/ sábado 3 de marzo de 2018

Las nuevas masculinidades

Los tiempos cambian y la mujer se empodera, pero esto no debe ser motivo de  revanchismos entre mujeres y hombres, se requiere buscar nuevos esquemas que permitan  alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades. Promover las nuevas masculinidades es  aplicar mejores modelos de comportamiento de los hombres  en la familia y en la sociedad.  Las nuevas masculinidades propician el ejercicio sublime del derecho a la paternidad que conlleva  a un  acercamiento más profundo de  padres con  hijos e hijas  y que éste exprese sus sentimientos y  emociones sin  ser señalado como débil. También implica compartir el trabajo doméstico en aras de la justicia sin que por eso deba ser catalogado el varón  como “mandilón”. De acuerdo a estudios del  Inegi y de Inmujeres, la mujer  dedica al trabajo doméstico aproximadamente  treinta y cuatro horas  a la semana y los hombres sólo diecisiete, esta desproporción  conlleva a  desgastes  físicos de  las mujeres que  tras el cansancio de la jornada laboral, todavía llegan a casa a realizar  labores domésticas en exceso. Compartir mujeres y hombres las actividades propias del hogar y el  cuidado  de los hijos y enfermos permitirá  que las mujeres puedan dedicarse a  otras actividades, como las deportivas, recreativas, culturales y al descanso. La masculinidad anacrónica es comúnmente conocida como machismo, y  sigue prevaleciendo  en muchos países. El modelo  de masculinidad tradicional tiene como características la restricción emocional (vgr. que los hombres no lloran); la obsesión por los logros y el éxito (asociado al reto de siempre ser ganadores); la fuerza (que deben ser como robles, controlarse y no demostrar sentimientos aun ante la crisis); y ser atrevidos, aventados y arriesgados.

Propiciar las nuevas masculinidades  conlleva al desarrollo humano integral de las personas, a mejorar las relaciones familiares  y a tener escenarios más igualitarios y justos.

 

 

Los tiempos cambian y la mujer se empodera, pero esto no debe ser motivo de  revanchismos entre mujeres y hombres, se requiere buscar nuevos esquemas que permitan  alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades. Promover las nuevas masculinidades es  aplicar mejores modelos de comportamiento de los hombres  en la familia y en la sociedad.  Las nuevas masculinidades propician el ejercicio sublime del derecho a la paternidad que conlleva  a un  acercamiento más profundo de  padres con  hijos e hijas  y que éste exprese sus sentimientos y  emociones sin  ser señalado como débil. También implica compartir el trabajo doméstico en aras de la justicia sin que por eso deba ser catalogado el varón  como “mandilón”. De acuerdo a estudios del  Inegi y de Inmujeres, la mujer  dedica al trabajo doméstico aproximadamente  treinta y cuatro horas  a la semana y los hombres sólo diecisiete, esta desproporción  conlleva a  desgastes  físicos de  las mujeres que  tras el cansancio de la jornada laboral, todavía llegan a casa a realizar  labores domésticas en exceso. Compartir mujeres y hombres las actividades propias del hogar y el  cuidado  de los hijos y enfermos permitirá  que las mujeres puedan dedicarse a  otras actividades, como las deportivas, recreativas, culturales y al descanso. La masculinidad anacrónica es comúnmente conocida como machismo, y  sigue prevaleciendo  en muchos países. El modelo  de masculinidad tradicional tiene como características la restricción emocional (vgr. que los hombres no lloran); la obsesión por los logros y el éxito (asociado al reto de siempre ser ganadores); la fuerza (que deben ser como robles, controlarse y no demostrar sentimientos aun ante la crisis); y ser atrevidos, aventados y arriesgados.

Propiciar las nuevas masculinidades  conlleva al desarrollo humano integral de las personas, a mejorar las relaciones familiares  y a tener escenarios más igualitarios y justos.