Barrio, me dijo: "Ve el lunes a mi oficina".

El lunes me presenté en Rectoría con mi mano lastimada y una herida en la ceja producto de la fiereza que tuve que enfrentar en el ring, dándole mi nombre a su secretaria. Había mucha gente de traje esperando ver al rector y en menos de un minuto, en cuanto se dio cuenta el rector de que estaba allí, me hizo pasar. Entré a su oficina, nos saludamos y me dijo: "¿Cómo te sientes?, fuiste el mejor boxeador y pusiste muy en alto el nombre de la universidad, ¿qué necesitas?". Sí, aquel hombre que alguna vez estuvo en la lista para proponerlo a la gubernatura de Chihuahua no escatimó en nada en mi petición.

Antonio, amigo, te dedico de nuevo, como te dediqué en vida, este soneto que te escribí en su momento, y que de él supiste.




Buen sembrador (a Antonio Horcasitas Barrio)


Estuvo ahí cuando más necesité

de auxilio, titánico es el martirio

de la inopia, cuna en que se es nacido;

¡Y era yo apenas, un novel estudiante!


Mas todo trastocó en un campeonato

boxeando por mi gran universidad;

el rector, con fértil generosidad,

premió mi pundonor, estoico y vasto.


Cual génesis de semilla sembrada;

de la ignominia brotó la bonanza

bucólica, agreste, muy natural.


¡Va mi rezo a dondequiera te encuentres!,

y que mi corazón cordial te exprese:

Antonio eterno, has estado en mi mente.



Muy buenos días, mis lectores, que se encuentren contentos son mis mejores deseos. Voy, en esta ocasión a hacer un compás de espera entre mi artículo anterior y el que, si Dios quiere, escribiré la próxima semana. La razón es que realicé una llamada el miércoles a Chihuahua, y de ella nace la inspiración para escribir el presente y muy merecido homenaje póstumo, a quien se lo hice en su momento en vida. Les cuento:

Salí a caminar mis 3.6 millas, decidiendo mientras lo hacía llamarle a mi consejero espiritual, el ingeniero Rafael Higuera. En esa llamada me comunicó que había fallecido el ex rector de la Universidad de Chihuahua C.P. Antonio Horcasitas Barrio unos días antes.

Sí, había fallecido aquel que había creído en mí en una de mis etapas más duras como estudiante. Había fallecido el que en alguna ocasión me dio "Carte Blanche" por medio de la universidad, y así poder comprar útiles, equipo, libros, uniformes, además de una beca mensual.

Cómo poder olvidar y no rendirle homenaje a quien en aquella noche cuando gané mi primer campeonato nacional de boxeo defendiendo los colores universitarios le pedía diciéndole: "Mire, nací en la pobreza y estoy estudiando en la Facultad de Zootecnia, y necesito su ayuda". El rector entonces, Antonio Horcasitas Barrio, me dijo: "Ve el lunes a mi oficina".

El lunes me presenté en Rectoría con mi mano lastimada y una herida en la ceja producto de la fiereza que tuve que enfrentar en el ring, dándole mi nombre a su secretaria. Había mucha gente de traje esperando ver al rector y en menos de un minuto, en cuanto se dio cuenta el rector de que estaba allí, me hizo pasar. Entré a su oficina, nos saludamos y me dijo: "¿Cómo te sientes?, fuiste el mejor boxeador y pusiste muy en alto el nombre de la universidad, ¿qué necesitas?". Sí, aquel hombre que alguna vez estuvo en la lista para proponerlo a la gubernatura de Chihuahua no escatimó en nada en mi petición.

Antonio, amigo, te dedico de nuevo, como te dediqué en vida, este soneto que te escribí en su momento, y que de él supiste.




Buen sembrador (a Antonio Horcasitas Barrio)


Estuvo ahí cuando más necesité

de auxilio, titánico es el martirio

de la inopia, cuna en que se es nacido;

¡Y era yo apenas, un novel estudiante!


Mas todo trastocó en un campeonato

boxeando por mi gran universidad;

el rector, con fértil generosidad,

premió mi pundonor, estoico y vasto.


Cual génesis de semilla sembrada;

de la ignominia brotó la bonanza

bucólica, agreste, muy natural.


¡Va mi rezo a dondequiera te encuentres!,

y que mi corazón cordial te exprese:

Antonio eterno, has estado en mi mente.