/ sábado 13 de abril de 2024

Yuxtaposición del vino

Tres horas contra tres semanas de maceración es la diferencia a la hora de crear un vino rosé o un tinto. Macerar es dejar la cáscara de la uva en el jugo con el fin de que éste se impregne de color, aroma y sabor.

Maceración es una palabra que se aprende de adulto, ni en los libros de prepa aparece, además, los niños nunca juegan a macerar, y fíjese usted qué excepcionales somos los humanos porque cuando dejamos de jugar con monitos empezamos a jugar con las personas, hay un libro que se llama Juegos que la Gente Juega, de mis super preferidos de sicología, ahí aprendí que todos tenemos un niño, un padre y un adulto y que habrá una guerra enorme en nuestras mentes entre el ego de estos tres, sobre todo al entablar relaciones con otra persona. Fue mi libro de cabecera durante muchos años, se lo recomendaría, pero ese, junto con el de Hágase Rica y el Kamasutra me han servido de poco… Aunque todavía tengo esperanza, digo por lo de Hágase Rica, no vaya usted a pensar que por el otro.

Pero estábamos en la cuestión de la maceración, que es, precisamente, lo que le da un color rosa a un rosé, o rojo oscuro a un buen tinto, esto sucede porque en el proceso de hacer el vino, como ya le platiqué, la afamada, gloriosa, insigne y eminente maceración consiste en dejar que el trasparente jugo de la uva se prenda de color al estar en contacto con el hollejo.

Para lograr un tinto de excelencia, el jugo y la cáscara se macerarán de una a tres semanas en el tanque, ahí estarán apiñados, abrazados, yuxtapuestos y conexos, enlazados y recíprocos, apretujándose, revolviéndose en los remontados antes de la fermentación.

Pero un Rosé, es Rosé porque lo queremos Rosé, y para eso el jugo y la cáscara durarán juntos solo tres horas, el tiempo necesario para que pinte rosita. Tan corto lapso macerándose provoca que los aromas y sabores de un rosado sean menos complejos, muy simples. Ya le he contado que el Rosé es como un amor breve de unos cuantos besos y el adiós, y el vino tinto como un matrimonio bien avenido, complejo, de acidez equilibrada, con suficiente tiempo en barrica para suavizar taninos y adquirir aromas de madera.

Tres horas contra tres semanas, la gran diferencia entre un rosé y un tinto.


Miembro Aechi


Tres horas contra tres semanas de maceración es la diferencia a la hora de crear un vino rosé o un tinto. Macerar es dejar la cáscara de la uva en el jugo con el fin de que éste se impregne de color, aroma y sabor.

Maceración es una palabra que se aprende de adulto, ni en los libros de prepa aparece, además, los niños nunca juegan a macerar, y fíjese usted qué excepcionales somos los humanos porque cuando dejamos de jugar con monitos empezamos a jugar con las personas, hay un libro que se llama Juegos que la Gente Juega, de mis super preferidos de sicología, ahí aprendí que todos tenemos un niño, un padre y un adulto y que habrá una guerra enorme en nuestras mentes entre el ego de estos tres, sobre todo al entablar relaciones con otra persona. Fue mi libro de cabecera durante muchos años, se lo recomendaría, pero ese, junto con el de Hágase Rica y el Kamasutra me han servido de poco… Aunque todavía tengo esperanza, digo por lo de Hágase Rica, no vaya usted a pensar que por el otro.

Pero estábamos en la cuestión de la maceración, que es, precisamente, lo que le da un color rosa a un rosé, o rojo oscuro a un buen tinto, esto sucede porque en el proceso de hacer el vino, como ya le platiqué, la afamada, gloriosa, insigne y eminente maceración consiste en dejar que el trasparente jugo de la uva se prenda de color al estar en contacto con el hollejo.

Para lograr un tinto de excelencia, el jugo y la cáscara se macerarán de una a tres semanas en el tanque, ahí estarán apiñados, abrazados, yuxtapuestos y conexos, enlazados y recíprocos, apretujándose, revolviéndose en los remontados antes de la fermentación.

Pero un Rosé, es Rosé porque lo queremos Rosé, y para eso el jugo y la cáscara durarán juntos solo tres horas, el tiempo necesario para que pinte rosita. Tan corto lapso macerándose provoca que los aromas y sabores de un rosado sean menos complejos, muy simples. Ya le he contado que el Rosé es como un amor breve de unos cuantos besos y el adiós, y el vino tinto como un matrimonio bien avenido, complejo, de acidez equilibrada, con suficiente tiempo en barrica para suavizar taninos y adquirir aromas de madera.

Tres horas contra tres semanas, la gran diferencia entre un rosé y un tinto.


Miembro Aechi