/ sábado 25 de noviembre de 2023

Una copa de Cumbres Borrascosas

Estimados enófilos y enófilas, Cumbres Borrascosas es una novela clásica, escrita por Emily Brontë. Trata de esos amores enrevesados, de la guerra en una familia. Ahí nadie se quiere, por eso cuando el padre llega con un niño gitano anunciando que el pequeño se quedará a vivir con ellos, el resentimiento germina como buena semilla. Con los años, los niños y el odio, crecen, y la borrasca fría del paisaje se encaja, también, en el corazón de las personas. El desenlace es sorprendente: después de que se mueren casi todos, el amor brota en quien menos se espera. Entonces, uno se queda mirando al limbo, con una ternura que no sabe dónde acomodar, filosofando el porqué de nuestra condición humana tan obstinada en el amor, filosofía que, por cierto, sólo un vinito puede ayudar a desentrañar.

Al vino rosado que hicimos este año decidí ponerle CUMBRES BORRASCOSAS, porque tiene un sabor ácido al inicio, pero al final se siente un regusto de ternura. Es de la variedad Tempranillo, de delicado color salmón, tiene una fresca esencia de durazno y mandarina. Puede usted maridarlo con una rebanada de queso, empalmada de ate de membrillo y una nuez garapiñada arriba, todos productos regionales, y brindar con sus amigos o pareja platicando de Catherine y Heathcliff, los protagonistas de Cumbres Borrascosas, sobre todo de la desesperación que le acomete a uno, como lector, cuando los ve que se aman tanto y no pueden realizar su amor. Yo, le confesaré, nunca amé así, soy demasiado objetiva para morir de amor, en todo caso y como soy terrenal y corpórea preferiría morir de otra cosa, esa que tiene cuatro letras y deberíamos hacer diariamente para ejercitarnos. Si no adivinó qué es, no se preocupe al final se lo diré…

Le pedí a una talentosa pintora de aquí de Chihuahua que me hiciera una pintura referente a la novela, y le quedó exacta, con los enamorados jaloneados por los aires fríos del lugar. Con sólo mirar la imagen puede uno darse cuenta de que es un amor sufrido. También agregué una frase del libro que dice la apasionada protagonista: “El gran pensamiento de mi vida es él”.

En mi quehacer de producir vinos, tengo por regla ponerle el nombre de novelas famosas, escritas por mujeres, a los vinos rosados. Por eso le cuento que también tengo otro Rosé de nombre Orgullo y Prejuicio, pero de ese le contaré en el próximo post.

Le recuerdo que me busqué en el Face como Vínicola Diez González y le invito un vinito rosado para platicar de pasiones mortales como las de Cumbres Borrascosas y de que es mejor morir de risa que de amor.

Miembro Aechi.


Estimados enófilos y enófilas, Cumbres Borrascosas es una novela clásica, escrita por Emily Brontë. Trata de esos amores enrevesados, de la guerra en una familia. Ahí nadie se quiere, por eso cuando el padre llega con un niño gitano anunciando que el pequeño se quedará a vivir con ellos, el resentimiento germina como buena semilla. Con los años, los niños y el odio, crecen, y la borrasca fría del paisaje se encaja, también, en el corazón de las personas. El desenlace es sorprendente: después de que se mueren casi todos, el amor brota en quien menos se espera. Entonces, uno se queda mirando al limbo, con una ternura que no sabe dónde acomodar, filosofando el porqué de nuestra condición humana tan obstinada en el amor, filosofía que, por cierto, sólo un vinito puede ayudar a desentrañar.

Al vino rosado que hicimos este año decidí ponerle CUMBRES BORRASCOSAS, porque tiene un sabor ácido al inicio, pero al final se siente un regusto de ternura. Es de la variedad Tempranillo, de delicado color salmón, tiene una fresca esencia de durazno y mandarina. Puede usted maridarlo con una rebanada de queso, empalmada de ate de membrillo y una nuez garapiñada arriba, todos productos regionales, y brindar con sus amigos o pareja platicando de Catherine y Heathcliff, los protagonistas de Cumbres Borrascosas, sobre todo de la desesperación que le acomete a uno, como lector, cuando los ve que se aman tanto y no pueden realizar su amor. Yo, le confesaré, nunca amé así, soy demasiado objetiva para morir de amor, en todo caso y como soy terrenal y corpórea preferiría morir de otra cosa, esa que tiene cuatro letras y deberíamos hacer diariamente para ejercitarnos. Si no adivinó qué es, no se preocupe al final se lo diré…

Le pedí a una talentosa pintora de aquí de Chihuahua que me hiciera una pintura referente a la novela, y le quedó exacta, con los enamorados jaloneados por los aires fríos del lugar. Con sólo mirar la imagen puede uno darse cuenta de que es un amor sufrido. También agregué una frase del libro que dice la apasionada protagonista: “El gran pensamiento de mi vida es él”.

En mi quehacer de producir vinos, tengo por regla ponerle el nombre de novelas famosas, escritas por mujeres, a los vinos rosados. Por eso le cuento que también tengo otro Rosé de nombre Orgullo y Prejuicio, pero de ese le contaré en el próximo post.

Le recuerdo que me busqué en el Face como Vínicola Diez González y le invito un vinito rosado para platicar de pasiones mortales como las de Cumbres Borrascosas y de que es mejor morir de risa que de amor.

Miembro Aechi.