/ jueves 4 de enero de 2024

En el nombre de México

“Entre un gobierno que lo hace mal

y un pueblo que lo consiente

hay una complicidad vergonzosa.”

Víctor Hugo (1802 – 1885)


En una obra tan extraordinariamente bien escrita por Enrique Serna denominada El Seductor de la Patria, orientando con su tenaz pluma, cita que en 1853 el presidente López de Santa Ana, promulgó sin consulta alguna las Bases para la Administración de la República, (leyes secundarias) desatendiendo a la Constitución, que servirían de código político en tanto se promulgara una nueva carta magna que sus incondicionales preparaban, permitiendo al Ejecutivo gobernar sin tener que dar cuentas a ningún otro poder, fustigando frecuentemente a sus opositores. Fue así como respaldado por el corrupto ejército, el clero y el Partido Conservador gobernó a su antojo, reeligiéndose o nombrando en la presidencia a quien convenía a su propensión. De esa manera tuvo el camino abierto para vender el territorio de La Mesilla a los Estados Unidos en $10 millones de pesos aunque finalmente obtuvo sólo $7 millones, sin reportar a Hacienda ni al legislativo del destino del producto de la venta conocida como Gadsden. Fue en esta coyuntura de excesos, despilfarros y desconocimiento de toda ley que la Alteza Serenísima gobernó en seis ocasiones a un país de 8.5 millones de desnutridos habitantes con aproximadamente el 86% de analfabetas.


Estos seres humanos de carne, hueso y fatalidad que existieron hace 6 generaciones, son el cruel testimonio de que si bien hoy en día observamos otra dinámica poblacional y desarrollo distinto, pareciera que el sistema gubernamental conserva identidades muy semejantes al pasado a pesar de los avances de la humanidad. Son las cúpulas las que pretenden aferrarse al poder con todas sus consecuencias. Liberales o conservadores según la conveniencia de cada protagonista han sido posturas a través de la historia donde observamos que hay quienes se dicen liberales y son más reaccionarios que los conservadores presuntamente. Es decir, en los hechos son orgullosos camaleones.


Por desgracia sin liderazgos hay una incapacidad y debilidad institucional para sostener las “escuelas” democráticas. Las políticas de buen gobierno sólo quedan en buenas intenciones; por ello ingenuamente se ha apoyado a quienes han protestado por largo tiempo contra las injusticias hasta llegar al poder y darle rumbo distinto al que se comprometieron. Según Enrique Krauze, encontramos a Iturbide, Santa Ana, Juárez, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Carranza, Obregón, entre otros quienes han bautizado con diversos nombres sus proyectos, como lo fueron: Conspiración de La Profesa, Plan de Iguala, Plan de Ayutla, Plan de la Noria, Plan de Guadalupe, Plan de San Luis, Plan de Agua Prieta, etc. nos hace pensar en lo frágil de la piel de la democracia mexicana, para derrocar a sus antiguos aliados.


El más reciente informe (2023) de la organización World Justice Proyect, indica que México ha descendido 17 lugares en el índice de apego al Estado de Derecho, por parte del actual gobierno desde su llegada en 2018, para ubicarse en el sitio 116 de 142 países, con una calificación de 4.2, es decir, reprobados. Venezuela es el último lugar al que pronto alcanzaremos. Esto se traduce en mayor corrupción, inseguridad, pobreza, ignorancia, retroceso en la salud, derechos humanos, etc.


En el Nombre de México está en que todos los mexicanos principalmente en los y las jóvenes, sean involucrarlos con sentido analítico y visión de futuro impidan que este país se siga desmoronando y con ello los sueños de las nuevas generaciones. Si en algo hemos perdido la confianza es en los gobiernos.


“Entre un gobierno que lo hace mal

y un pueblo que lo consiente

hay una complicidad vergonzosa.”

Víctor Hugo (1802 – 1885)


En una obra tan extraordinariamente bien escrita por Enrique Serna denominada El Seductor de la Patria, orientando con su tenaz pluma, cita que en 1853 el presidente López de Santa Ana, promulgó sin consulta alguna las Bases para la Administración de la República, (leyes secundarias) desatendiendo a la Constitución, que servirían de código político en tanto se promulgara una nueva carta magna que sus incondicionales preparaban, permitiendo al Ejecutivo gobernar sin tener que dar cuentas a ningún otro poder, fustigando frecuentemente a sus opositores. Fue así como respaldado por el corrupto ejército, el clero y el Partido Conservador gobernó a su antojo, reeligiéndose o nombrando en la presidencia a quien convenía a su propensión. De esa manera tuvo el camino abierto para vender el territorio de La Mesilla a los Estados Unidos en $10 millones de pesos aunque finalmente obtuvo sólo $7 millones, sin reportar a Hacienda ni al legislativo del destino del producto de la venta conocida como Gadsden. Fue en esta coyuntura de excesos, despilfarros y desconocimiento de toda ley que la Alteza Serenísima gobernó en seis ocasiones a un país de 8.5 millones de desnutridos habitantes con aproximadamente el 86% de analfabetas.


Estos seres humanos de carne, hueso y fatalidad que existieron hace 6 generaciones, son el cruel testimonio de que si bien hoy en día observamos otra dinámica poblacional y desarrollo distinto, pareciera que el sistema gubernamental conserva identidades muy semejantes al pasado a pesar de los avances de la humanidad. Son las cúpulas las que pretenden aferrarse al poder con todas sus consecuencias. Liberales o conservadores según la conveniencia de cada protagonista han sido posturas a través de la historia donde observamos que hay quienes se dicen liberales y son más reaccionarios que los conservadores presuntamente. Es decir, en los hechos son orgullosos camaleones.


Por desgracia sin liderazgos hay una incapacidad y debilidad institucional para sostener las “escuelas” democráticas. Las políticas de buen gobierno sólo quedan en buenas intenciones; por ello ingenuamente se ha apoyado a quienes han protestado por largo tiempo contra las injusticias hasta llegar al poder y darle rumbo distinto al que se comprometieron. Según Enrique Krauze, encontramos a Iturbide, Santa Ana, Juárez, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, Carranza, Obregón, entre otros quienes han bautizado con diversos nombres sus proyectos, como lo fueron: Conspiración de La Profesa, Plan de Iguala, Plan de Ayutla, Plan de la Noria, Plan de Guadalupe, Plan de San Luis, Plan de Agua Prieta, etc. nos hace pensar en lo frágil de la piel de la democracia mexicana, para derrocar a sus antiguos aliados.


El más reciente informe (2023) de la organización World Justice Proyect, indica que México ha descendido 17 lugares en el índice de apego al Estado de Derecho, por parte del actual gobierno desde su llegada en 2018, para ubicarse en el sitio 116 de 142 países, con una calificación de 4.2, es decir, reprobados. Venezuela es el último lugar al que pronto alcanzaremos. Esto se traduce en mayor corrupción, inseguridad, pobreza, ignorancia, retroceso en la salud, derechos humanos, etc.


En el Nombre de México está en que todos los mexicanos principalmente en los y las jóvenes, sean involucrarlos con sentido analítico y visión de futuro impidan que este país se siga desmoronando y con ello los sueños de las nuevas generaciones. Si en algo hemos perdido la confianza es en los gobiernos.