/ miércoles 16 de enero de 2019

Un día en La Habana  


En sintonía con mi colaboración anterior, continúo narrando mis vivencias en Cuba, país de grandes contrastes y secretos: llego al Museo de Bellas Artes y de pronto entablo plática con la administradora del museo sobre el referendo que se llevará a cabo el próximo 24 de febrero sobre la nueva constitución, cuya aprobación fue precedida por un proceso de consulta al pueblo que duró tres meses.

Se realizaron miles de reuniones en centros de trabajo y estudios para recabar la opinión de las personas para enriquecer el texto final.

Este acto es considerado como expresión genuina del carácter democrático y participativo de este sistema socialista. Acto seguido, me invita a entrar gratuitamente al museo con una litografía de regalo. Mientras camino, reflexiono que después de traspasar la barrera del carácter fuerte de los cubanos (entendible), resultan ser personas que comparten el azúcar de sus corazones con actos de hermandad.

Llego a un restaurant de la resquebrajada calle Cuba y pido la tradicional comida criolla: moros con cristianos y plátano maduro frito.

Mientras, leo el periódico Granma (nombre del barco en el que Fidel, Raúl, el Che y varias decenas de revolucionarios más llegaron a Cuba para encender el foco guerrillero, que guiaría la revolución hace más de sesenta años).

La nota principal inicia con el discurso que dio Fidel en la Ciudad Libertad al triunfo de la revolución: "Creo que este es un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía.

No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil".

Las revoluciones demuelen estructuras viejas y eso implica grandes costos, pero a veces necesarios para acabar con la tiranía y opresión de la realidad social de un pueblo; cambiar lo que debe ser cambiado, como dijo Fidel.

Sigo hojeando y leo palabras del presidente cubano respecto a asistir a la toma de protesta de Maduro: Ninguna amenaza hará desistir la solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela.

México también asistió llamando a un diálogo incluyente en un marco de paz, seguridad y democracia. Sigo leyendo noticias sobre Venezuela, Cuba y México, que acaparan casi todas las planas, ¿coincidencia?

Me dicen en casa que no debo dejar de ir al teatro, así es que por la noche me visto de gala para acudir al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso a ver el clásico "El lago de los cisnes", a cargo del Ballet Nacional de Cuba, considerado de los mejores del mundo.

Este ballet en particular es muy especial, pues es una reinterpretación sobre el original a cargo de la misma Alicia (ícono universal del ballet).

En una circunstancia fortuita, tuvo la oportunidad de bailarlo con fines más expresivos en un tempo lento, y con ello, alcanzó la plenitud del romance de la historia y de la expresión de la música de Tchaikovsky.

Pocas veces se tiene la oportunidad de ver espectáculos que estremecen el espíritu, no sólo en el teatro, sino a cada paso que recorro por esta ciudad, que de nuevo, intento narrar desde mi celular.

yanez_flor@hotmail.com



En sintonía con mi colaboración anterior, continúo narrando mis vivencias en Cuba, país de grandes contrastes y secretos: llego al Museo de Bellas Artes y de pronto entablo plática con la administradora del museo sobre el referendo que se llevará a cabo el próximo 24 de febrero sobre la nueva constitución, cuya aprobación fue precedida por un proceso de consulta al pueblo que duró tres meses.

Se realizaron miles de reuniones en centros de trabajo y estudios para recabar la opinión de las personas para enriquecer el texto final.

Este acto es considerado como expresión genuina del carácter democrático y participativo de este sistema socialista. Acto seguido, me invita a entrar gratuitamente al museo con una litografía de regalo. Mientras camino, reflexiono que después de traspasar la barrera del carácter fuerte de los cubanos (entendible), resultan ser personas que comparten el azúcar de sus corazones con actos de hermandad.

Llego a un restaurant de la resquebrajada calle Cuba y pido la tradicional comida criolla: moros con cristianos y plátano maduro frito.

Mientras, leo el periódico Granma (nombre del barco en el que Fidel, Raúl, el Che y varias decenas de revolucionarios más llegaron a Cuba para encender el foco guerrillero, que guiaría la revolución hace más de sesenta años).

La nota principal inicia con el discurso que dio Fidel en la Ciudad Libertad al triunfo de la revolución: "Creo que este es un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía.

No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil".

Las revoluciones demuelen estructuras viejas y eso implica grandes costos, pero a veces necesarios para acabar con la tiranía y opresión de la realidad social de un pueblo; cambiar lo que debe ser cambiado, como dijo Fidel.

Sigo hojeando y leo palabras del presidente cubano respecto a asistir a la toma de protesta de Maduro: Ninguna amenaza hará desistir la solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela.

México también asistió llamando a un diálogo incluyente en un marco de paz, seguridad y democracia. Sigo leyendo noticias sobre Venezuela, Cuba y México, que acaparan casi todas las planas, ¿coincidencia?

Me dicen en casa que no debo dejar de ir al teatro, así es que por la noche me visto de gala para acudir al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso a ver el clásico "El lago de los cisnes", a cargo del Ballet Nacional de Cuba, considerado de los mejores del mundo.

Este ballet en particular es muy especial, pues es una reinterpretación sobre el original a cargo de la misma Alicia (ícono universal del ballet).

En una circunstancia fortuita, tuvo la oportunidad de bailarlo con fines más expresivos en un tempo lento, y con ello, alcanzó la plenitud del romance de la historia y de la expresión de la música de Tchaikovsky.

Pocas veces se tiene la oportunidad de ver espectáculos que estremecen el espíritu, no sólo en el teatro, sino a cada paso que recorro por esta ciudad, que de nuevo, intento narrar desde mi celular.

yanez_flor@hotmail.com