/ sábado 13 de abril de 2024

Eventos: sangriento ataque villista a la ciudad de Chihuahua en 1913 (Derrota y retirada villista) 

Por: Óscar A. Viramontes Olivas

violioscar@gmail.com


En la última parte de esta historia bochornosa y dramática de la arrogancia de Villa por tomar la ciudad de Chihuahua, los intensos combates que se libraban en las inmediaciones de la ciudad ya habían causado un verdadero caos en ambos lados; se tenía ya un saldo importante de muertos, aunque algunos, mencionaban que el número de bajas villistas superaban a las tropas federales y grupos de orozquistas que defendían la plaza. La cosa estaba muy complicada para los atacantes, pues las posiciones estratégicas de los defensores de Chihuahua estaban muy bien atrincheradas, sobre todo, el apoyo de los cuatro cañones que los habían colocado en la cima del cerro Santa Rosa, que continuamente lanzaban sus feroces descargas sobre la caballería del Centauro.

En este intento por apoderarse de la ciudad de Chihuahua por parte del general Francisco Villa, muchos opinaba que, tal vez, sería imposible que llegara a cumplir su cometido, porque estaba empecinado que, así como se había tomado la ciudad de Torreón, así lo haría con Chihuahua, pero el asunto no fue como lo imaginaba, porque aún y cuando todavía estaba en la mente de Villa hacerlo, ya algunos de sus allegados habían insistido en ya no seguir –claro con mucho respeto se le decía al general- para que no lo hiciera. Sin embargo: “Donde manda capitán no ordena marinero” y el ataque no cedió. Con una serie de enfrentamientos frontales que para algunos de los generales villistas eran insuficientes para llegar a quebrar las defensas del general Mercado, las que consideraban bastante fortificadas, y que, el tal general tenía más “hue…” que el tal Murguía que había defendido la plaza de Torreón.

Lo importante en la defensa de la plaza de Chihuahua, es que, una gran parte de la gente de Orozco, eran veteranos de muchas batallas y procedentes de los lugares más agrestes de las montañas y sierras chihuahuenses, condiciones que hacían a cualquier individuo, ser de una casta de valientes, y de muchos pantalones para los eventos de la guerra. Muchos federales que estaban peleando en Chihuahua, eran de la región, igual de agresivos en el combate. Estas características y otras propias del extremo clima chihuahuense, hacían que los guerreros fueran de “concreto”, a diferencia de las fuerzas que habían defendido Torreón en contra de las fuerzas villistas que eran un puñado de reclutas sureños, los cuales, habían sido alistados a las fuerzas de Murguía, unos a la fuerza, y otras voluntariamente, es por eso, que Villa aún y cuando la batalla fue sangrienta, la resistencia no fue igual a la de Chihuahua.

Defensa federal en la ciudad de Chihuahua en noviembre de 1913.

Con un duro y tenaz ataque de Francisco Villa a la ciudad de Chihuahua en noviembre de 1913, la línea defensora que por momentos se había quedado un poco vulnerable, pudo con valentía “escupir” al enemigo, por lo que Villa diezmado, no le quedó de otra que retroceder a su intento por conquistar la plaza. La superioridad federal, con una buena fortificación, imponente artillería y con miles de municiones, superiores a los enemigos pudieron detener el avance guerrillero. Con toda esa desventaja, los villistas se aferraron durante tres días para asaltar la ciudad. Con el fuego y los combates cuerpo a cuerpo, frente a los disparos continuos de las ametralladoras y la artillería federal, el regadero de muertos desde Ávalos y las inmediaciones de los cerros Coronel, Santa Rosa y Grande, así como sectores de la presa Chuvíscar, la Boquilla de Villa, Cerro de la Cruz, la avenida Zarco, entre otros, Francisco Villa decidió dar por concluido el ataque y replegarse hacia el Este, con el fin de reponerse de esta terrible derrota.

“Tanto que le insistimos a mi general para que no entráramos a Chihuahua y la verdad nunca nos quiso escuchar”, así se murmuraban entre la tropa villista, claro, en voz baja, con el fin de no ofender al general Villa. Mientras que la moral de los villistas se había derrumbado, acá del otro lado en los cuarteles militares de Chihuahua y todas las guarniciones, había mucho júbilo por el triunfo alcanzado: “¡Viva, viva les partimos la ma… a esos hijos de la ch… que bueno, que se los llevó el ca…” era como un coro y un grito unísono, el que, se escuchaba por las calles de la ciudad! Aunque lo triste de la escena, es que, aún quedaban muchos muertos repartidos por las calles de Chihuahua, principalmente por lo sectores antes mencionados. Todo el personal de tropa, salió también a las calles vitoreando a Orozco y Mercado: “¡Viva mi general Mercado, viva!...¡Viva mi general Orozco, viva!”. Sí, el ambiente se empezaba a relajar, las señoras se asomaban por la ventana para ver esa algarabía en las calles del centro de la ciudad, así como en algunos barrios, los pobladores del Santo Niño, Palomar, Plan de Álamos, San Nicolás, El Puerto de San Pedro, Santa Rita, Centro, entre otros, salían a brincar de alegría porque ya se había acabado el ataque.

