/ jueves 30 de julio de 2020

Semaforos

“Tú serás mi responsabilidad el día que menos te des cuenta”

- Jorge Franco -

Cuando se circula en el auto por las calles de la ciudad y el semáforo de enfrente cambia de amarillo a rojo, el cerebro nos envía la señal inmediata de que debemos de pisar el pedal del freno, el instinto de conservar la vida se activa rápidamente; existen quienes en un acto de imprudencia e irresponsabilidad deciden ganarle a la luz roja del semáforo y le dan al pedal del acelerador, las consecuencias pueden ser trágicas tanto para ellos como para terceros. Las luces de los semáforos son leyes de Tránsito y como ley están pensadas en nuestro bien.

El Semáforo Epidemiológico que se está manejando con lo del Covid para informar a la ciudadanía cuál es el grado de emergencia en cada ciudad de la República cumple con las mismas funciones que el semáforo vial, con la diferencia de que le incluyeron el color naranja (el que más destantea). El color rojo representa riesgo máximo (no salgas de casa salvo que sea rigurosamente necesario), el naranja riesgo alto (si puedes, quédate en casa), amarillo riesgo medio (precaución) y verde deberíamos entenderlo como riesgo controlado. La nueva normalidad, que dista mucho de ser normal, nos dice que cualquier color presupone un riesgo y ante esto siempre tendremos que estar cuidándonos, no hay de otra.

Bien respetado este semáforo de cuatro colores pudiéramos suponer que las condiciones en esta crisis sanitaria mejorarían, pero como en nuestro querido país azteca pululan esos seres que sintiéndose superhéroes les viene importando un soberano pepino cualquier indicación, su móndriga negligencia nos tiene a todos atorados sin saber si vamos progresando o nos encontramos peor que al arranque. La claridad de las cosas nomás no.

Si el amable y caro lector se asoma a cualquier avenida de nuestra ciudad se percatará que la ciudadanía ya se encuentra con su personal semáforo verde y deambula de un lado a otro como si nada aconteciera y si nos ponemos a contar a los ciudadanos de a pie que circulan sin su correspondiente cubrebocas les aseguro que son mayoría aplastante. Aunque los hospitales y las clínicas están hasta el tope de contagiados, las calles indican que a muchos eso les vale (con la entendible y respetable excepción de quienes tienen que salir a trabajar).

Y si esto de los semáforos nos trae a todos desorientados, súmele que el presidente Andrés Manuel, en una de sus majestuosas mañaneras, dijo que el uso del cubrebocas no está comprobado científicamente que ayude (tómala).


Punto y aparte

El semáforo del doctor Jorge Duque se detuvo en este mundo terrenal, pero el ejemplo de profesionalismo de tan notable galeno continuará entre nosotros, descanse en paz.


● aruedam@hotmail.com

● Integrante de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua A.C.

“Tú serás mi responsabilidad el día que menos te des cuenta”

- Jorge Franco -

Cuando se circula en el auto por las calles de la ciudad y el semáforo de enfrente cambia de amarillo a rojo, el cerebro nos envía la señal inmediata de que debemos de pisar el pedal del freno, el instinto de conservar la vida se activa rápidamente; existen quienes en un acto de imprudencia e irresponsabilidad deciden ganarle a la luz roja del semáforo y le dan al pedal del acelerador, las consecuencias pueden ser trágicas tanto para ellos como para terceros. Las luces de los semáforos son leyes de Tránsito y como ley están pensadas en nuestro bien.

El Semáforo Epidemiológico que se está manejando con lo del Covid para informar a la ciudadanía cuál es el grado de emergencia en cada ciudad de la República cumple con las mismas funciones que el semáforo vial, con la diferencia de que le incluyeron el color naranja (el que más destantea). El color rojo representa riesgo máximo (no salgas de casa salvo que sea rigurosamente necesario), el naranja riesgo alto (si puedes, quédate en casa), amarillo riesgo medio (precaución) y verde deberíamos entenderlo como riesgo controlado. La nueva normalidad, que dista mucho de ser normal, nos dice que cualquier color presupone un riesgo y ante esto siempre tendremos que estar cuidándonos, no hay de otra.

Bien respetado este semáforo de cuatro colores pudiéramos suponer que las condiciones en esta crisis sanitaria mejorarían, pero como en nuestro querido país azteca pululan esos seres que sintiéndose superhéroes les viene importando un soberano pepino cualquier indicación, su móndriga negligencia nos tiene a todos atorados sin saber si vamos progresando o nos encontramos peor que al arranque. La claridad de las cosas nomás no.

Si el amable y caro lector se asoma a cualquier avenida de nuestra ciudad se percatará que la ciudadanía ya se encuentra con su personal semáforo verde y deambula de un lado a otro como si nada aconteciera y si nos ponemos a contar a los ciudadanos de a pie que circulan sin su correspondiente cubrebocas les aseguro que son mayoría aplastante. Aunque los hospitales y las clínicas están hasta el tope de contagiados, las calles indican que a muchos eso les vale (con la entendible y respetable excepción de quienes tienen que salir a trabajar).

Y si esto de los semáforos nos trae a todos desorientados, súmele que el presidente Andrés Manuel, en una de sus majestuosas mañaneras, dijo que el uso del cubrebocas no está comprobado científicamente que ayude (tómala).


Punto y aparte

El semáforo del doctor Jorge Duque se detuvo en este mundo terrenal, pero el ejemplo de profesionalismo de tan notable galeno continuará entre nosotros, descanse en paz.


● aruedam@hotmail.com

● Integrante de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua A.C.