/ miércoles 17 de enero de 2024

¿Y dónde está la policía de (in)vialidad?

La escena se repite cada vez con mayor frecuencia en las calles de Chihuahua: embotellamientos que parecen pesadilla de cuando uno trae 40 grados de fiebre. Decenas de vehículos inmóviles en una arteria y cada vez llegando más a ella por las calles adyacentes, claxonazos, insultos, desesperación Y, sin embargo, los agentes de Vialidad brillan por su ausencia.

Los taponamientos de vehículos se dan sobre todo en el periférico de la Juventud, en el canal del Chuvíscar y en las calles que rodean la Clínica Morelos del IMSS: aquí es un verdadero purgatorio del automovilista: decenas de autos estacionados en lugares no permitidos, en el camellón, puestos de comida, se bloquea la llegada o salida de ambulancias.

Ciertamente acabamos de enterarnos que en la capital del estado circulan más de 600 mil vehículos, proporcionalmente más que en cualquier metrópoli del país. Cierto es que esto representa mucho trabajo para las y los agentes de Vialidad, pero también es mucho lo que se recaba por derechos vehiculares como para contratar más y capacitarlos bien.

No se sabe si es por irresponsabilidad, por desidia, por ineptitud, por falta de dirección o por todo esto junto que la ciudad de Chihuahua sufre cada vez más los embotellamientos vehiculares. Lo que sí me ha tocado experimentar es que las patrullas y los agentes la mayor parte de las veces están ausentes cuando más se les necesita. La moda de las “patrullas fantasmas”, sin agentes dentro o en la cercanía o de agentes sin hacer caso más que a su “feis” se ha impuesto a todo lo largo de nuestra sufrida capital.

Me he creído que un ciudadano debe ser participativo, colaborativo y denunciante de irregularidades. Eso trato de hacer sobre todo cuando me toca caer en un embotellamiento vehicular. Entonces constato lo siguiente: 1. No hay ningún señalamiento que advierta a tiempo que la vialidad está bloqueada más adelante y que hay que tomar vías alternas 2. La mayor parte de las veces no hay ningún agente de Vialidad y Tránsito presente. 3. Cuando mucho hay una patrulla atravesada para que los conductores no sigan por ahí. 4 No hay agentes que ayuden a agilizar el embotellamiento, que dirijan el tránsito a otros lados, que impidan que lleguen más vehículos a la vialidad atascada. 5. Siempre llamo al 911 y obtengo la misma respuesta: “Ya hicieron ese reporte”, claro, luego de que la operadora le pregunta a uno nombre, dirección, las coordenadas exactas del embotellamiento, el tiempo que lleva ahí, la edad (eso sí cala) y casi hasta las preferencias sexuales. Todo para nada, los agentes no llegan, tal vez porque la patrulla también está embotellada y su condición física o su estatus (ser motorizados) no les da para bajarse y recorrer a pie el tramo que les separa del nudo gordiano del embotellamiento.

Habría que agregar que a veces, por un rozón o un mínimo choque se congestiona toda una arteria como el periférico de la Juventud y las aseguradoras imponen la ley “engarróteseme ahí” de que los vehículos no deben moverse del lugar del siniestro. El otro día casi me golpea un agente de Vialidad que tenía su patrulla en doble fila para atender un choque, obstaculizando el flujo, porque le pedí que se moviera y dejara un carril libre. Además de mandarme con cajas destempladas el irascible servidor público se hizo auxiliar por un colega suyo de 120 kilos que me encaró como si fuera yo un terrorista de Al Qaeda.

Como dije más arriba, si bien hay seis centenas de miles de vehículos en la ciudad de Chihuahua, hay que ver que también hay seis centenas de contribuyentes que pagan impuestos, placas, revalidaciones y cuanto se les ocurra aprobar a los diputados del PRIAN. Nos merecemos un buen servicio de vialidad y tránsito. Nos merecemos agentes competentes, suficientes, respetuosos, que aprendan no sólo estirar un poco el brazo para dar la infracción o recoger el cochupo, sino estirarlo mucho más para marcar altos y dar el paso a los conductores cuando fallen los semáforos o haya un siniestro.

No hay excusa, dinero debe haber, personal debe haber y con qué capacitarlo. Si Chihuahua se embotella, se paraliza, se desespera, es que no hay dirección ni hay vialidad ni hay tránsito.


