/ lunes 9 de octubre de 2023

La nueva vieja guerra

A veces me sorprende cuando veo avances en la humanidad como los lanzamientos de viajes al espacio, nuevos medicamentos o vacunas, tecnología para estar más comunicados entre los humanos, etc. Pero hay algo que no me deja de sorprender y es que aún seguimos teniendo comportamientos primitivos y seguimos peleando entre nosotros por diferencias políticas, religiosas o hasta deportivas.

Evolucionamos nuestra forma de vida pero no logramos aún entender que somos una comunidad mundial que tenemos formas de vida distintas pero a la vez somos una sola raza que debe convivir y ayudar al otro para mejorar nuestro planeta. Al contrario, seguimos sin ponernos de acuerdo en temas básicos como la emergencia climática, la protección a los animales, entre otros; que en teoría deberíamos de pensar todos igual, pero no.

Este fin de semana, estalló nuevamente una de las guerras más extrañas y antiguas que tenemos. El conflicto de Israel y Palestina que tiene antecedentes religiosos de más de miles de años y que al día de hoy, sigue generando muertes casi todos los días por no poderse poner de acuerdo entre dos formas de vida distintas: los árabes y los judíos. El mayor problema de hoy en día, es que hay países detrás de estos dos que apoyan militarmente y eso hace que el conflicto escale a dimensiones anormales.

Lo curioso de todo esto, es que de pronto el conflicto se reaviva cuando el mundo sigue tratando de apagar la guerra entre Ucrania y Rusia. Estas cosas no pasan por que si, tristemente la guerra es uno de los motores económicos más grandes que existen. Estos motores generalmente se encienden cuando las cosas no van bien en las economías tractoras del mundo. Las empresas de armamento o de equipo militar se encuentran en esos países potencias que tienen la capacidad de generar este tipo de productos. Al existir un conflicto bélico, los países incrementan su gasto en milicia y eso hace que se levanten esas economías.

Existe también la teoría de que cuando existen conflictos bélicos, la población prefiere no cambiar de gobierno en ese momento, por lo que en épocas electorales y sobre todo en las reelecciones, es casi metódico que de la nada inicie un conflicto o un gran movimiento militar en alguna parte del planeta.

Todo lo anterior, sucede a costa de las vidas humanas de familias inocentes que, muchas veces, ni entienden porque suceden estos conflictos. No podemos normalizar las guerras porque sería normalizar el fracaso de la humanidad. Las redes sociales y el mundo digital hacen que ahora sí nos podamos enterar de las cosas que suceden en estas batallas. Podemos ver imágenes de bombardeos, muertes, etc. El problemas es que ya lo normalizamos, ya ni siquiera es noticia lo que está sucediendo en Ucrania, porque ya lleva casi dos años ese conflicto entonces ya no es novedad.

La humanidad tiene que progresar y entender que todos debemos ir hacia un mismo objetivo, incentivar el diálogo que logra que, aunque tengamos diferencias en las formas, nunca lleguemos a este tipo de hechos.

A veces me sorprende cuando veo avances en la humanidad como los lanzamientos de viajes al espacio, nuevos medicamentos o vacunas, tecnología para estar más comunicados entre los humanos, etc. Pero hay algo que no me deja de sorprender y es que aún seguimos teniendo comportamientos primitivos y seguimos peleando entre nosotros por diferencias políticas, religiosas o hasta deportivas.

Evolucionamos nuestra forma de vida pero no logramos aún entender que somos una comunidad mundial que tenemos formas de vida distintas pero a la vez somos una sola raza que debe convivir y ayudar al otro para mejorar nuestro planeta. Al contrario, seguimos sin ponernos de acuerdo en temas básicos como la emergencia climática, la protección a los animales, entre otros; que en teoría deberíamos de pensar todos igual, pero no.

Este fin de semana, estalló nuevamente una de las guerras más extrañas y antiguas que tenemos. El conflicto de Israel y Palestina que tiene antecedentes religiosos de más de miles de años y que al día de hoy, sigue generando muertes casi todos los días por no poderse poner de acuerdo entre dos formas de vida distintas: los árabes y los judíos. El mayor problema de hoy en día, es que hay países detrás de estos dos que apoyan militarmente y eso hace que el conflicto escale a dimensiones anormales.

Lo curioso de todo esto, es que de pronto el conflicto se reaviva cuando el mundo sigue tratando de apagar la guerra entre Ucrania y Rusia. Estas cosas no pasan por que si, tristemente la guerra es uno de los motores económicos más grandes que existen. Estos motores generalmente se encienden cuando las cosas no van bien en las economías tractoras del mundo. Las empresas de armamento o de equipo militar se encuentran en esos países potencias que tienen la capacidad de generar este tipo de productos. Al existir un conflicto bélico, los países incrementan su gasto en milicia y eso hace que se levanten esas economías.

Existe también la teoría de que cuando existen conflictos bélicos, la población prefiere no cambiar de gobierno en ese momento, por lo que en épocas electorales y sobre todo en las reelecciones, es casi metódico que de la nada inicie un conflicto o un gran movimiento militar en alguna parte del planeta.

Todo lo anterior, sucede a costa de las vidas humanas de familias inocentes que, muchas veces, ni entienden porque suceden estos conflictos. No podemos normalizar las guerras porque sería normalizar el fracaso de la humanidad. Las redes sociales y el mundo digital hacen que ahora sí nos podamos enterar de las cosas que suceden en estas batallas. Podemos ver imágenes de bombardeos, muertes, etc. El problemas es que ya lo normalizamos, ya ni siquiera es noticia lo que está sucediendo en Ucrania, porque ya lleva casi dos años ese conflicto entonces ya no es novedad.

La humanidad tiene que progresar y entender que todos debemos ir hacia un mismo objetivo, incentivar el diálogo que logra que, aunque tengamos diferencias en las formas, nunca lleguemos a este tipo de hechos.