Tropas federales, defensores de la ciudad de Chihuahua.

Muchos en silencio comentaban qué hubiera sido necesario que Pancho Villa entrara a la ciudad para quitar a los malditos federales y asesinos orozquistas, pero, solo se habían quedado con las ganas; en cambio, quienes estaban conformes con la defensa de Chihuahua por parte de Mercado y Orozco, eran cientos, se lanzaron a las calles para gritar vivas, así como festejar con botella de aguardiente en mano, el triunfo de la defensa. Por su parte el general Mercado, muy entusiasmado de su triunfo, dio parte a la ciudad de México para informar de lo sucedido y del triunfo logrado: “Quiero comunicar a ustedes que, gracias a la tenacidad de las tropas de defensa, ayer (día 9 de noviembre de 1913) a las 18:00 horas, las tropas villistas, fueron desalojados de sus posiciones y echados por nuestros valientes combatientes hasta el poblado de Mapula, situado al sur de la ciudad de Chihuahua, donde, en la mayoría, existía la confusión y el desorden, además, se embarcarían los que podían en el tren, utilizándolos los que estaban a su disposición; otros a pie y a caballo…Al obtener un triunfo tan importante, las bandas de música, recorrían las calles de esta ciudad, y el entusiasmo de sus habitantes era delirante, pues aquellas dianas les significaban que se habían liberado del asesinato, violación y robo, lanzando vivas al Ejército, al Ministro de Guerra y al Presidente de la República Victoriano Huerta” De esta manera, el general Mercado comunicaba a sus superiores en la ciudad de México, sobre el triunfo en Chihuahua.

Por el lado de los guerrilleros, el ambiente estaba en parte devastado; las tropas se dieron un giro hacia el Este, rumbo al poblado de la Mesa, a la mitad del camino que conducía al pueblo de Aldama, donde se reorganizarían y recuperarían del duro golpe que les habían propinado en Chihuahua. Con el fin de no quedar en ridículo, Pancho Villa y sus generales, pensaron otra alternativa para recuperar la dignidad. Entre las estrategias que se estaban cocinando, sería voltear los ojos hacia Ciudad Juárez, la cual, unos días después pudieron lograr. Los hechos que sucedieron en Chihuahua, trajo mucha pesadez, pues algunos muertos eran llorados en las calles, de aquellos soldados que se habían enlistados en los mismos cuarteles de la ciudad. Familias quedaron en desamparo, los víveres eran muy escasos y algunos, mejor prefirieron quitarse la vida antes que estar viviendo la penosa y terrible realidad. Los hospitales estaban saturados, entre ellos el Hospital Porfirio Díaz, hoy Hospital Central, el cual, recibía a los heridos en cualquier lugar donde pudieran caber.

Los niños tal vez ajenos al conflicto, notaban la tristeza y la incertidumbre de la gente mayor que, corría por todos lados y, además, lloraban a sus muertitos. Las guerras son muy injustas y Chihuahua, fue escenario de muchas de esos conflictos que dieron un paso a la transformación del país. Chihuahua, sigue siendo el laboratorio político y social de México, pues su gente aguerrida y valiente, ha demostrado que ni el clima, las crisis y cualquier problema, puede ser mayor que su orgullo y tenacidad y valentía. Finalmente, queremos decir que muchos más sufrimientos se dieron después de este acontecimiento, pues era prácticamente el inicio de la Revolución Mexicana, y todavía faltaban muchos años más, para que la situación en el país se estabilizara y por supuesto, en el estado de Chihuahua y particularmente en la ciudad capital.

“Eventos: sangriento ataque villista a la ciudad de Chihuahua en 1913”, forma parte de las Crónicas Urbanas de Chihuahua. Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111). Si usted está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.


Fuentes

Periódico El Correo de Chihuahua de Silvestre Terrazas (1913).

El Heraldo de Chihuahua (1944).

Francisco Villa, Entre el Ángel y el Fierro. Enrique Krauze (1987).

Memorias de Pancho Villa. Martín Luis Guzmán (2000).

Pancho Villa. Frederich Katz Vol. I (1998).


