/ lunes 19 de julio de 2021

Los fallos y retos de los órganos electorales

Por: Lilia Aguilar Gil

Dar certeza y legalidad a la elección es una de las tareas más importantes de todos los órganos electorales, desde el Instituto Nacional Electoral (INE), pasando por los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE), hasta las Asambleas Municipales Electorales. No hacerlo de esta manera desestima su función en el sistema político y el valor de su trabajo. Esto fue lo que sucedió en la reciente elección, les quedó grande, evidenciando sus vicios y alertándonos sobre la necesidad de nuevas reglas.

De entrada, la elección de los consejeros de los OPLE. Con la intención de despartidizarlos, se encargó al INE la tarea de elegirlos, y así sortear ese mal que siempre ha perseguido a estos órganos, el que respondan a los intereses de los partidos políticos que los designan, dejando con ello de lado la objetividad que se supone deben tener para ejercer dicha función.

Sin embargo, la ecuación no salió como se esperaba, porque las cuotas, otrora de partidos, hoy son de grupos de interés enquistados en los órganos electorales, en los que eligen a los consejos de los OPLE y éstos a su vez hacen lo propio en las Asambleas Municipales.

Esta particularidad, asociada a la falta de rigor en el trabajo desempeñado en las autoridades electorales estatales y municipales, nos da como resultado ilegalidad y falta de certeza.

¿Muestras? El repentino e injustificado cambio en la presidencia del Instituto Estatal Electoral de Chihuahua a días de la elección y en pleno proceso, logrando con ello dar justamente lo contrario a esa tarea fundamental: legalidad y certeza.

Una más. La actuación de las Asambleas Municipales que, en lugar de garantizar a la certidumbre en el proceso de escrutinio y cómputo, hicieron todo lo contrario, creando desconfianza no sólo entre los actores que participamos en este proceso, sino entre la ciudadanía. La falta de criterio en los protocolos a seguir en esta importante etapa de la elección solamente continuó sumando dudas.

La explicación es una combinación de ambas situaciones, las cuotas de esos grupos que al final siguen estando ligadas a algunos partidos, y la otra, resultado indirecto de esta misma, la falta de profesionalización, lo cual dio como resultado todo, menos certeza.

Además de eso, la optimización de recursos también es otro tema por revisar, los gastos que generan estos organismos, así como las Asambleas Municipales deben ser tratadas para contribuir al no encarecimiento de las elecciones, no lo contrario.

Entre otras de las funciones de los OPLE está el desarrollo de programas de participación ciudadana y educación cívica, lo cual es sumamente importante, porque no se trata sólo de invitar a la ciudadanía a tramitar su credencial de elector, se trata de generar conciencia acerca de todo lo que conllevan los procesos electorales, y eso no se logra a través de comerciales, sino de una estrategia, y en eso tampoco hay plan.

La elección más grande que ha tenido nuestro país dejó en evidencia las carencias y fallos que se tienen, los cuales debemos convertir en una oportunidad para revisar y ajustar a través de reformas en la materia, y así perfeccionar nuestros procesos electorales. La próxima Legislatura tiene en agenda una nueva reforma que responda a estas necesidades.

Por: Lilia Aguilar Gil

Dar certeza y legalidad a la elección es una de las tareas más importantes de todos los órganos electorales, desde el Instituto Nacional Electoral (INE), pasando por los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE), hasta las Asambleas Municipales Electorales. No hacerlo de esta manera desestima su función en el sistema político y el valor de su trabajo. Esto fue lo que sucedió en la reciente elección, les quedó grande, evidenciando sus vicios y alertándonos sobre la necesidad de nuevas reglas.

De entrada, la elección de los consejeros de los OPLE. Con la intención de despartidizarlos, se encargó al INE la tarea de elegirlos, y así sortear ese mal que siempre ha perseguido a estos órganos, el que respondan a los intereses de los partidos políticos que los designan, dejando con ello de lado la objetividad que se supone deben tener para ejercer dicha función.

Sin embargo, la ecuación no salió como se esperaba, porque las cuotas, otrora de partidos, hoy son de grupos de interés enquistados en los órganos electorales, en los que eligen a los consejos de los OPLE y éstos a su vez hacen lo propio en las Asambleas Municipales.

Esta particularidad, asociada a la falta de rigor en el trabajo desempeñado en las autoridades electorales estatales y municipales, nos da como resultado ilegalidad y falta de certeza.

¿Muestras? El repentino e injustificado cambio en la presidencia del Instituto Estatal Electoral de Chihuahua a días de la elección y en pleno proceso, logrando con ello dar justamente lo contrario a esa tarea fundamental: legalidad y certeza.

Una más. La actuación de las Asambleas Municipales que, en lugar de garantizar a la certidumbre en el proceso de escrutinio y cómputo, hicieron todo lo contrario, creando desconfianza no sólo entre los actores que participamos en este proceso, sino entre la ciudadanía. La falta de criterio en los protocolos a seguir en esta importante etapa de la elección solamente continuó sumando dudas.

La explicación es una combinación de ambas situaciones, las cuotas de esos grupos que al final siguen estando ligadas a algunos partidos, y la otra, resultado indirecto de esta misma, la falta de profesionalización, lo cual dio como resultado todo, menos certeza.

Además de eso, la optimización de recursos también es otro tema por revisar, los gastos que generan estos organismos, así como las Asambleas Municipales deben ser tratadas para contribuir al no encarecimiento de las elecciones, no lo contrario.

Entre otras de las funciones de los OPLE está el desarrollo de programas de participación ciudadana y educación cívica, lo cual es sumamente importante, porque no se trata sólo de invitar a la ciudadanía a tramitar su credencial de elector, se trata de generar conciencia acerca de todo lo que conllevan los procesos electorales, y eso no se logra a través de comerciales, sino de una estrategia, y en eso tampoco hay plan.

La elección más grande que ha tenido nuestro país dejó en evidencia las carencias y fallos que se tienen, los cuales debemos convertir en una oportunidad para revisar y ajustar a través de reformas en la materia, y así perfeccionar nuestros procesos electorales. La próxima Legislatura tiene en agenda una nueva reforma que responda a estas necesidades.