/ jueves 13 de mayo de 2021

Punto y aparte | El Metro de la Ciudad de México

“El poder conlleva responsabilidad”: Nehru

Cuando la vida me llevó a catafixiar la infancia por la pubertad, acudí varias veces, en compañía de mis padres, a la Ciudad de México a visitar a unos queridos amigos que vivían en el tercer piso de un edificio de la calle José María Tornel de la colonia Chapultepec; con el permiso de quienes me dieron la vida salía a dar la vuelta por parques de la citada colonia, en ese entonces había seguridad en las calles de la gran metrópoli y en un momento de valentía, haciendo uso de mi precario poderío monetario y con la provinciana curiosidad de conocer ese enorme tren naranja, me aventé a subirme al metro de determinada estación, cuyo nombre la verdad no recuerdo, para bajarme en la siguiente y regresar de nuevo al punto de partida. La emoción fue enorme, el corazón me latía a todo lo que daba, podía presumirles a mis amigos que me había subido yo solito al metro, aunque algunos seguramente no me creyeron (en aquel entonces no había celulares para tomarse selfies y comprobar mis palabras). Pasaron los años, don Manuel, el fiel amigo de mis padres, se nos adelantó en el camino, su esposa Santita y mi amiga Monse hoy viven en Veracruz, no obstante, a años y kilómetros de distancia recuerdo con cariño mis aventuras en la colonia Chapultepec y en ese largo gusano naranja.

En esos ayeres, el Metro de la Ciudad de México representaba un medio de transporte de seguridad y confianza, todo mundo se trasladaba en él a pesar de los empujones y los arrimones que se experimentaban en su interior acompañados de los más exóticos olores. El verlo circular le daba a la ciudad un sentir de que nos encaminábamos hacia un verdadero primer mundo. Pero el tiempo pasó y los más recientes gobiernos capitalinos le dejaron de dar importancia.

La tragedia de la línea 12 de hace unos días tiene responsables que caen en el terreno de la ineficiencia y el tratar de hacer creer a la sociedad que obedeció a cuestiones de naturaleza política, representa un insulto de dimensiones grotescas, más cuando la misma sociedad advirtió fallas en la estructura, fallas que cayeron en el mundo del olvido y que hoy han puesto al descubierto una corrupción con trágicas consecuencias.

El presidente de la República en su espectáculo mañanero fue cuestionado del porqué no había acudido a la delegación donde fue el accidente (percance, dijeron los de la 4T, como minimizando el hecho) a lo que el primer mandatario contestó que ese no era su estilo, que no le gustaba la hipocresía, que eso tenía que ver con el conservadurismo (y dale), es decir, para él es ser hipócrita acudir al lugar en donde hubo mexicanos que perdieron la vida y otros más quedaron con serias lesiones. Bonito gobierno de la esperanza cuya insensibilidad lo dice todo de ellos. Ahí síganle.

Desinterés, irresponsabilidad, muertos, heridos, fallas, vergüenza, urnas, 6 de junio y futuro. El lector acomode estas palabras en la oración que guste.

Desde estas norteñas tierras, la solidaridad para los deudos de esta desgracia que pudo haber sido evitada.

Secretario de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.

“El poder conlleva responsabilidad”: Nehru

Cuando la vida me llevó a catafixiar la infancia por la pubertad, acudí varias veces, en compañía de mis padres, a la Ciudad de México a visitar a unos queridos amigos que vivían en el tercer piso de un edificio de la calle José María Tornel de la colonia Chapultepec; con el permiso de quienes me dieron la vida salía a dar la vuelta por parques de la citada colonia, en ese entonces había seguridad en las calles de la gran metrópoli y en un momento de valentía, haciendo uso de mi precario poderío monetario y con la provinciana curiosidad de conocer ese enorme tren naranja, me aventé a subirme al metro de determinada estación, cuyo nombre la verdad no recuerdo, para bajarme en la siguiente y regresar de nuevo al punto de partida. La emoción fue enorme, el corazón me latía a todo lo que daba, podía presumirles a mis amigos que me había subido yo solito al metro, aunque algunos seguramente no me creyeron (en aquel entonces no había celulares para tomarse selfies y comprobar mis palabras). Pasaron los años, don Manuel, el fiel amigo de mis padres, se nos adelantó en el camino, su esposa Santita y mi amiga Monse hoy viven en Veracruz, no obstante, a años y kilómetros de distancia recuerdo con cariño mis aventuras en la colonia Chapultepec y en ese largo gusano naranja.

En esos ayeres, el Metro de la Ciudad de México representaba un medio de transporte de seguridad y confianza, todo mundo se trasladaba en él a pesar de los empujones y los arrimones que se experimentaban en su interior acompañados de los más exóticos olores. El verlo circular le daba a la ciudad un sentir de que nos encaminábamos hacia un verdadero primer mundo. Pero el tiempo pasó y los más recientes gobiernos capitalinos le dejaron de dar importancia.

La tragedia de la línea 12 de hace unos días tiene responsables que caen en el terreno de la ineficiencia y el tratar de hacer creer a la sociedad que obedeció a cuestiones de naturaleza política, representa un insulto de dimensiones grotescas, más cuando la misma sociedad advirtió fallas en la estructura, fallas que cayeron en el mundo del olvido y que hoy han puesto al descubierto una corrupción con trágicas consecuencias.

El presidente de la República en su espectáculo mañanero fue cuestionado del porqué no había acudido a la delegación donde fue el accidente (percance, dijeron los de la 4T, como minimizando el hecho) a lo que el primer mandatario contestó que ese no era su estilo, que no le gustaba la hipocresía, que eso tenía que ver con el conservadurismo (y dale), es decir, para él es ser hipócrita acudir al lugar en donde hubo mexicanos que perdieron la vida y otros más quedaron con serias lesiones. Bonito gobierno de la esperanza cuya insensibilidad lo dice todo de ellos. Ahí síganle.

Desinterés, irresponsabilidad, muertos, heridos, fallas, vergüenza, urnas, 6 de junio y futuro. El lector acomode estas palabras en la oración que guste.

Desde estas norteñas tierras, la solidaridad para los deudos de esta desgracia que pudo haber sido evitada.

Secretario de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.