Por: Óscar A. Viramontes Olivas

violioscar@gmail.com


En la última parte de esta historia bochornosa y dramática de la arrogancia de Villa por tomar la ciudad de Chihuahua, los intensos combates que se libraban en las inmediaciones de la ciudad ya habían causado un verdadero caos en ambos lados; se tenía ya un saldo importante de muertos, aunque algunos, mencionaban que el número de bajas villistas superaban a las tropas federales y grupos de orozquistas que defendían la plaza. La cosa estaba muy complicada para los atacantes, pues las posiciones estratégicas de los defensores de Chihuahua estaban muy bien atrincheradas, sobre todo, el apoyo de los cuatro cañones que los habían colocado en la cima del cerro Santa Rosa, que continuamente lanzaban sus feroces descargas sobre la caballería del Centauro.

En este intento por apoderarse de la ciudad de Chihuahua por parte del general Francisco Villa, muchos opinaba que, tal vez, sería imposible que llegara a cumplir su cometido, porque estaba empecinado que, así como se había tomado la ciudad de Torreón, así lo haría con Chihuahua, pero el asunto no fue como lo imaginaba, porque aún y cuando todavía estaba en la mente de Villa hacerlo, ya algunos de sus allegados habían insistido en ya no seguir –claro con mucho respeto se le decía al general- para que no lo hiciera. Sin embargo: “Donde manda capitán no ordena marinero” y el ataque no cedió. Con una serie de enfrentamientos frontales que para algunos de los generales villistas eran insuficientes para llegar a quebrar las defensas del general Mercado, las que consideraban bastante fortificadas, y que, el tal general tenía más “hue…” que el tal Murguía que había defendido la plaza de Torreón.

Lo importante en la defensa de la plaza de Chihuahua, es que, una gran parte de la gente de Orozco, eran veteranos de muchas batallas y procedentes de los lugares más agrestes de las montañas y sierras chihuahuenses, condiciones que hacían a cualquier individuo, ser de una casta de valientes, y de muchos pantalones para los eventos de la guerra. Muchos federales que estaban peleando en Chihuahua, eran de la región, igual de agresivos en el combate. Estas características y otras propias del extremo clima chihuahuense, hacían que los guerreros fueran de “concreto”, a diferencia de las fuerzas que habían defendido Torreón en contra de las fuerzas villistas que eran un puñado de reclutas sureños, los cuales, habían sido alistados a las fuerzas de Murguía, unos a la fuerza, y otras voluntariamente, es por eso, que Villa aún y cuando la batalla fue sangrienta, la resistencia no fue igual a la de Chihuahua.

Defensa federal en la ciudad de Chihuahua en noviembre de 1913.

Con un duro y tenaz ataque de Francisco Villa a la ciudad de Chihuahua en noviembre de 1913, la línea defensora que por momentos se había quedado un poco vulnerable, pudo con valentía “escupir” al enemigo, por lo que Villa diezmado, no le quedó de otra que retroceder a su intento por conquistar la plaza. La superioridad federal, con una buena fortificación, imponente artillería y con miles de municiones, superiores a los enemigos pudieron detener el avance guerrillero. Con toda esa desventaja, los villistas se aferraron durante tres días para asaltar la ciudad. Con el fuego y los combates cuerpo a cuerpo, frente a los disparos continuos de las ametralladoras y la artillería federal, el regadero de muertos desde Ávalos y las inmediaciones de los cerros Coronel, Santa Rosa y Grande, así como sectores de la presa Chuvíscar, la Boquilla de Villa, Cerro de la Cruz, la avenida Zarco, entre otros, Francisco Villa decidió dar por concluido el ataque y replegarse hacia el Este, con el fin de reponerse de esta terrible derrota.

“Tanto que le insistimos a mi general para que no entráramos a Chihuahua y la verdad nunca nos quiso escuchar”, así se murmuraban entre la tropa villista, claro, en voz baja, con el fin de no ofender al general Villa. Mientras que la moral de los villistas se había derrumbado, acá del otro lado en los cuarteles militares de Chihuahua y todas las guarniciones, había mucho júbilo por el triunfo alcanzado: “¡Viva, viva les partimos la ma… a esos hijos de la ch… que bueno, que se los llevó el ca…” era como un coro y un grito unísono, el que, se escuchaba por las calles de la ciudad! Aunque lo triste de la escena, es que, aún quedaban muchos muertos repartidos por las calles de Chihuahua, principalmente por lo sectores antes mencionados. Todo el personal de tropa, salió también a las calles vitoreando a Orozco y Mercado: “¡Viva mi general Mercado, viva!...¡Viva mi general Orozco, viva!”. Sí, el ambiente se empezaba a relajar, las señoras se asomaban por la ventana para ver esa algarabía en las calles del centro de la ciudad, así como en algunos barrios, los pobladores del Santo Niño, Palomar, Plan de Álamos, San Nicolás, El Puerto de San Pedro, Santa Rita, Centro, entre otros, salían a brincar de alegría porque ya se había acabado el ataque.

