/ martes 4 de septiembre de 2018

A dónde irá la educación (II)

“Educar es adiestrar al hombre para hacer buen uso de su vida, para vivir bien, lo cual quiere decir que es adiestrarse para su propia felicidad”. Antonio Maura


Son muchas las personas que se atreven a opinar, a escribir y a discutir sobre la educación, lamentablemente sin ningún conocimiento del proceso humano más importante de la existencia misma. La seccionan, la derivan, la destazan, para imponer, para presionar a los niños y jóvenes a construir conceptos propios de su ideología, de sus apetitos de poder o de dinero, para sujetarlos inhumanamente a las acciones negativas de la sociedad. Convertir a generaciones en seres carentes de valores éticos, les “facilita las cosas”. Convertirlos en personas anárquicas sin capacidad de reflexión los ayuda a conseguir sus fines egoístas y a saciar su sed de poder. Desde tiempos lejanos, la historia nos muestra tal fenómeno: pueblos sumisos, mediocres, con una educación limitada a lo mínimo de la real potencialidad humana.

Esta reflexión no pretende de ninguna manera presentar un manejo curricular, ni expresar metodología didáctica de las teorías del aprendizaje –extranjeras-. El propósito en acercar al ser humano a sí mismo: del filósofo español Fernando Savater reflexionaremos algunos conceptos al respecto. “En efecto, no soy amigo de convertir la reflexión en lamento. Mi actitud (…) es contraria a la queja: si lo que nos ofende o preocupa es remediable, pongamos manos a la obra y si no lo es resulta ocioso deplorarlo, porque este mundo carece de libro de reclamaciones. Ya sé que es intelectualmente prestigioso denunciar la presencia siempre abrumadora de los males de este mundo pero yo prefiero elucidar los bienes difíciles como si pronto fueran a ser menos escasos: es una forma de empezar a merecerlos y quizá a conseguirlos”.

La educación debe ir a la conducción del ser humano a conformar su “amor propio” y a valorarse en todo y por todo. Seres medrosos, mediocres y fácilmente enajenables son producto de una educación rabona, mal intencionada y dirigida por preceptores que están ayunos de la importancia del desarrollo ético de sus discípulos. Foros, seminarios, programas de radio y televisión, eventos culturales les están vedados a los profesores: “Pobrecitos, ellos qué saben de economía, de estadística, de pedagogía y de política…”. Una delincuente los asusta y los domina. ¿A dónde irá la educación?


“Educar es adiestrar al hombre para hacer buen uso de su vida, para vivir bien, lo cual quiere decir que es adiestrarse para su propia felicidad”. Antonio Maura


Son muchas las personas que se atreven a opinar, a escribir y a discutir sobre la educación, lamentablemente sin ningún conocimiento del proceso humano más importante de la existencia misma. La seccionan, la derivan, la destazan, para imponer, para presionar a los niños y jóvenes a construir conceptos propios de su ideología, de sus apetitos de poder o de dinero, para sujetarlos inhumanamente a las acciones negativas de la sociedad. Convertir a generaciones en seres carentes de valores éticos, les “facilita las cosas”. Convertirlos en personas anárquicas sin capacidad de reflexión los ayuda a conseguir sus fines egoístas y a saciar su sed de poder. Desde tiempos lejanos, la historia nos muestra tal fenómeno: pueblos sumisos, mediocres, con una educación limitada a lo mínimo de la real potencialidad humana.

Esta reflexión no pretende de ninguna manera presentar un manejo curricular, ni expresar metodología didáctica de las teorías del aprendizaje –extranjeras-. El propósito en acercar al ser humano a sí mismo: del filósofo español Fernando Savater reflexionaremos algunos conceptos al respecto. “En efecto, no soy amigo de convertir la reflexión en lamento. Mi actitud (…) es contraria a la queja: si lo que nos ofende o preocupa es remediable, pongamos manos a la obra y si no lo es resulta ocioso deplorarlo, porque este mundo carece de libro de reclamaciones. Ya sé que es intelectualmente prestigioso denunciar la presencia siempre abrumadora de los males de este mundo pero yo prefiero elucidar los bienes difíciles como si pronto fueran a ser menos escasos: es una forma de empezar a merecerlos y quizá a conseguirlos”.

La educación debe ir a la conducción del ser humano a conformar su “amor propio” y a valorarse en todo y por todo. Seres medrosos, mediocres y fácilmente enajenables son producto de una educación rabona, mal intencionada y dirigida por preceptores que están ayunos de la importancia del desarrollo ético de sus discípulos. Foros, seminarios, programas de radio y televisión, eventos culturales les están vedados a los profesores: “Pobrecitos, ellos qué saben de economía, de estadística, de pedagogía y de política…”. Una delincuente los asusta y los domina. ¿A dónde irá la educación?