El primero de diciembre se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, considerado de las fechas internacionales más reconocidas en torno a la salud. Desde el 2011, la ONU emitió una resolución con el fin de intensificar esfuerzos para prevenir el contagio y procurar el bienestar de las personas infectadas para una mejor calidad de vida.
Desde que se descubrió, se conjeturó que personas homosexuales eran las portadoras y transmisoras del mismo. Aún persisten prejuicios y discriminación hacia ese grupo, que desafortunadamente hacen que ese “mito” prevalezca. También se asoció a la pobreza, ignorancia y marginación. Según datos de ONUSIDA, 36.7 millones de personas vivían con el virus en 2016 en todo el mundo; 1.8 millones lo contrajeron ese año y 1 millón fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con él.
Seguido del Día Naranja, que se conmemoró el 25 de noviembre para concientizar sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, donde muchas personas vistieron playeras de ese color; el escenario en esta ocasión se tornó de rojo y miles de personas en distintas regiones del mundo portaron un moño rojo en signo de solidaridad a la lucha. Promovieron marchas y campañas para crear conciencia sobre los millones de vidas que el sida ha matado, atención psicológica, información, tratamientos y pruebas de detección.
Ambas fechas están inextricablemente unidas, pues sida y violencia de género van de la mano. La suma de ambas fechas equivaldría a conmemorar la semana negra, pues según ONU Mujeres, las mujeres que han experimentado situaciones de violencia tienen hasta tres veces más posibilidades de contagiarse de VIH. En 2015, el 60% de las personas infectadas entre 15 y 24 años eran mujeres, siendo el 66% en la región Subsahariana. En algunos contextos, el 45% de ellas declararon que su primera experiencia sexual fue forzada y en todo el mundo, más de 700 millones de féminas contrajeron matrimonio antes de los 18 años, las cuales tenían poca información de prevención frente a la infección del VIH. -Posteriormente habría que hablar sobre el matrimonio infantil que aún persiste en varios estados del país incluido el nuestro, sus consecuencias y el por qué no se ha erradicado-.
Según Adrienne Cruz, especialista en género de la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres son más vulnerables por las expectativas y conductas “femeninas”, poco acceso a información, comportamientos sexuales y la manera de confrontar situaciones en razón de la desigualdad. Son más propensas a contraer enfermedades mortíferas (sin olvidar al Papiloma Humano) y al estigma por ello. “El día que me quieras” es una película cubana producida por la cineasta Lizette Vila, mujer representativa de la lucha por la equidad de género en Cuba. Muestra la vida de una mujer que contrajo VIH de su esposo a partir de su infidelidad. Se muestra la discriminación que enfrentó por ser seropositiva y el impacto que generó en su vida personal, familiar y social. Generalmente mujeres con pareja estable al momento de tener relaciones sexuales confían en sus consortes y no usan preservativos atendiendo a la confianza de que no necesitan protegerse de ellos. Aunque la fidelidad sí existe, la traición ha llevado a muchas personas al contagio.
Evidentemente las estadísticas son espeluznantes y pareciera que las mujeres se han convertido en el rostro de este virus, lo que nos debe conducir a resaltar la conexión entre “naranja y rojo” y actuar en consecuencia como sociedad, para acabar contra todas las formas de violencia contra la mujer. Una de las claves para detener la propagación de este mortífero virus es la equidad de género, que involucra a hombres y mujeres por igual; promover estrategias relacionadas a la perspectiva de género, derechos humanos y VIH/sida y sobre todo, educar y reeducar desde temprana edad para acabar con creencias que sólo dividen a la sociedad y aparejan graves consecuencias, que de cualquier forma conducen a la muerte.
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