La escena se repite cada vez con mayor frecuencia en las calles de Chihuahua: embotellamientos que parecen pesadilla de cuando uno trae 40 grados de fiebre. Decenas de vehículos inmóviles en una arteria y cada vez llegando más a ella por las calles adyacentes, claxonazos, insultos, desesperación Y, sin embargo, los agentes de Vialidad brillan por su ausencia.

Los taponamientos de vehículos se dan sobre todo en el periférico de la Juventud, en el canal del Chuvíscar y en las calles que rodean la Clínica Morelos del IMSS: aquí es un verdadero purgatorio del automovilista: decenas de autos estacionados en lugares no permitidos, en el camellón, puestos de comida, se bloquea la llegada o salida de ambulancias.

Ciertamente acabamos de enterarnos que en la capital del estado circulan más de 600 mil vehículos, proporcionalmente más que en cualquier metrópoli del país. Cierto es que esto representa mucho trabajo para las y los agentes de Vialidad, pero también es mucho lo que se recaba por derechos vehiculares como para contratar más y capacitarlos bien.

No se sabe si es por irresponsabilidad, por desidia, por ineptitud, por falta de dirección o por todo esto junto que la ciudad de Chihuahua sufre cada vez más los embotellamientos vehiculares. Lo que sí me ha tocado experimentar es que las patrullas y los agentes la mayor parte de las veces están ausentes cuando más se les necesita. La moda de las “patrullas fantasmas”, sin agentes dentro o en la cercanía o de agentes sin hacer caso más que a su “feis” se ha impuesto a todo lo largo de nuestra sufrida capital.

Me he creído que un ciudadano debe ser participativo, colaborativo y denunciante de irregularidades. Eso trato de hacer sobre todo cuando me toca caer en un embotellamiento vehicular. Entonces constato lo siguiente: 1. No hay ningún señalamiento que advierta a tiempo que la vialidad está bloqueada más adelante y que hay que tomar vías alternas 2. La mayor parte de las veces no hay ningún agente de Vialidad y Tránsito presente. 3. Cuando mucho hay una patrulla atravesada para que los conductores no sigan por ahí. 4 No hay agentes que ayuden a agilizar el embotellamiento, que dirijan el tránsito a otros lados, que impidan que lleguen más vehículos a la vialidad atascada. 5. Siempre llamo al 911 y obtengo la misma respuesta: “Ya hicieron ese reporte”, claro, luego de que la operadora le pregunta a uno nombre, dirección, las coordenadas exactas del embotellamiento, el tiempo que lleva ahí, la edad (eso sí cala) y casi hasta las preferencias sexuales. Todo para nada, los agentes no llegan, tal vez porque la patrulla también está embotellada y su condición física o su estatus (ser motorizados) no les da para bajarse y recorrer a pie el tramo que les separa del nudo gordiano del embotellamiento.

Habría que agregar que a veces, por un rozón o un mínimo choque se congestiona toda una arteria como el periférico de la Juventud y las aseguradoras imponen la ley “engarróteseme ahí” de que los vehículos no deben moverse del lugar del siniestro. El otro día casi me golpea un agente de Vialidad que tenía su patrulla en doble fila para atender un choque, obstaculizando el flujo, porque le pedí que se moviera y dejara un carril libre. Además de mandarme con cajas destempladas el irascible servidor público se hizo auxiliar por un colega suyo de 120 kilos que me encaró como si fuera yo un terrorista de Al Qaeda.

Como dije más arriba, si bien hay seis centenas de miles de vehículos en la ciudad de Chihuahua, hay que ver que también hay seis centenas de contribuyentes que pagan impuestos, placas, revalidaciones y cuanto se les ocurra aprobar a los diputados del PRIAN. Nos merecemos un buen servicio de vialidad y tránsito. Nos merecemos agentes competentes, suficientes, respetuosos, que aprendan no sólo estirar un poco el brazo para dar la infracción o recoger el cochupo, sino estirarlo mucho más para marcar altos y dar el paso a los conductores cuando fallen los semáforos o haya un siniestro.

No hay excusa, dinero debe haber, personal debe haber y con qué capacitarlo. Si Chihuahua se embotella, se paraliza, se desespera, es que no hay dirección ni hay vialidad ni hay tránsito.