/ martes 11 de enero de 2022

A reflexionar | El trabajo hizo al hombre

“No te rindas a los trabajos: al contrario, procura vencerlos”. Virgilio

En el desarrollo de la humanidad no debemos olvidar que estamos vivos en virtud de los hombres que llamamos primitivos. Seres que evolucionaron de vivir de lo que la naturaleza otorgaba (apropiación directa) a, transformarla en satisfactores de sus necesidades. Sus aptitudes que lo humanizaron fueron, actuar en grupo, uso libre de las manos y en producir herramientas y utensilios para defenderse y para obtener sus alimentos. Un enorme descubrimiento aceleró su desarrollo: el fuego (se procuró calor, ahuyentaba a las fieras y cocía alimentos animales y vegetales). Muy largo el tiempo recorrido, miles y miles de años, para labrar piedras, elaborar puntas de lanzas, raederas, mazos, y decenas de objetos que como herramientas se obtuvieron trabajando. En virtud de lo anterior, se desarrolló el cerebro y, fueron apareciendo sonidos guturales, que al articularse, surgió el lenguaje. Dos caminos habían recorrido aquellos hombres: el salvajismo (el hombre dependía de la naturaleza y la barbarie, el hombre empieza a dominarla).

La cacería requirió del concurso de todo el grupo (horda, y después el clan materno), la sorpresa, la trampa, el ojeo y la asfixia. Cierto, morían en los intentos muchos humanos, pero al final cobraban las piezas que constituían sus alimentos. En el ojeo, por ejemplo, se rodeaba una manada de grandes mamíferos y se les llevaba a barrancos o parajes pedregosos, donde muertos o heridos eran el alimento del grupo, y sus pieles aprendieron a prepararlas para cubrirse de los fríos de las glaciaciones. Hemos de repetir que toda la evolución se debió al trabajo, por ello afirmamos: el trabajo hizo al hombre, y no el hombre al trabajo. El siguiente paso de los humanos fue el dominio de la naturaleza al aprender a cultivar la tierra y a domesticar animales, por cierto, el primer animal domesticado fue el perro, ¡cuidado con la barbacoa!

Dentro del desarrollo de la humanidad, surgieron las confrontaciones, los saqueos y las guerras. Por cierto los primeros botines de las guerras fueron el ganado y las mujeres. Toda guerra ha tenido como causa la economía y más adelante el poder. Vinieron las invasiones y los macro saqueos, como hasta la fecha sucede. Las guerras más sangrientas se han dado entre hermanos (civiles). En España, por ejemplo, los ibéricos luchaban contra los musulmanes, empero, también había sangrientas guerras entre los reinos cristianos al mismo tiempo. Existen muchos ejemplos, en todos los países del orbe. No son los ídolos, los íconos, las estatuas, los tiranos y los que promueven el culto a la personalidad, a quienes se debe el progreso y el bienestar ¡jamás! Es al trabajo al que todos debemos lo que se ha construido y que utilizamos en nuestro provecho.


“No te rindas a los trabajos: al contrario, procura vencerlos”. Virgilio

En el desarrollo de la humanidad no debemos olvidar que estamos vivos en virtud de los hombres que llamamos primitivos. Seres que evolucionaron de vivir de lo que la naturaleza otorgaba (apropiación directa) a, transformarla en satisfactores de sus necesidades. Sus aptitudes que lo humanizaron fueron, actuar en grupo, uso libre de las manos y en producir herramientas y utensilios para defenderse y para obtener sus alimentos. Un enorme descubrimiento aceleró su desarrollo: el fuego (se procuró calor, ahuyentaba a las fieras y cocía alimentos animales y vegetales). Muy largo el tiempo recorrido, miles y miles de años, para labrar piedras, elaborar puntas de lanzas, raederas, mazos, y decenas de objetos que como herramientas se obtuvieron trabajando. En virtud de lo anterior, se desarrolló el cerebro y, fueron apareciendo sonidos guturales, que al articularse, surgió el lenguaje. Dos caminos habían recorrido aquellos hombres: el salvajismo (el hombre dependía de la naturaleza y la barbarie, el hombre empieza a dominarla).

La cacería requirió del concurso de todo el grupo (horda, y después el clan materno), la sorpresa, la trampa, el ojeo y la asfixia. Cierto, morían en los intentos muchos humanos, pero al final cobraban las piezas que constituían sus alimentos. En el ojeo, por ejemplo, se rodeaba una manada de grandes mamíferos y se les llevaba a barrancos o parajes pedregosos, donde muertos o heridos eran el alimento del grupo, y sus pieles aprendieron a prepararlas para cubrirse de los fríos de las glaciaciones. Hemos de repetir que toda la evolución se debió al trabajo, por ello afirmamos: el trabajo hizo al hombre, y no el hombre al trabajo. El siguiente paso de los humanos fue el dominio de la naturaleza al aprender a cultivar la tierra y a domesticar animales, por cierto, el primer animal domesticado fue el perro, ¡cuidado con la barbacoa!

Dentro del desarrollo de la humanidad, surgieron las confrontaciones, los saqueos y las guerras. Por cierto los primeros botines de las guerras fueron el ganado y las mujeres. Toda guerra ha tenido como causa la economía y más adelante el poder. Vinieron las invasiones y los macro saqueos, como hasta la fecha sucede. Las guerras más sangrientas se han dado entre hermanos (civiles). En España, por ejemplo, los ibéricos luchaban contra los musulmanes, empero, también había sangrientas guerras entre los reinos cristianos al mismo tiempo. Existen muchos ejemplos, en todos los países del orbe. No son los ídolos, los íconos, las estatuas, los tiranos y los que promueven el culto a la personalidad, a quienes se debe el progreso y el bienestar ¡jamás! Es al trabajo al que todos debemos lo que se ha construido y que utilizamos en nuestro provecho.