/ martes 21 de junio de 2022

Hacia una cultura de paz | La intersección de las discriminaciones

Anteriormente, escribí sobre el problema del racismo en México, argumentando que el color de piel fomenta tratos discriminatorios y refuerza la desigualdad. Si en nuestro país se afrontan problemas por este elemento fisiológico, lo mismo sucede para las personas LGBTIII, sólo por su preferencia sexual distinta a la heterosexual.

La “interseccionalidad” es un término propuesto por Kimberlé Crenshaw que subraya el sexo, género, orientación sexual, etnia, clase, religión y discapacidad. Se refiere a las desigualdades sistémicas que se forman, a partir de distintos factores diferenciales de las personas en una sociedad. Por ejemplo: el racismo junto al sexo y la homosexualidad crea una injusticia social más compleja.

Leí un artículo sobre un físico de la UNAM que obtuvo los tonos de piel de las y los legisladores federales en 2017 por partido político, clasificándolos por número de pantone. Concluyó que hay un “blanqueamiento” de la clase política, sobre todo desde el porfiriato, donde se adquirió la costumbre de este grupo, de casarse con mujeres de piel clara. Observe a nuestros representantes por partido y llegue a sus propias conclusiones.

Si utilizamos la interseccionalidad “positivamente” tomando en cuenta raza, sexo y orientación sexual: ser hombre, de piel blanca y heterosexual, es una ventaja para acceder a un puesto de liderazgo político. A la inversa, el cruce de la condición de ser mujer con piel morena y lesbiana queda al final de lista. Si se le añade que es discapacitada e indígena, sus oportunidades disminuyen considerablemente.

Los prejuicios basados en la intolerancia por las diferencias no están aislados, sino interrelacionados. En México hay un péndulo ideológico en constante movimiento que, cuando pareciera va hacia adelante, retrocede precipitadamente. Respecto a la comunidad LGBTIII, junio es el mes de las marchas del orgullo gay. Si se observara equidad e igualdad de derechos en la sociedad respecto a las minorías, no habría necesidad de salir a la calle a exigir respeto. Lo mismo ocurre en marzo, con las marchas de mujeres.

Regresando a la interseccionalidad de género, sexo, raza y orientación sexual, el ejemplo más reciente de la persistente discriminación por estas condiciones, es el beso lésbico entre dos mujeres (una de ellas afrodescendiente) en la película “Buzz Lightyear”, causando polémica, sobre todo entre grupos conservadores. Al respecto, han circulado cientos de memes con la imagen de los besos gay de Bugs Bunny (conejo blanco) a través de los años, pero sobre ello, nadie se manifiesta. El factor de las discriminaciones múltiples a veces es indetectable. No sólo se discrimina a los “negros”, o a las mujeres o a las lesbianas, sino a todo el conjunto de estas características. Es más trabajo para los y las legisladoras, pero tomando en cuenta este concepto, podrán crear leyes y políticas públicas que sí funcionen, sobre todo, que creen acciones concretas encaminadas a un cambio social incluyente y progresista.

www.floryanez.com

Anteriormente, escribí sobre el problema del racismo en México, argumentando que el color de piel fomenta tratos discriminatorios y refuerza la desigualdad. Si en nuestro país se afrontan problemas por este elemento fisiológico, lo mismo sucede para las personas LGBTIII, sólo por su preferencia sexual distinta a la heterosexual.

La “interseccionalidad” es un término propuesto por Kimberlé Crenshaw que subraya el sexo, género, orientación sexual, etnia, clase, religión y discapacidad. Se refiere a las desigualdades sistémicas que se forman, a partir de distintos factores diferenciales de las personas en una sociedad. Por ejemplo: el racismo junto al sexo y la homosexualidad crea una injusticia social más compleja.

Leí un artículo sobre un físico de la UNAM que obtuvo los tonos de piel de las y los legisladores federales en 2017 por partido político, clasificándolos por número de pantone. Concluyó que hay un “blanqueamiento” de la clase política, sobre todo desde el porfiriato, donde se adquirió la costumbre de este grupo, de casarse con mujeres de piel clara. Observe a nuestros representantes por partido y llegue a sus propias conclusiones.

Si utilizamos la interseccionalidad “positivamente” tomando en cuenta raza, sexo y orientación sexual: ser hombre, de piel blanca y heterosexual, es una ventaja para acceder a un puesto de liderazgo político. A la inversa, el cruce de la condición de ser mujer con piel morena y lesbiana queda al final de lista. Si se le añade que es discapacitada e indígena, sus oportunidades disminuyen considerablemente.

Los prejuicios basados en la intolerancia por las diferencias no están aislados, sino interrelacionados. En México hay un péndulo ideológico en constante movimiento que, cuando pareciera va hacia adelante, retrocede precipitadamente. Respecto a la comunidad LGBTIII, junio es el mes de las marchas del orgullo gay. Si se observara equidad e igualdad de derechos en la sociedad respecto a las minorías, no habría necesidad de salir a la calle a exigir respeto. Lo mismo ocurre en marzo, con las marchas de mujeres.

Regresando a la interseccionalidad de género, sexo, raza y orientación sexual, el ejemplo más reciente de la persistente discriminación por estas condiciones, es el beso lésbico entre dos mujeres (una de ellas afrodescendiente) en la película “Buzz Lightyear”, causando polémica, sobre todo entre grupos conservadores. Al respecto, han circulado cientos de memes con la imagen de los besos gay de Bugs Bunny (conejo blanco) a través de los años, pero sobre ello, nadie se manifiesta. El factor de las discriminaciones múltiples a veces es indetectable. No sólo se discrimina a los “negros”, o a las mujeres o a las lesbianas, sino a todo el conjunto de estas características. Es más trabajo para los y las legisladoras, pero tomando en cuenta este concepto, podrán crear leyes y políticas públicas que sí funcionen, sobre todo, que creen acciones concretas encaminadas a un cambio social incluyente y progresista.

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