/ sábado 5 de agosto de 2023

Los bosques: cada vez más a merced de los incendios forestales. Parte 2

Por: Óscar Estrada

Los daños que causan los incendios forestales en los bosques son de diferentes tipos. Entre los más evidentes, está la muerte del arbolado, erosión del suelo, contaminación de los cauces y cuerpos de agua y pérdida de la fauna silvestre.

De estos daños, el que se causa al arbolado adulto y al renuevo, afortunadamente no ha sido hasta ahora muy significativo, ya que de acuerdo con las estadísticas generadas por la CONAFOR en los últimos 28 años, del total de la superficie afectada por los incendios, en este tipo de vegetación sólo se han tenido en promedio pérdidas totales en un 5% de la superficie.

Esto se debe a varios factores. Entre ellos al tipo de manejo forestal que se aplica en nuestros bosques, que al hacerse mediante cortas selectivas o de aclareos, se aprovecha un cierto porcentaje del arbolado, lo cual genera una apertura o distanciamiento entre árboles y esto reduce el riesgo de que el fuego suba y se distribuya por las copas, lo cual causa los mayores daños al arbolado.

Otro factor importante, es el hecho de que las especies de árboles que tenemos en nuestros bosques, han generado su propia resistencia al fuego, ya que la corteza funge como un aislante natural, además de la capacidad que tienen las yemas terminales de las ramas superiores de generar muy pronto rebrotes, una vez que el fuego ha pasado. Sin embargo, debemos tener siempre presente que cada hectárea que se quema será una fracción del bosque que perdemos, si esta superficie no se reforesta.

Sin embargo, hay otros daños que afectan a la totalidad de la superficie del incendio, como son la erosión del suelo, al quemarse la capa de hojarasca, pastos o hierbas que lo cubren. Además de ello, la ceniza que queda sobre la superficie, es arrastrada con las primeras lluvias fuertes, propias de la temporada de verano a las corrientes de agua y con ello se genera un problema de contaminación, con un efecto dañino muy importante en las poblaciones de peces, anfibios y reptiles que las habitan.

Otro daño muy importante que los incendios provocan es la afectación a las poblaciones de fauna silvestre. El fuego, durante su desplazamiento, llega a matar animales silvestres y sobre todo acabar con nidos y madrigueras, que hay tanto en las copas de los árboles, como a nivel del suelo y esto es igualmente una pérdida muy lamentable.

La ocurrencia de incendios forestales y sus daños cada vez mayores, no solo es una cuestión de percepción o de difusión en los medios de comunicación. Desafortunadamente, las propias estadísticas oficiales indican que efectivamente este problema está creciendo cada vez más. Es decir, que estamos ante un problema serio. En nuestra columna anterior señalábamos la importancia de atender en el menor tiempo posible cada incendio que se presente y con ello reducir la superficie afectada.

Si tomamos como referencia la superficie que en promedio se afecta por cada incendio forestal, de acuerdo con las estadísticas publicadas por la CONAFOR, del año 1995 a 2016, la superficie promedio por incendio fue de 32.1 hectáreas, mientras que en el período más reciente, de 2017 a 2023, esta superficie se incrementó a 87.7 hectáreas por cada incendio, es decir un incremento de 273 % en los últimos seis años.

Ante los efectos evidentes del cambio climático y con ello la presencia de sequías más intensas y prolongadas, las condiciones de mayor riesgo por incendios forestales, obligan a reforzar con más recursos y mejores estrategias las acciones de combate a estos siniestros. Si no se toman de manera urgente medidas en este sentido, cada año estaremos viendo cómo perdemos más y más superficie forestal y con ello la intensificación de sus efectos colaterales como el aumento de las emisiones de CO2, la pérdida de suelos, menor captación e infiltración de agua, pérdida de biodiversidad y de belleza escénica, entre los más importantes.

oestradam81@hotmail.com

Por: Óscar Estrada

Los daños que causan los incendios forestales en los bosques son de diferentes tipos. Entre los más evidentes, está la muerte del arbolado, erosión del suelo, contaminación de los cauces y cuerpos de agua y pérdida de la fauna silvestre.

De estos daños, el que se causa al arbolado adulto y al renuevo, afortunadamente no ha sido hasta ahora muy significativo, ya que de acuerdo con las estadísticas generadas por la CONAFOR en los últimos 28 años, del total de la superficie afectada por los incendios, en este tipo de vegetación sólo se han tenido en promedio pérdidas totales en un 5% de la superficie.

Esto se debe a varios factores. Entre ellos al tipo de manejo forestal que se aplica en nuestros bosques, que al hacerse mediante cortas selectivas o de aclareos, se aprovecha un cierto porcentaje del arbolado, lo cual genera una apertura o distanciamiento entre árboles y esto reduce el riesgo de que el fuego suba y se distribuya por las copas, lo cual causa los mayores daños al arbolado.

Otro factor importante, es el hecho de que las especies de árboles que tenemos en nuestros bosques, han generado su propia resistencia al fuego, ya que la corteza funge como un aislante natural, además de la capacidad que tienen las yemas terminales de las ramas superiores de generar muy pronto rebrotes, una vez que el fuego ha pasado. Sin embargo, debemos tener siempre presente que cada hectárea que se quema será una fracción del bosque que perdemos, si esta superficie no se reforesta.

Sin embargo, hay otros daños que afectan a la totalidad de la superficie del incendio, como son la erosión del suelo, al quemarse la capa de hojarasca, pastos o hierbas que lo cubren. Además de ello, la ceniza que queda sobre la superficie, es arrastrada con las primeras lluvias fuertes, propias de la temporada de verano a las corrientes de agua y con ello se genera un problema de contaminación, con un efecto dañino muy importante en las poblaciones de peces, anfibios y reptiles que las habitan.

Otro daño muy importante que los incendios provocan es la afectación a las poblaciones de fauna silvestre. El fuego, durante su desplazamiento, llega a matar animales silvestres y sobre todo acabar con nidos y madrigueras, que hay tanto en las copas de los árboles, como a nivel del suelo y esto es igualmente una pérdida muy lamentable.

La ocurrencia de incendios forestales y sus daños cada vez mayores, no solo es una cuestión de percepción o de difusión en los medios de comunicación. Desafortunadamente, las propias estadísticas oficiales indican que efectivamente este problema está creciendo cada vez más. Es decir, que estamos ante un problema serio. En nuestra columna anterior señalábamos la importancia de atender en el menor tiempo posible cada incendio que se presente y con ello reducir la superficie afectada.

Si tomamos como referencia la superficie que en promedio se afecta por cada incendio forestal, de acuerdo con las estadísticas publicadas por la CONAFOR, del año 1995 a 2016, la superficie promedio por incendio fue de 32.1 hectáreas, mientras que en el período más reciente, de 2017 a 2023, esta superficie se incrementó a 87.7 hectáreas por cada incendio, es decir un incremento de 273 % en los últimos seis años.

Ante los efectos evidentes del cambio climático y con ello la presencia de sequías más intensas y prolongadas, las condiciones de mayor riesgo por incendios forestales, obligan a reforzar con más recursos y mejores estrategias las acciones de combate a estos siniestros. Si no se toman de manera urgente medidas en este sentido, cada año estaremos viendo cómo perdemos más y más superficie forestal y con ello la intensificación de sus efectos colaterales como el aumento de las emisiones de CO2, la pérdida de suelos, menor captación e infiltración de agua, pérdida de biodiversidad y de belleza escénica, entre los más importantes.

oestradam81@hotmail.com