Tropas federales, defensores de la ciudad de Chihuahua.

Muchos en silencio comentaban qué hubiera sido necesario que Pancho Villa entrara a la ciudad para quitar a los malditos federales y asesinos orozquistas, pero, solo se habían quedado con las ganas; en cambio, quienes estaban conformes con la defensa de Chihuahua por parte de Mercado y Orozco, eran cientos, se lanzaron a las calles para gritar vivas, así como festejar con botella de aguardiente en mano, el triunfo de la defensa. Por su parte el general Mercado, muy entusiasmado de su triunfo, dio parte a la ciudad de México para informar de lo sucedido y del triunfo logrado: “Quiero comunicar a ustedes que, gracias a la tenacidad de las tropas de defensa, ayer (día 9 de noviembre de 1913) a las 18:00 horas, las tropas villistas, fueron desalojados de sus posiciones y echados por nuestros valientes combatientes hasta el poblado de Mapula, situado al sur de la ciudad de Chihuahua, donde, en la mayoría, existía la confusión y el desorden, además, se embarcarían los que podían en el tren, utilizándolos los que estaban a su disposición; otros a pie y a caballo…Al obtener un triunfo tan importante, las bandas de música, recorrían las calles de esta ciudad, y el entusiasmo de sus habitantes era delirante, pues aquellas dianas les significaban que se habían liberado del asesinato, violación y robo, lanzando vivas al Ejército, al Ministro de Guerra y al Presidente de la República Victoriano Huerta” De esta manera, el general Mercado comunicaba a sus superiores en la ciudad de México, sobre el triunfo en Chihuahua.

Por el lado de los guerrilleros, el ambiente estaba en parte devastado; las tropas se dieron un giro hacia el Este, rumbo al poblado de la Mesa, a la mitad del camino que conducía al pueblo de Aldama, donde se reorganizarían y recuperarían del duro golpe que les habían propinado en Chihuahua. Con el fin de no quedar en ridículo, Pancho Villa y sus generales, pensaron otra alternativa para recuperar la dignidad. Entre las estrategias que se estaban cocinando, sería voltear los ojos hacia Ciudad Juárez, la cual, unos días después pudieron lograr. Los hechos que sucedieron en Chihuahua, trajo mucha pesadez, pues algunos muertos eran llorados en las calles, de aquellos soldados que se habían enlistados en los mismos cuarteles de la ciudad. Familias quedaron en desamparo, los víveres eran muy escasos y algunos, mejor prefirieron quitarse la vida antes que estar viviendo la penosa y terrible realidad. Los hospitales estaban saturados, entre ellos el Hospital Porfirio Díaz, hoy Hospital Central, el cual, recibía a los heridos en cualquier lugar donde pudieran caber.

Los niños tal vez ajenos al conflicto, notaban la tristeza y la incertidumbre de la gente mayor que, corría por todos lados y, además, lloraban a sus muertitos. Las guerras son muy injustas y Chihuahua, fue escenario de muchas de esos conflictos que dieron un paso a la transformación del país. Chihuahua, sigue siendo el laboratorio político y social de México, pues su gente aguerrida y valiente, ha demostrado que ni el clima, las crisis y cualquier problema, puede ser mayor que su orgullo y tenacidad y valentía. Finalmente, queremos decir que muchos más sufrimientos se dieron después de este acontecimiento, pues era prácticamente el inicio de la Revolución Mexicana, y todavía faltaban muchos años más, para que la situación en el país se estabilizara y por supuesto, en el estado de Chihuahua y particularmente en la ciudad capital.

“Eventos: sangriento ataque villista a la ciudad de Chihuahua en 1913”, forma parte de las Crónicas Urbanas de Chihuahua. Si desea la colección de libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas de Chihuahua”, tomos del I al XIII, adquiéralos en Librería Kosmos (Josué Neri Santos No. 111). Si usted está interesado en los libros, mande un WhatsApp al 614 148 85 03 y con gusto le brindamos información.


Fuentes

Periódico El Correo de Chihuahua de Silvestre Terrazas (1913).

El Heraldo de Chihuahua (1944).

Francisco Villa, Entre el Ángel y el Fierro. Enrique Krauze (1987).

Memorias de Pancho Villa. Martín Luis Guzmán (2000).

Pancho Villa. Frederich Katz Vol. I (1998).


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