/ lunes 26 de julio de 2021

El impuesto mínimo global

Durante 2013, los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), así como el colectivo del G-20, anunciaron el inicio de trabajos conjuntos para, en igualdad de condiciones, iniciar un plan de acción que combatiera el problema de la erosión de la base gravable y el traslado de beneficios o utilidades por empresas internacionales de un país a otro, para eludir el pago de impuestos.

El plan de acción se encamina a garantizar que las utilidades por ingresos mercantiles de las empresas mundiales se graven precisamente allí en donde se realizan las actividades económicas que las generan y donde se crea valor.

El pasado jueves 1 de julio, en la sede de la OCDE, en París, Francia, se alcanzó un acuerdo muy relevante para México y el resto de las economías emergentes. Se decidió el establecimiento de una tasa corporativa mínima de impuesto a las grandes compañías multinacionales, dirigido muy particularmente a los grandes gigantes tecnológico-digitales (Facebook, Amazon, Twitter, Netflix, Google, Yahoo, Uber, Instagram, etc.).

Estas empresas vanguardistas de la revolución digital generan ganancias en los países donde operan y no se encuentran en esas jurisdicciones sujetas al pago de ningún tributo, promoviendo e incrementando la desigualdad económica y social en el mundo.

En la OCDE 130 de 139 países, incluidas economías tan importantes como China, India, Rusia y México, establecieron un calendario de labores con la resolución de que en 2023 ya operará el llamado “impuesto mínimo global” como instrumento que combatirá la transferencia de ganancias de los lugares donde se generan a paraísos fiscales donde las tasas son muy bajas o hasta inexistentes. La OCDE ya estima que, con el establecimiento del impuesto mínimo global, habrá una recaudación adicional proveniente de estas empresas multinacionales de alrededor de los 150,000 millones de dólares anuales de las que a México le tocará una parte importante en función de su economía. También el G-20 ya anunció que respaldará el nuevo impuesto mínimo global en su próxima reunión de este año en Venecia, Italia.

En paralelo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha estimado para 2023 una recaudación mínima adicional por el impuesto mínimo global de al menos 30 mil millones de pesos que vendrán a fortalecer las finanzas públicas nacionales.

No es secreto que, en la época de la revolución digital, las grandes multinacionales, poseedoras de la tecnología y con origen casi en su totalidad en países desarrollados, en su frenética búsqueda por competir y generar cada vez mayores utilidades, buscan esquemas de elusión tributaria o de erosión de bases gravables que afectan severamente principalmente a los países consumidores. Seguramente este impuesto mínimo global proyecta un entorno fiscal internacional más justo y equilibrado, fortaleciendo a los países en desarrollo y cerrando la brecha con aquellos dueños de las patentes y la tecnología.

Durante 2013, los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), así como el colectivo del G-20, anunciaron el inicio de trabajos conjuntos para, en igualdad de condiciones, iniciar un plan de acción que combatiera el problema de la erosión de la base gravable y el traslado de beneficios o utilidades por empresas internacionales de un país a otro, para eludir el pago de impuestos.

El plan de acción se encamina a garantizar que las utilidades por ingresos mercantiles de las empresas mundiales se graven precisamente allí en donde se realizan las actividades económicas que las generan y donde se crea valor.

El pasado jueves 1 de julio, en la sede de la OCDE, en París, Francia, se alcanzó un acuerdo muy relevante para México y el resto de las economías emergentes. Se decidió el establecimiento de una tasa corporativa mínima de impuesto a las grandes compañías multinacionales, dirigido muy particularmente a los grandes gigantes tecnológico-digitales (Facebook, Amazon, Twitter, Netflix, Google, Yahoo, Uber, Instagram, etc.).

Estas empresas vanguardistas de la revolución digital generan ganancias en los países donde operan y no se encuentran en esas jurisdicciones sujetas al pago de ningún tributo, promoviendo e incrementando la desigualdad económica y social en el mundo.

En la OCDE 130 de 139 países, incluidas economías tan importantes como China, India, Rusia y México, establecieron un calendario de labores con la resolución de que en 2023 ya operará el llamado “impuesto mínimo global” como instrumento que combatirá la transferencia de ganancias de los lugares donde se generan a paraísos fiscales donde las tasas son muy bajas o hasta inexistentes. La OCDE ya estima que, con el establecimiento del impuesto mínimo global, habrá una recaudación adicional proveniente de estas empresas multinacionales de alrededor de los 150,000 millones de dólares anuales de las que a México le tocará una parte importante en función de su economía. También el G-20 ya anunció que respaldará el nuevo impuesto mínimo global en su próxima reunión de este año en Venecia, Italia.

En paralelo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha estimado para 2023 una recaudación mínima adicional por el impuesto mínimo global de al menos 30 mil millones de pesos que vendrán a fortalecer las finanzas públicas nacionales.

No es secreto que, en la época de la revolución digital, las grandes multinacionales, poseedoras de la tecnología y con origen casi en su totalidad en países desarrollados, en su frenética búsqueda por competir y generar cada vez mayores utilidades, buscan esquemas de elusión tributaria o de erosión de bases gravables que afectan severamente principalmente a los países consumidores. Seguramente este impuesto mínimo global proyecta un entorno fiscal internacional más justo y equilibrado, fortaleciendo a los países en desarrollo y cerrando la brecha con aquellos dueños de las patentes y la tecnología.