/ jueves 24 de septiembre de 2020

Sin mucho ánimo patrio

Voy a serles muy sincero, la semana pasada pensaba escribir en esta columna acerca de la Independencia de México, el orgullo de ser mexicano y la alegría que nos transmite el escuchar el Grito septembrino de ¡Viva México!, pero (casi siempre hay un pero), la euforia patriótica se encuentra un poco con las pilas bajas, y cómo no, si el encierro en el que nos tiene esta pandemia de orígenes asiáticos y que ya lleva varios meses, no es el mejor escenario para expresar algún motivo de júbilo entre banderas y matracas y a esto súmenle el desgaste en el que se encuentra la llamada “clase política” que en lugar de buscar la manera de unir al pueblo azteca, ahora que más lo necesita, se han encargado de descalificarse unos a otros dejando a un lado la preocupación, el estrés y la desesperación de los habitantes, de esos habitantes que los pusieron en el poder con la esperanza de que a través de su supuesta eficiencia nos vaya un poquito mejor a todos, repito: a todos, no nomás a ellos.

En estos días del noveno mes del calendario se asoma con tristeza el caso del problema del agua para los productores del estado (a quienes reiteramos la solidaridad y respeto), quienes luchan por este vital líquido que nos pertenece a todos los chihuahuenses, motivo por el cual no podemos cerrar los ojos a esta situación, que yo no sé en quién recaiga, si en el gobierno federal o en el estatal, el punto es que se debe de arreglar de la mejor manera posible sin aconteceres de los cuales después arrepentirse. Que existe un tratado para compartir agua con Estados Unidos y que data de hace muchos años, pues que se analice adecuadamente para ajustarlo a épocas y condiciones actuales y si no se puede, pues que se busque la manera de anularlo, punto.

Y mientras el Cruz Azul sigue ganando partidos colocado en los primeros lugares de la tabla general (perdón, pero no podía dejar de mencionarlo), resulta y resalta que por fin se llevó a cabo la esperadísima rifa del avión presidencial para lo cual se emitieron seis millones de cachitos de los cuales el gobierno federal adquirió un millón para regalárselos a varios hospitales, gastando con ello 500 millones de pesos. Cada boleto ganador tuvo un premio de 20 millones de pesos que en el caso de los nosocomios los utilizarán para remodelarlos o equiparlos. Sí ya sé que más de dos finos lectores, que no requieren capacitación matemática, están pensando que hubiera salido mucho mejor asignar esos recursos directamente para la infraestructura hospitalaria del país, pero, y la emoción de poder decir: me saqué la Lotería ¿dónde queda eh? Los otros premios fueron distribuidos entre empresarios y agremiados de algunos sindicatos; saquen sus conjeturas.

Y ya inmersos en el mundo de la subjetividad, el señor de las mañaneras, cediéndole toda la responsabilidad de la pandemia a su golpeado subsecretario Gatell, distrae la atención en su pretensión de realizar otra de sus cuestionadas consultas populares ahora para saber si el pueblo vota a favor o en contra del juicio político a cinco expresidentes, es decir, a dos años de su gobierno sigue con su discurso de culpar a todo el pasado descuidando un presente de gran incertidumbre. Ande pues.


Voy a serles muy sincero, la semana pasada pensaba escribir en esta columna acerca de la Independencia de México, el orgullo de ser mexicano y la alegría que nos transmite el escuchar el Grito septembrino de ¡Viva México!, pero (casi siempre hay un pero), la euforia patriótica se encuentra un poco con las pilas bajas, y cómo no, si el encierro en el que nos tiene esta pandemia de orígenes asiáticos y que ya lleva varios meses, no es el mejor escenario para expresar algún motivo de júbilo entre banderas y matracas y a esto súmenle el desgaste en el que se encuentra la llamada “clase política” que en lugar de buscar la manera de unir al pueblo azteca, ahora que más lo necesita, se han encargado de descalificarse unos a otros dejando a un lado la preocupación, el estrés y la desesperación de los habitantes, de esos habitantes que los pusieron en el poder con la esperanza de que a través de su supuesta eficiencia nos vaya un poquito mejor a todos, repito: a todos, no nomás a ellos.

En estos días del noveno mes del calendario se asoma con tristeza el caso del problema del agua para los productores del estado (a quienes reiteramos la solidaridad y respeto), quienes luchan por este vital líquido que nos pertenece a todos los chihuahuenses, motivo por el cual no podemos cerrar los ojos a esta situación, que yo no sé en quién recaiga, si en el gobierno federal o en el estatal, el punto es que se debe de arreglar de la mejor manera posible sin aconteceres de los cuales después arrepentirse. Que existe un tratado para compartir agua con Estados Unidos y que data de hace muchos años, pues que se analice adecuadamente para ajustarlo a épocas y condiciones actuales y si no se puede, pues que se busque la manera de anularlo, punto.

Y mientras el Cruz Azul sigue ganando partidos colocado en los primeros lugares de la tabla general (perdón, pero no podía dejar de mencionarlo), resulta y resalta que por fin se llevó a cabo la esperadísima rifa del avión presidencial para lo cual se emitieron seis millones de cachitos de los cuales el gobierno federal adquirió un millón para regalárselos a varios hospitales, gastando con ello 500 millones de pesos. Cada boleto ganador tuvo un premio de 20 millones de pesos que en el caso de los nosocomios los utilizarán para remodelarlos o equiparlos. Sí ya sé que más de dos finos lectores, que no requieren capacitación matemática, están pensando que hubiera salido mucho mejor asignar esos recursos directamente para la infraestructura hospitalaria del país, pero, y la emoción de poder decir: me saqué la Lotería ¿dónde queda eh? Los otros premios fueron distribuidos entre empresarios y agremiados de algunos sindicatos; saquen sus conjeturas.

Y ya inmersos en el mundo de la subjetividad, el señor de las mañaneras, cediéndole toda la responsabilidad de la pandemia a su golpeado subsecretario Gatell, distrae la atención en su pretensión de realizar otra de sus cuestionadas consultas populares ahora para saber si el pueblo vota a favor o en contra del juicio político a cinco expresidentes, es decir, a dos años de su gobierno sigue con su discurso de culpar a todo el pasado descuidando un presente de gran incertidumbre. Ande pues.