/ martes 26 de enero de 2021

Hacia una cultura de paz | El circo de la política

Hace algunos días entré a una bodega de vinos y me llamó la atención un vino español llamado El Circo. Seguí observando y descubrí que cada botella tenía un nombre distinto de acuerdo con la variedad de uva que presentaba: Ilusionista, Malabarista, Contorsionista, Equilibrista, Payaso, Acróbata, Director y Arlequín. Ver las botellas me hizo recordar El Cirque du Soleil, que como varias empresas que fueron afectadas por la pandemia, tuvo que cerrar sus puertas y declararse en quiebra. Este era un gran espectáculo que se caracterizaba por tener un hilo conductor en la trama, representado con malabaristas, contorsionistas, gimnastas, cuerdas y trampolines. Tradicionalmente el circo ha sido el mayor espectáculo del mundo como un camino a la fantasía y la magia que ofrece entretenimiento, donde lo imposible se hace realidad. Al inicio del siglo XVIII había malabaristas, danzarines y acróbatas y el último personaje en ser creado fue el payaso, que ahora es fundamental en el espectáculo. Compré la botella Payaso y ya en casa, mientras escuchaba la radio siguiendo las noticias políticas del estado y nación, tomé una copa y fue inevitable asociar lo que vivimos con un circo, pero de la política. Juego de poder, engaños, ilusionistas jugando con la percepción de la realidad, cuchillos volando, caídas libres, máscaras y artimañas. Con la realidad política del país, son varias carpas instaladas simultáneamente por partido político, gobierno estatal y federal, dependencias y un sinfín más. A la que gusten entrar habrá un espectáculo similar con los actores elementales para el “show” incluidos varios payasos. De acuerdo con la RAE, uno de los personajes tradicionales de la comedia italiana era una especie de bufón, vestido con ropas estrafalarias confeccionadas con la misma tela burda que se usaba para recubrir los colchones de paja. Por esa razón, se le llamó “pagliaccio”, palabra formada a partir del italiano paglia “paja”, derivado del latín “paleae”, “palearum”. Significó bolsa de paja inicialmente. Y así es en el arte de ejercer el poder público y de gobernar, indefectiblemente habrá personajes llamativos haciendo “graciosadas” rellenas del pasto seco de contradicciones sociales y políticas, desempleo, pobreza, corrupción, populismo, sonrisas falsas y promesas para atraer simpatizantes. Lo llamativo del payaso son las ropas extravagantes, maquillajes, máscaras, trucos y distracción. Hay quienes tienen coulrofobia, que es miedo a los payasos, y en este sentido, es quien ha descubierto el truco y sabe de lo que son capaces. En fin, una botella de vino me hizo viajar en la historia del circo y asimilarlo a la situación que vivimos en la política y sus representantes, seguiré degustando otras botellas y quizá coleccione un circo entero mientras sigo las noticias del día.

Hace algunos días entré a una bodega de vinos y me llamó la atención un vino español llamado El Circo. Seguí observando y descubrí que cada botella tenía un nombre distinto de acuerdo con la variedad de uva que presentaba: Ilusionista, Malabarista, Contorsionista, Equilibrista, Payaso, Acróbata, Director y Arlequín. Ver las botellas me hizo recordar El Cirque du Soleil, que como varias empresas que fueron afectadas por la pandemia, tuvo que cerrar sus puertas y declararse en quiebra. Este era un gran espectáculo que se caracterizaba por tener un hilo conductor en la trama, representado con malabaristas, contorsionistas, gimnastas, cuerdas y trampolines. Tradicionalmente el circo ha sido el mayor espectáculo del mundo como un camino a la fantasía y la magia que ofrece entretenimiento, donde lo imposible se hace realidad. Al inicio del siglo XVIII había malabaristas, danzarines y acróbatas y el último personaje en ser creado fue el payaso, que ahora es fundamental en el espectáculo. Compré la botella Payaso y ya en casa, mientras escuchaba la radio siguiendo las noticias políticas del estado y nación, tomé una copa y fue inevitable asociar lo que vivimos con un circo, pero de la política. Juego de poder, engaños, ilusionistas jugando con la percepción de la realidad, cuchillos volando, caídas libres, máscaras y artimañas. Con la realidad política del país, son varias carpas instaladas simultáneamente por partido político, gobierno estatal y federal, dependencias y un sinfín más. A la que gusten entrar habrá un espectáculo similar con los actores elementales para el “show” incluidos varios payasos. De acuerdo con la RAE, uno de los personajes tradicionales de la comedia italiana era una especie de bufón, vestido con ropas estrafalarias confeccionadas con la misma tela burda que se usaba para recubrir los colchones de paja. Por esa razón, se le llamó “pagliaccio”, palabra formada a partir del italiano paglia “paja”, derivado del latín “paleae”, “palearum”. Significó bolsa de paja inicialmente. Y así es en el arte de ejercer el poder público y de gobernar, indefectiblemente habrá personajes llamativos haciendo “graciosadas” rellenas del pasto seco de contradicciones sociales y políticas, desempleo, pobreza, corrupción, populismo, sonrisas falsas y promesas para atraer simpatizantes. Lo llamativo del payaso son las ropas extravagantes, maquillajes, máscaras, trucos y distracción. Hay quienes tienen coulrofobia, que es miedo a los payasos, y en este sentido, es quien ha descubierto el truco y sabe de lo que son capaces. En fin, una botella de vino me hizo viajar en la historia del circo y asimilarlo a la situación que vivimos en la política y sus representantes, seguiré degustando otras botellas y quizá coleccione un circo entero mientras sigo las noticias del día.