/ sábado 16 de septiembre de 2023

Qué hacer ante los efectos locales del cambio climático 

Una sequía tan atípica como no se tenía en registros históricos, en al menos los últimos 38 años, se ha presentado en el estado, justamente en el período que, en condiciones normales, es el más lluvioso del año. La pregunta es qué tan preparados estamos para responder ante esta situación.

Para el período junio-agosto, la precipitación promedio en el estado es de 263 mm; este es justamente el período más lluvioso, ya que corresponde al 58 % del total del año, que en promedio es de 450 mm. El presente año, en este período se ha tenido un registro de lluvia de 103 mm, que representa tan solo un 39 % de lo que debería llover en promedio. Algunos efectos de esta inusual sequía, ya son evidentes, especialmente aquellos que se aprecian en las extensas zonas de agostaderos del estado.

Señalábamos en nuestra columna anterior, que en todos los sectores productivos, se debe desarrollar una estrategia específica de adaptación al cambio climático y con ello enfrentar, de la mejor manera posible, sus efectos. Para estas fechas, los agostaderos normalmente están cubiertos de pastizales con el mayor desarrollo; sin embargo, este año desafortunadamente no ha sido así. No se puede estar esperanzado a que quizá este mes sí llueva, o tal vez el próximo. El período ya pasó, se debe aceptar y preparase para enfrentar esta situación.

Cada productor deberá evaluar las condiciones en que se encuentra actualmente su propiedad y proyectar en función del ganado que tiene, cuánto tiempo más aguantarán los pastizales y en esto ser muy realistas. Luego, con base en ello, tomar decisiones: si va a mantener el total de su ganado, si decidirá vender una pequeña parte o la mayoría, cuánto forraje deberá adquirir y a qué precio se estima que estará en los próximos meses, entre otras interrogantes. Todo esto se deberá evaluar y en función de ello actuar ya; no hay tiempo que perder, porque el futuro de su patrimonio depende de que se tomen las mejores decisiones y de forma rápida. Para todas estas preguntas y otras más, se debería tener ya una estrategia preparada en función de varios escenarios de cambio climático y además para todos los sectores productivos.

Aún falta identificar qué otros efectos se tendrán ante esta situación de sequía grave. Si los cuerpos de agua ya no tendrán un buen almacenamiento y los pastos no se desarrollaron, seguramente otra afectación muy importante se tendrá, por ejemplo, en las diferentes poblaciones de fauna silvestre. Es muy probable que en los próximos meses se observen desplazamientos inusuales de algunas especies de fauna silvestre, hacia lugares que no han sido sus áreas de distribución tradicional, a las que se desplacen en busca de agua y alimentación.

En el caso de los bosques, es probable que se presente mortandad de arbolado por afectaciones ocasionadas por la propia falta de humedad en el suelo o la presencia de plagas forestales, situación que ocurre cuando el arbolado está debilitado. Esta situación no es nueva, se ha visto en anteriores períodos de sequía, cómo se presentan este tipo de afectaciones en los bosques.

No se trata de ser alarmistas, sino de ser realistas. Ahí están los datos muy claros y las condiciones de campo muy evidentes. Es necesario, por lo tanto, actuar en consecuencia y generar políticas públicas de actuación ante estos escenarios cada vez más recurrentes y extremos. Desarrollar estrategias para identificar de forma oportuna las situaciones de riesgo y con base en ello, implementar todas aquellas acciones que sean necesarias para enfrentarlas. Incorporar a todos los sectores productivos, los que deben tomar las decisiones, no solo abordar estos temas entre dependencias de gobierno o instituciones de investigación, como desafortunadamente ha sucedido hasta ahora.

oestradam81@hotmail.com

Una sequía tan atípica como no se tenía en registros históricos, en al menos los últimos 38 años, se ha presentado en el estado, justamente en el período que, en condiciones normales, es el más lluvioso del año. La pregunta es qué tan preparados estamos para responder ante esta situación.

Para el período junio-agosto, la precipitación promedio en el estado es de 263 mm; este es justamente el período más lluvioso, ya que corresponde al 58 % del total del año, que en promedio es de 450 mm. El presente año, en este período se ha tenido un registro de lluvia de 103 mm, que representa tan solo un 39 % de lo que debería llover en promedio. Algunos efectos de esta inusual sequía, ya son evidentes, especialmente aquellos que se aprecian en las extensas zonas de agostaderos del estado.

Señalábamos en nuestra columna anterior, que en todos los sectores productivos, se debe desarrollar una estrategia específica de adaptación al cambio climático y con ello enfrentar, de la mejor manera posible, sus efectos. Para estas fechas, los agostaderos normalmente están cubiertos de pastizales con el mayor desarrollo; sin embargo, este año desafortunadamente no ha sido así. No se puede estar esperanzado a que quizá este mes sí llueva, o tal vez el próximo. El período ya pasó, se debe aceptar y preparase para enfrentar esta situación.

Cada productor deberá evaluar las condiciones en que se encuentra actualmente su propiedad y proyectar en función del ganado que tiene, cuánto tiempo más aguantarán los pastizales y en esto ser muy realistas. Luego, con base en ello, tomar decisiones: si va a mantener el total de su ganado, si decidirá vender una pequeña parte o la mayoría, cuánto forraje deberá adquirir y a qué precio se estima que estará en los próximos meses, entre otras interrogantes. Todo esto se deberá evaluar y en función de ello actuar ya; no hay tiempo que perder, porque el futuro de su patrimonio depende de que se tomen las mejores decisiones y de forma rápida. Para todas estas preguntas y otras más, se debería tener ya una estrategia preparada en función de varios escenarios de cambio climático y además para todos los sectores productivos.

Aún falta identificar qué otros efectos se tendrán ante esta situación de sequía grave. Si los cuerpos de agua ya no tendrán un buen almacenamiento y los pastos no se desarrollaron, seguramente otra afectación muy importante se tendrá, por ejemplo, en las diferentes poblaciones de fauna silvestre. Es muy probable que en los próximos meses se observen desplazamientos inusuales de algunas especies de fauna silvestre, hacia lugares que no han sido sus áreas de distribución tradicional, a las que se desplacen en busca de agua y alimentación.

En el caso de los bosques, es probable que se presente mortandad de arbolado por afectaciones ocasionadas por la propia falta de humedad en el suelo o la presencia de plagas forestales, situación que ocurre cuando el arbolado está debilitado. Esta situación no es nueva, se ha visto en anteriores períodos de sequía, cómo se presentan este tipo de afectaciones en los bosques.

No se trata de ser alarmistas, sino de ser realistas. Ahí están los datos muy claros y las condiciones de campo muy evidentes. Es necesario, por lo tanto, actuar en consecuencia y generar políticas públicas de actuación ante estos escenarios cada vez más recurrentes y extremos. Desarrollar estrategias para identificar de forma oportuna las situaciones de riesgo y con base en ello, implementar todas aquellas acciones que sean necesarias para enfrentarlas. Incorporar a todos los sectores productivos, los que deben tomar las decisiones, no solo abordar estos temas entre dependencias de gobierno o instituciones de investigación, como desafortunadamente ha sucedido hasta ahora.

oestradam81@hotmail.com