/ jueves 17 de marzo de 2022

Punto y aparte | Escuelas de tiempo completo

La escuela ha de edificar en el espíritu del escolar: M Hostos -

La memoria de quien ahora escribe recuerda con cariño los tiempos de primaria, de una primaria cuyo nombre era (y sigue siendo) Melchor Guaspe, ubicada en la calle Tercera y Méndez, de la colonia Santa Rosa de esta ciudad capital; las maestras Eloísa y Esther eran las que la rifaban en aquellos felices tiempos, todos queríamos tomar clases con ellas. Un tremendo bodegón custodiaba lo que llamaban “Salón de actos”, aquí realizábamos los festivales del Día de la Madre (los padres eran prácticamente nulificados en esos ayeres) y un enorme patio recibía a cientos de chamacos a la hora del recreo para jugar al futbol, al chinchilagua y las niñas al avión, conocido también como mamaleche.


La experiencia de la escuela primaria es, sin lugar a dudas, una de las más enriquecedoras en la vida de las personas, independientemente del nivel económico que se tenga; en ella aprendemos a escribir, conocemos a la madre naturaleza, aprendemos de historia, realizamos nuestras primeras operaciones aritméticas y desconocemos lo que cuesta un par de zapatos (no nos interesa, somos niños).


A pesar de que la educación primaria es la base que sostiene la estructura educacional de las personas, el último día del pasado mes de febrero llegó con la noticia, publicada en el Diario Oficial de la Federación, de que la Secretaría de Educación Pública cancelaría las escuelas de tiempo completo, con esto el gobierno que pretende una cuarta transformación perjudicaría a millones de niños y adolescentes e indirectamente a sus respectivos padres, muchos de ellos que trabajan por la tarde y que saben que sus hijos se encuentran estudiando y aprendiendo otras actividades productivas.


El gran pecado de las escuelas de tiempo completo es que no fueron creadas bajo el mandato de don Andrés, sino en la administración de Felipe Calderón y avaladas y mejoradas por Enrique Peña Nieto y esto al parecer no le gusta a nuestro actual presidente, que retirará los recursos a las escuelas con este esquema y los empleará en mejoras de acondicionamiento físico, es decir, la parte propiamente educativa no entra en el contexto. Si quieren continuar con el esquema de tiempo completo los recursos tendrán que ser erogados por los gobiernos estatales o por los propios padres de familia (tómala).


Escuelas de tiempo completo surgió con un objetivo loable, el de apoyar a mejorar el rendimiento de los alumnos de las escuelas de educación básica del sector público incrementando el tiempo de permanencia en la escuela. El resultado fue eficaz sobre todo en estudiantes de las zonas rurales. Este programa fue evaluado por instituciones de prestigio como lo son la UNICEF, el Coneval y el Banco Mundial.


Cuando cualquier proyecto gubernamental o privado funciona hay que dejarlo, apoyarlo y si se puede eficientarlo aún más, pero no desaparecerlo, esto carece de toda lógica, ¿o no?


A manera de pregunta o de propuesta: ¿No saldría más adecuado y más fructífero para la sociedad desaparecer la absurda idea de la votación por la revocación de mandato y utilizar esos millones de pesos a continuar con la escuela de tiempo completo?, digo, ¿hay mucho qué pensarle?


aruedam@hotmail.com



La escuela ha de edificar en el espíritu del escolar: M Hostos -

La memoria de quien ahora escribe recuerda con cariño los tiempos de primaria, de una primaria cuyo nombre era (y sigue siendo) Melchor Guaspe, ubicada en la calle Tercera y Méndez, de la colonia Santa Rosa de esta ciudad capital; las maestras Eloísa y Esther eran las que la rifaban en aquellos felices tiempos, todos queríamos tomar clases con ellas. Un tremendo bodegón custodiaba lo que llamaban “Salón de actos”, aquí realizábamos los festivales del Día de la Madre (los padres eran prácticamente nulificados en esos ayeres) y un enorme patio recibía a cientos de chamacos a la hora del recreo para jugar al futbol, al chinchilagua y las niñas al avión, conocido también como mamaleche.


La experiencia de la escuela primaria es, sin lugar a dudas, una de las más enriquecedoras en la vida de las personas, independientemente del nivel económico que se tenga; en ella aprendemos a escribir, conocemos a la madre naturaleza, aprendemos de historia, realizamos nuestras primeras operaciones aritméticas y desconocemos lo que cuesta un par de zapatos (no nos interesa, somos niños).


A pesar de que la educación primaria es la base que sostiene la estructura educacional de las personas, el último día del pasado mes de febrero llegó con la noticia, publicada en el Diario Oficial de la Federación, de que la Secretaría de Educación Pública cancelaría las escuelas de tiempo completo, con esto el gobierno que pretende una cuarta transformación perjudicaría a millones de niños y adolescentes e indirectamente a sus respectivos padres, muchos de ellos que trabajan por la tarde y que saben que sus hijos se encuentran estudiando y aprendiendo otras actividades productivas.


El gran pecado de las escuelas de tiempo completo es que no fueron creadas bajo el mandato de don Andrés, sino en la administración de Felipe Calderón y avaladas y mejoradas por Enrique Peña Nieto y esto al parecer no le gusta a nuestro actual presidente, que retirará los recursos a las escuelas con este esquema y los empleará en mejoras de acondicionamiento físico, es decir, la parte propiamente educativa no entra en el contexto. Si quieren continuar con el esquema de tiempo completo los recursos tendrán que ser erogados por los gobiernos estatales o por los propios padres de familia (tómala).


Escuelas de tiempo completo surgió con un objetivo loable, el de apoyar a mejorar el rendimiento de los alumnos de las escuelas de educación básica del sector público incrementando el tiempo de permanencia en la escuela. El resultado fue eficaz sobre todo en estudiantes de las zonas rurales. Este programa fue evaluado por instituciones de prestigio como lo son la UNICEF, el Coneval y el Banco Mundial.


Cuando cualquier proyecto gubernamental o privado funciona hay que dejarlo, apoyarlo y si se puede eficientarlo aún más, pero no desaparecerlo, esto carece de toda lógica, ¿o no?


A manera de pregunta o de propuesta: ¿No saldría más adecuado y más fructífero para la sociedad desaparecer la absurda idea de la votación por la revocación de mandato y utilizar esos millones de pesos a continuar con la escuela de tiempo completo?, digo, ¿hay mucho qué pensarle?


aruedam@hotmail.com