/ jueves 18 de enero de 2024

Punto y aparte | Por fuertes que fueran los vientos

“Ante la dureza del clima tenemos que caminar para que nuestra circulación sanguínea no se detenga". Boyne -

En las épocas de infancia y adolescencia de quien ahora les escribe no había ninguna razón climatológica para faltar a clases; el Jardín de niños 20 de noviembre, la Primaria Melchor Guaspe y la Secundaria Estatal Número 5 siempre tuvieron las puertas abiertas así estuviera lloviendo, granizando, nevando o haciendo mucho viento; quien no estaba en el salón de clases tenía su respectiva falta y se perdía el tema visto. Los fríos salones contaban con un calentón que medio cumplía con su función. Los chamarrones, gorros, bufandas, la bendición de mamá y el calor humano de los compañeros ayudaban para que las neuronas no se nos entumieran, al recreo casi nadie salía y a pesar de todo esto éramos completamente felices. Las bajas temperaturas ayudaron en nuestra formación.

Hay gente a la que no le gusta las comparaciones de tiempos pasados con los de hoy pero en este tema creo que vale la pena meditar un poco y es que la semana pasada se anunciaron fuertes ventarrones en nuestra ciudad capital y desde que se supo la noticia los chats de WhatsApp de las preocupadas madres de familia se llenaron de comentarios en donde unas decían que no enviarían a sus hijos a la escuela, otras más, asumiendo un papel de asesoras de la SEP, argumentaban que debían suspenderse las clases y al parecer sus deseos encontraron eco en algunas escuelas que decidieron pausar más temprano las actividades y otras de plano mejor dieron el día libre a los pobres chamacos que aprovecharon (?) la mañana para dormir un rato más o para adentrarse al mundo de los videojuegos o de las redes sociales a través de sus teléfonos celulares que tanta adicción les provocan.

Acudir a clases estando la temperatura ambiental en cualesquiera de sus variantes representa una acción de responsabilidad tanto de directivos, maestros, padres y estudiantes, el mundo no se detiene por fuertes que fueran los vientos, desde luego que hay que abrigar lo mejor posible a los chamacos y chamacas y tenerlos debidamente vacunados, tampoco se trata de descuidarlos en ese sentido. Es lógica pura.

Hoy en día con las desconocidas que el cambio climático universal nos está dando por varias razones (muchas de ellas motivadas por el mismo ser humano), es importante comprender que así será nuestra vida y que no podemos detener la dinámica solo porque los Dioses Eolo y Bóreas hagan de las suyas por un rato.

En materia de políticas públicas resulta necesario y urgente que nuestro país se encamine a desarrollar las medidas de adaptación para llevar a cabo las acciones que respondan con eficiencia a las futuras consecuencias que traerá el cambio climático como lo son las extremas temperaturas: congelamiento o calentamiento, así como cambios en los ecosistemas, movimientos abruptos en los niveles de los mares, fenómenos meteorológicos de gran impacto, extinción de flora y fauna y los problemas sociales que todo esto implica.

Vamos pues, haga mucho frío o calor, a trabajar o a estudiar por nuestro país que tanto nos necesita, el día sigue siendo tuyo, disfrútalo y si el viento hace que coincidamos en algún punto, ahí nos saludamos, faltaba más.


“Ante la dureza del clima tenemos que caminar para que nuestra circulación sanguínea no se detenga". Boyne -

En las épocas de infancia y adolescencia de quien ahora les escribe no había ninguna razón climatológica para faltar a clases; el Jardín de niños 20 de noviembre, la Primaria Melchor Guaspe y la Secundaria Estatal Número 5 siempre tuvieron las puertas abiertas así estuviera lloviendo, granizando, nevando o haciendo mucho viento; quien no estaba en el salón de clases tenía su respectiva falta y se perdía el tema visto. Los fríos salones contaban con un calentón que medio cumplía con su función. Los chamarrones, gorros, bufandas, la bendición de mamá y el calor humano de los compañeros ayudaban para que las neuronas no se nos entumieran, al recreo casi nadie salía y a pesar de todo esto éramos completamente felices. Las bajas temperaturas ayudaron en nuestra formación.

Hay gente a la que no le gusta las comparaciones de tiempos pasados con los de hoy pero en este tema creo que vale la pena meditar un poco y es que la semana pasada se anunciaron fuertes ventarrones en nuestra ciudad capital y desde que se supo la noticia los chats de WhatsApp de las preocupadas madres de familia se llenaron de comentarios en donde unas decían que no enviarían a sus hijos a la escuela, otras más, asumiendo un papel de asesoras de la SEP, argumentaban que debían suspenderse las clases y al parecer sus deseos encontraron eco en algunas escuelas que decidieron pausar más temprano las actividades y otras de plano mejor dieron el día libre a los pobres chamacos que aprovecharon (?) la mañana para dormir un rato más o para adentrarse al mundo de los videojuegos o de las redes sociales a través de sus teléfonos celulares que tanta adicción les provocan.

Acudir a clases estando la temperatura ambiental en cualesquiera de sus variantes representa una acción de responsabilidad tanto de directivos, maestros, padres y estudiantes, el mundo no se detiene por fuertes que fueran los vientos, desde luego que hay que abrigar lo mejor posible a los chamacos y chamacas y tenerlos debidamente vacunados, tampoco se trata de descuidarlos en ese sentido. Es lógica pura.

Hoy en día con las desconocidas que el cambio climático universal nos está dando por varias razones (muchas de ellas motivadas por el mismo ser humano), es importante comprender que así será nuestra vida y que no podemos detener la dinámica solo porque los Dioses Eolo y Bóreas hagan de las suyas por un rato.

En materia de políticas públicas resulta necesario y urgente que nuestro país se encamine a desarrollar las medidas de adaptación para llevar a cabo las acciones que respondan con eficiencia a las futuras consecuencias que traerá el cambio climático como lo son las extremas temperaturas: congelamiento o calentamiento, así como cambios en los ecosistemas, movimientos abruptos en los niveles de los mares, fenómenos meteorológicos de gran impacto, extinción de flora y fauna y los problemas sociales que todo esto implica.

Vamos pues, haga mucho frío o calor, a trabajar o a estudiar por nuestro país que tanto nos necesita, el día sigue siendo tuyo, disfrútalo y si el viento hace que coincidamos en algún punto, ahí nos saludamos, faltaba más.